Gustavo De la Rosa
05/12/2017 - 12:04 am
Recordando al Canciller Meade
El 23 de junio de 2015, cuando apenas Trump había decidido ser precandidato del Partido Republicano por la Presidencia de Estados Unidos y se presentaba con su furibundo discurso antimexicanos, escribí el siguiente artículo sobre la política exterior del entonces Canciller Meade; aunque desde entonces mi opinión no ha cambiado ahora ya me explico por qué guardaba silencio, estaba trabajando su candidatura (como hace todo lo demás) a oscuras:
El 23 de junio de 2015, cuando apenas Trump había decidido ser precandidato del Partido Republicano por la Presidencia de Estados Unidos y se presentaba con su furibundo discurso antimexicanos, escribí el siguiente artículo sobre la política exterior del entonces Canciller Meade; aunque desde entonces mi opinión no ha cambiado ahora ya me explico por qué guardaba silencio, estaba trabajando su candidatura (como hace todo lo demás) a oscuras:
Antonio Plaza, un viejo, sarcástico e irredento poeta del último tercio del Siglo XIX, advirtió en uno de sus poemas, a manera de consejo a su sobrino Andrés, sobre la política:
Es la corte cosa brava
todos mal de todos piensan
los enemigos comienzan
donde la nariz acaba.
Además, aconsejó así para hacerse oír por los poderosos:
Ya que ellos tienen Andrés
las orejas en los pies
ten el talento en las corvas.
Se entiende que el talento necesario para ascender en el mundo de los poderosos es el de inclinarse, y radica en el debido uso de las corvas para hincarse y permanecer agachado.
Pero, tratándose de las relaciones entre dos países, es imposible pedirle a la patria que se doble, porque no tiene corvas. Aunque esto lo parece ignorar el Secretario Meade, honorable Canciller de México, si se considera la respuesta que dio a las declaraciones xenófobas de Donald Trump: los mexicanos son útiles para ustedes, en pocas palabras.
Esta réplica blanda al Mussolini con peluquín apenas tocó uno de los puntos que de manera insolente expresó él contra México. Nuestro Canciller defendió el papel que cumplen los indocumentados en Estados Unidos casi como los traficantes de esclavos antes de Lincoln: “Los negros son útiles para ustedes, no los maltraten”.
Meade dejó de lado la orden de que México no se arrodillara ante EU; cualquier funcionario que entienda que debe defender a capa y espada a la patria que lo mantiene advertiría el riesgo de las palabras del Sarah Palin masculino y no le bastaría con dar respuestas tibias a la prensa, sino que tal individuo ejercería acciones diplomáticas y legales para sancionar a quien agrede al país.
Al postularse como candidato para la Presidencia de su país, el calvo disimulado expresó su idea de Gobierno: México es el enemigo. Y Meade no protestó, sólo guardó silencio, y el que calla otorga.
¿Cómo es posible que un precandidato a la Presidencia de EU considere enemigo a México? No dijo “vecino incómodo”, o “país con problemas que les afecta”, dijo enemigo, y a los enemigos se les enfrenta con violencia. Esto lo puede decir cualquier borracho fundamentalista en una cantina pero no un aspirante a la conducción de una de las más grandes potencias mundiales. Dijo también que levantaría una muralla entre los dos países, así como los chinos hicieron la suya contra invasores.
¿Quién chingados se cree este tipo para considerarnos un país bárbaro, como los mongoles hace cientos de años? Somos dos naciones con los mismos derechos e idéntica soberanía internacional, ¿y por qué Meade se queda callado ante esto?
Trump terminó vociferando que obligará a México a pagar el costo del muro, ¿pero cómo recontra chingados cree que va a someternos a eso? ¿Piensa que vivimos dormidos abajo de un nopal? ¿Acaso cree que todos somos primos de Meade?
Si tuviéramos gobernantes con una idea de sus responsabilidades frente a la patria, estaríamos en una campaña de defensa nacional contra este tipo que quiere ser Presidente tratándonos como si fuéramos un paria en el desierto. Finalmente, comentó que los mexicanos en EU son escoria, algo muy peligroso ante la ola de violencia racial que se vive allá.
De verdad que, quien ha usado las corvas para ascender en la política, cree que el país también las tiene y, por lo tanto, debe humillarse en silencio frente a las naciones más poderosas. Poco falta para que un maniático, creyendo en Trump, la emprenda contra un grupo de pizcadores mexicanos con Meade como el Tláloc de Chapultepec, callado callado.
Pero qué tal lo vimos furibundo contra Juan Méndez, relator de la ONU para casos de Tortura, porque habló mal de nuestros angelicales policías. Así son los políticos que describía Antonio Plaza: Agresivos contra los iguales pero sumisos ante los poderosos.
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