En las elecciones presidenciales de julio próximo, participen o no, las juventudes mexicanas definirán las elecciones, no sólo con su voto, sino también a partir de su activismo en las calles y en las redes sociales, confían analistas consultados por SinEmbargo.
En la actualidad, los jóvenes de 18 a 29 años representan el 29.21 por ciento de la lista nominal del INE, lo que supone al menos 11.5 millones de votos. Si a ellos añadimos la población millenial más madura –hasta los 37 años–, el porcentaje aumenta a 40 por ciento con un potencial de votos de más de 19 millones. Estas cifras representan a los posibles votantes, ya considerado un porcentaje de abstencionismo como el observado en los comicios de 2012, que fue de 53 a 62 por ciento.
Los analistas coincideen en que la mayoría de las y los jóvenes participarán con desconfianza al sistema, a las instituciones públicas y al gobierno. Aún así, “el futuro de la democracia en México se juega entre los jóvenes”, refieren, cuya labor será cuidar la democracia real o, de lo contrario, podríamos encaminarnos a una regresión del autoritarismo en México.
SinEmbargo analiza en cuatro entregas la realidad que enfrentan 30.6 millones de jóvenes en México, 25.7 por ciento de la población, y la brecha de carencias y oportunidades que los margina día con día.
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Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).- La falta de políticas públicas adecuadas y los factores de marginación social, hacen que gran parte de las juventudes mexicanas no se sienta identificada con la sociedad y su Estado. Ese desarraigo, refieren analistas consultados, genera reacciones y apatías que jugarán un papel fundamental e histórico en las próximas elecciones presidenciales del 1 de julio.
Para poner en perspectiva el potencial del voto joven, tenemos el panorama que dibujan las cifras oficiales del Instituto Nacional Electoral (INE).
En la lista nominal de votantes, que considera sólo a los ciudadanos con credencial para votar, hay en la actualidad poco menos de 86 millones de connacionales registrados. De ellos, el 29.21 por ciento –que son 25.1 millones de personas– son jóvenes de entre 18 y 29 años de edad.
Si hacemos un poco de prospectiva, según el promedio de porcentajes de votación del INE, por rango de edad, en las elecciones presidenciales de 2012, tendríamos que al menos, el 57.5 por ciento de los jóvenes de 18 a 29 años podría votar en julio próximo. Esto equivale a cerca de 11.5 millones de votos.
Pero si expandimos este rango de votación a la generación millenial, que comprende a los mexicanos nacidos entre 1980 y 2000, jóvenes de 18 a 37 años, el potencial de votos –con grados de abstencionismo de 53 a 62 por ciento como en 2012– sería mayor a 19 millones, cantidad suficiente para decidir la elección en las urnas.
En el año 2000, por ejemplo, el panista Vicente Fox Quesada venció al priista Francisco Labastida Ochoa por 2.4 millones de votos, una diferencia porcentual de seis puntos. En 2006, el panista Felipe Calderón Hinojosa le ganó al entonces perredista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con 244 mil votos [0.62 puntos de distancia]. Y en 2012, el priista Enrique Peña Nieto venció a AMLO por 3.3 millones de votos [6.6 puntos de ventaja].
Más allá del potencial de votos, dijeron a SinEmbargo politólogos y antropólogos, los jóvenes serán actores fundamentales de presión y de distribución de información.
“En estas elecciones, es muy importante entender que los jóvenes, a través de la tecno-política, tendrán una incidencia muy importante”, comentó la doctora Rossana Reguillo Cruz, coordinadora del Programa Formal de Investigación en Estudios Socioculturales de la Universidad Jesuita de Guadalajara.
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Los jóvenes detonarán debates en redes. Y ulterior a “la habilidad de estas nuevas generaciones en las redes y la comunicación a través de las tecnologías”, explicó la especialista en culturas juveniles, los jóvenes “también habitan las calles”, por lo que de ellos se espera “un activismo construido” a partir de su entorno de vida.
Sergio Aguayo Quezada, politólogo del Colegio de México (Colmex), asimismo dijo que a pesar de que «el voto de los jóvenes impactará”, siguen siendo “un segmento de la población muy fragmentado y que responde a estímulos culturales muy diversos”.
En ese sentido, señaló que tendremos votos, activismo, pero también apatía, abstencionismo y “bandas de hackers jóvenes que se dedican a la difamación, a la difusión de noticias falsas, y que son mercenarios de la política, porque están al servicio de quien los contrata”.
En México hay 70 millones de internautas, refiere el estudio Hábitos de Usuarios de Internet en México 2017, realizado por la Asociación de Internet de México. Según sus cifras, el 36 por ciento de los usuarios tienen entre 18 y 34 años. Y en general, el 83 por ciento de los mexicanos usa el Internet para acceder a redes sociales.
Lo anterior quiere decir que hay al menos 25.2 millones de millenials que son usuarios de Internet. Y como mínimo, 21 millones de jóvenes acceden a redes sociales.
