El estado de Chihuahua ocupa el segundo lugar en número de muertes de policías con 44 fallecidos, solo por detrás del Estado de México que encabeza la lista con 51 y por delante de Guerrero, 39; Ciudad de México, 36, y Jalisco, 33.
Los gobiernos de entidades como Sinaloa o Tamaulipas han tenido que salir a buscar a sus fuerzas del orden a estados más pobres como Chiapas, Veracruz, Oaxaca o Puebla, donde los jóvenes se arriesgan por un salario mínimo, dadas las condiciones de pobreza y el bajo nivel de escolaridad aunque no siempre haya vocación.
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Por Gardenia Mendoza
Ciudad de México, 6 de enero (LaOpinión/SinEmbargo).- No es algo que los jóvenes canten a los cuatro vientos pero los gobernantes reconocen que tienen un problema muy serio: cada vez que lanzan una convocatoria en busca de nuevos policías en los estados y municipios nadie acude a ocuparlas y, los pocos que asisten, solo unos cuantos pasan las pruebas de confianza.
Las razones del desinterés son muchas, pero principalmente son los niveles de inseguridad que se han incrementado en los últimos años y que dejan a los defensores del orden en la primera línea de fuego, mal pagados (o al menos no lo suficiente para una buena calidad de vida) y con la presión corruptora e intimidatoria del crimen.
“No está inseguro el país… ¡está de la tostada! y nadie quiere ser policía’’, advirtió el Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco’’, después de una gira por el municipio de China para ofrecer trabajo en el verano pasado.
“Tenemos 600 plazas de policías… ¿quién se avienta?, les pago el doble, ¿no?, el triple”, había dicho en China frente a un grupo de muchachos quienes, de todos modos, no levantaron la mano.
El Consejo Nacional de Seguridad documentó que en 2017 murieron de manera violenta más de 500 policías estatales, municipales y federales. 181 ejecutados; 83 en enfrentamiento, 78 en accidente vehicular, 67 en emboscada, 37 al tratar de impedir robos, 29 por secuestro, 19 en caídas y accidentes diversos, 16 se suicidaron, 12 al atender a una llamada de emergencia y ocho por causas desconocidas.
En uno de los casos más sanguinarios de los últimos meses murió Salomón Santos Grijalva, policía municipal de Bachíniva, Chihuahua, tras un ataque contra el edificio de la alcaldía por parte de hombres armados presuntamente de la organización Gente Nueva del Tigre al servicio del Cártel de Sinaloa, que controla el trasiego de droga en la zona de Cuauhtémoc, Álvaro Obregón, Carichí, Cusihuiriachi y Anáhuac.
Según datos de la prensa local, durante 30 minutos, los delincuentes dispararon con “cuernos de chivo” y R-15, lanzaron bombas molotov hacia el interior del inmueble y contra dos patrullas y un vehículo particular que estaban estacionados en el exterior.
El estado de Chihuahua ocupa el segundo lugar en número de muertes de policías con 44 fallecidos, solo por detrás del Estado de México que encabeza la lista con 51 y por delante de Guerrero, 39; Ciudad de México, 36, y Jalisco, 33.
“La situación que vive el país hace que los muchachos lo piensen dos veces antes de querer ser policías’’, advirtió Gabriel Reyes, director de la Universidad de Seguridad y Justicia de Tamaulipas, donde la narcoviolencia que prevalece en los 43 municipios ha dejado un déficit de 7,300 elementos por falta de interés y porque solo el 30 por ciento del total de interesados pasaron el control de confianza.
El nuevo modelo de la Policía en México busca evitar casos como el de Pedro Luis Becerril, policía municipal de Chimalhuacán, Estado de México, sentenciado recientemente a 55 años de prisión por el delito de homicidio de un menor de edad y a 10 años más por violación de la novia de este, a la que sometió mientras realizaba un operativo de vigilancia.
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Sin embargo, no es fácil encontrar a esos modelos de conducta y sacrificio por el bien común.Tan solo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el alcalde Enrique Alfaro reconoció recientemente que hay 300 plazas para municipales que no han podido ser ocupadas.
“Estamos hablando de Guadalajara y Zapopan que tienen los mejores sueldos, imagínese en lugares como El Salto o en municipios rurales’’, alarmó durante una rueda de prensa.
Los gobiernos de entidades como Sinaloa o Tamaulipas han tenido que salir a buscar a sus fuerzas del orden a estados más pobres como Chiapas, Veracruz, Oaxaca o Puebla, donde los jóvenes se arriesgan por un salario mínimo, dadas las condiciones de pobreza y el bajo nivel de escolaridad aunque no siempre haya vocación.
En Huejotzingo, Puebla, el asesinato de Sofía N., una policía municipal, reveló a principios de diciembre el poco interés que ella tenía en ser un elemento del orden. “Ella quería ser chef y para pagar sus estudios se tuvo que meter a las armas’’, dijo uno de sus vecinos a la prensa local.
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