El gobierno cubano apuesta por la tecnología extranjera para procesar el agua de mar y volverla potable. Mediante esta estrategia pretende contrarrestar la grave crisis de agua que tiene Cuba por la sequía y que ha afectado a miles de habitantes.
Por Raul Menchaca
Sábado, 7 de diciembre (Xinhua).- Obligada por una dura sequía que sacude al país de manera cíclica, la oriental ciudad de Santiago de Cuba, la segunda en importancia de la isla, busca soluciones en el mar.
A unos 20 kilómetros al suroeste de la urbe y al pie de la mítica Sierra Maestra, está en fase de pruebas, para ajustar los equipos y verificar la calidad del agua, una moderna planta desalinizadora que favorecerá a más de 34 mil personas a las que entregará unos 50 litros por segundo.
El verde intenso de las montañas parece que va a llenar todo el espacio circundante, pero el azul brillante del mar, donde se refleja un sol intenso, se combina para hacer un entorno espectacular en la entrada de la Ensenada de Cabañas.
En ese lugar está la planta erigida con tecnología italiana tras una inversión gubernamental de unos 20 millones de dólares.
Todo comenzó cuando la sequía provocó el agotamiento casi total de la presa Parada, lo que dejó sin servicio de abastecimiento a la población dependiente de un circuito hidráulico ubicado al oeste de Santiago de Cuba.
«La severidad de la sequía hizo que el abastecimiento de agua a algunos puntos de la ciudad se realizara cada 22 días», comentó la ingeniera hidráulica Janet Triana, delegada del Instituto Nacional de Recurso Hidráulicos (INRH), el ente gubernamental que controla el uso del agua en el país.
Triana, una mujer rubia y menuda de 43 años, dirige con firmeza, desde mayo de 2013, todo el sistema de abastecimiento de agua en la provincia de Santiago de Cuba, ubicada a 860 kilómetros al oriente de La Habana y donde viven casi medio millón de personas que se sirven de cinco presas.
La ingeniera, quien maneja con soltura y seguridad todos los entresijos de su labor, explicó que la nueva planta tiene cuatro pozos de entre 16 y 18 metros de profundidad para tomar el agua del mar y someterla a un proceso de filtrado y ósmosis inversa que apenas dura 20 segundos.
Para preservar el medio ambiente, toda la salmuera sobrante, mediante una conductora submarina, se vierte a 620 metros de la orilla, donde está la plataforma continental.
El agua obtenida de ese proceso tiene una alta pureza y es bombeada hasta grandes tanques de 10 mil litros de la potabilizadora de Parada, a unos 11 kilómetros de distancia.
En ese lugar se mezcla con el agua allí procesada, desde donde se envía a la población sin necesidad de realizarle ningún otro tratamiento.
«Con sus 50 litros por segundos, conectada al sistema Parada, contribuye a un sistema que demanda 270 litros por segundo, y permite garantizar la distribución y acortar los ciclos de distribución», aseguró Triana.
Al lado de la planta se construye otra con tecnología española, que garantizará el uso del agua en el proceso industrial de la cercana Termoeléctrica Antonio Maceo, que suministra electricidad a la ciudad y a buena parte de la zona oriental de la isla.
Esta es la primera vez que la isla apela a este tipo de instalación para abastecer a la población, pero las autoridades también recurren a la cooperación internacional para enfrentar la crudeza de la sequía, por eso están en marcha varios proyectos con financiamiento externo.
«En este momento, en nuestra provincia estamos llevando a cabo tres proyectos de colaboración internacional que nos apoyan en el enfrentamiento a la sequía», dijo otra ingeniera, Leti Domenech, quien desde el INRH se encarga de la cooperación externa.
La Unión Europea (UE), mediante su agencia de ayuda humanitaria, financia los proyectos «Pon tu ficha», que hace alusión al juego de dominó muy gustado en Santiago de Cuba, y «Resiliencia a la sequía», que educa a las familias que sufren de la falta de agua.
Otro proyecto, llamado «Suma tu gota», involucra al Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que de manera conjunta implementan un acercamiento integral y multisectorial al tema de la sequía.
Pequeñas plantas potabilizadoras, equipamiento para la medición de los caudales y de la calidad del agua, tanques o semillas más resistentes a la sequía, son garantizados a través de esos tres proyectos.
«Es una serie de equipamientos que fortalece la gestión del agua en la provincia y permite aplicar medidas alternativas a realizar en caso de extrema sequía, como bombeos de mano o cosecha de agua de lluvia», señaló Domenech.
Un centro de operaciones de la Empresa de Acueducto Aguas Santiago controla las necesidades de la ciudad, además de determinar el caudal y el tiempo de bombeo para cada zona de la ciudad.
Muy cerca de la Loma de San Juan, en las afueras de la urbe, un área con ocho pozos suministra el agua a unas 55 mil personas, pero por la cercanía del mar tiene que ser controlada con regularidad para evitar una eventual contaminación.
Los pozos tienen unos 30 metros de profundidad y su bombeo depende de las necesidades de la población, pero sobre todo de la disponibilidad de las aguas subterráneas.
«Ahora es cuando hay que ahorrarla», dicen casi al unísono los técnicos Fernando Frómeta y Angel Milanés, quienes forman parte del equipo que trabaja en los pozos, ahora con ciertos niveles de recuperación tras las lluvias reportadas en las últimas semanas.
Lo cierto es que en Santiago de Cuba, durante los últimos 40 años las lluvias se han mantenido por debajo del promedio histórico, y por eso el gobierno local no ha dudado en recurrir a todas las soluciones a la mano, aunque haya que sacar agua del mar.