LOS JÓVENES VOTANTES
Este año, 14.5 millones de jóvenes votarán por primera vez, refieren las cifras del INE. Sin embargo, la experiencia electoral anterior sugiere que el estrato demográfico que menos vota es el de los mexicanos de 20 a 29 años de edad. En contraste, los que más votan son los ciudadanos de 50 a 64 años.
«Se podría haber pensado que los jóvenes, en su papel de cambio generacional, así como por su amplia participación en las redes sociales, podrían haber mostrado un mayor interés en la elección directa de sus gobernantes, sin embargo, su apatía hacia las elecciones sigue la misma ruta que lo observado en el 2009”, menciona el INE en su Estudio Censal de la Participación Ciudadana en las Elecciones Federales de 2012.
En sus observaciones, el Instituto encontró que los jóvenes prefieren participar a través de asociaciones y organizaciones no institucionales, «orientadas principalmente a la satisfacción de necesidades de ocupación del tiempo libre, y sólo de manera secundaria a buscar satisfacer intereses sociales y políticos”.
También refiere que las mujeres suelen votar más que los hombres, salvo en el sector de personas mayores de 70 años, además que la gente urbana vota más que la rural.
Enrique Toussaint, politólogo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), explicó que si por algo el ciudadano más apático es el que tiene menos de 29 años, es porque “la gente mayor [de 29 años] creció en un país en donde el único acto cívico que se hacía era ir a votar. Ahora el millenial lo ve como una cuestión de libertad. Entonces el abstencionismo millenial va a ser menor en estas elecciones”, adelantó.
Este tipo de circunstancias hacen que 2018 “pueda ser un momento clave para el país”, apuntó la experta en culturas juveniles Rossana Reguillo Cruz. Y ella como Toussaint, observó la posibilidad de que, a “medida en los comicios se acerquen, van a haber más temas relacionados con los jóvenes”.
El problema, de acuerdo con los analistas, radica en que al igual que las juventudes no forman parte sustancial de la agenda de gobierno, tampoco figuran de manera excepcional en los proyectos de los virtuales candidatos presidenciales –a excepción, quizá, del proyecto de AMLO-.
La falta de propuestas en beneficio de las juventudes mexicanas es un reflejo, según Toussaint, de la manera “obtusa” de los políticos “de entender a los jóvenes”.
“Los partidos políticos siguen pensando que los jóvenes no son tan importantes en términos electorales porque es muy abstencionista. Hacen sus cálculos y prefieren asegurara el voto de arriba de los 40 años. Eso es un error”, mencionó.
Los analistas consultados no sólo observan un vacío en las propuestas para los jóvenes. También mencionan la ausencia de jóvenes en los equipos de trabajo de los candidatos.
Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, alude en su proyecto “Jóvenes Construyendo el Futuro” temas de garantías a la educación, pasantías para darles experiencia laboral, becas, la creación de un Colegio Nacional de Seguridad Pública para darles alternativas profesionales, entre otros.
Ricardo Anaya Cortés propone accesos a la educación y a la capacitación, además de inclusión en materia laboral, económica y política.
Y José Antonio Meade Kuribreña, hasta ahora, sólo han hecho menciones, entre las que cuentan más y mejor educación, innovación y oportunidades para emprender.
CONSECUENCIAS PARA LA DEMOCRACIA
El peso electoral de las y los jóvenes mexicanos definirá las elecciones, aseguran los analistas, ya sea a través de su ejercicio o de la abstención. Las y los jóvenes activarán sus redes para participar y para apoyar, o bien para formar parte de la guerra sucia que se espera, sobre todo, en la Internet.
Una parte pujará por un cambio cultural que dará inicio con el ejercicio de un derecho democrático –la participación y el voto–. El resto reproducirá las carencias del sistema sociopolítico mexicano, observan politólogos como Aguayo y Toussaint.
“El futuro de la democracia en México se juega entre los jóvenes”, explicó Toussaint. “Lo más preocupante es que los jóvenes no cuidaran la democracia real [al no votar y participar de lo político] porque podría permitir una regresión del autoritarismo en México. Nada sería más peligroso para el país que estuviéramos en un contexto en que el joven sintiera vacío por la democracia y no la protegiera”, abundó.
No obstante, Alfredo Nateras Domínguez, antropólogo especializado en psicología social de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Iztapalapa, dijo a SinEmbargo que el dilema entre los jóvenes, como entre la población en general, es y será “el uso político del miedo para inhibir la participación”.
Y como apunta Reguillo Cruz, las juventudes se organizarán y participarán en su entorno a partir de “comunidades de sentimiento”. Es decir, “formas de participación social y política”, que lejos de tener una estructura ideológica, son “reivindicaciones de resistencia culturales”, explicó el doctor Nateras.
Esto quiere decir que las juventudes estarán operando para resolver sus problemas inmediatos desde un sentimiento de hartazgo. No así desde las instituciones a partir de un compromiso ideológico.
La mayoría de las y los jóvenes, como una minoría vulnerable que se enfrenta a carencias sociales y a los inadecuados manejos del Estado, participarán con desconfianza al sistema, a las instituciones públicas y al gobierno, concluyeron los analistas.