La informalidad y el sistema financiero mexicano provocarán que dentro de 30 años, la población no tenga ahorros ni una pensión para la vejez.
De acuerdo con un informe del Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) las condiciones actuales del sistema financiero nacional son óptimas para poner en marcha acciones para incluir a la base piramidal, es decir, a la parte de la población más pobre en los sistemas de ahorro.
Las recomendaciones internacionales ya se han pronunciado al respecto, pero ha faltado la respuesta de las autoridades y las autoridades bancarias frente al reto que se les avecina.
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Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).- Si la tendencia de generación de trabajo formal se mantiene como está actualmente, la población se enfrentará dentro de 30 años a malos servicios y podrá despedirse de su derecho al retiro.
De acuerdo con el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) y los resultados de sus estudios vertidos en el libro El Sistema Financiero Mexicano, diagnóstico y recomendaciones, México requiere de mejores mecanismos que amplíen las opciones de movilidad social, entendiendo ese concepto como la posibilidad de que haya movimiento de la sociedad, tanto ascendente como descendente en el bienestar socioeconómico; tanto a nivel individuo como de los hogares.
El estudio sostiene que, aunque el sistema financiero se encuentro en un buen momento, el panorama para la industria es complejo e incierto.
Enrique Díaz Infante, Director del Programa de Sector Financiero y Seguridad Social del CEEY, explicó en entrevista con SinEmbargo, que el sistema financiero, dados los niveles tan bajos que existen de inclusión financiera, es decir la parte del ahorro, afores y seguros de los hogares, no impulsa la movilidad social, o sea, el desarrollo de las personas.
“Es uno de los descubrimientos; que habiendo una relación positiva entre el sistema financiero y el crecimiento, y teniendo posibilidades para impulsar el desarrollo, la penetración tiene un nivel bajo y no ayuda a impulsar dicha movilidad social. Vemos que el acceso al sistema financiero en lo que son los deciles bajos de la sociedad, está muy limitado. Las familias de escasos recursos no tienen acceso suficiente al ahorro, a seguros y afores, porque ahí están los rangos más altos de informalidad”, comentó.
Esto provoca que las familias no tengan ahorros vía afore, seguros y créditos financieros. Éstos son limitados, aún en el caso de las entidades de ahorro y crédito popular.
Por esta razón, gran parte de la sociedad recurre al ahorro informal, y eso también la hace limitada.
A nivel nacional, sólo 4 de cada 10 tienen esa capacidad de ahorrar en el sistema formal y no hacerlo en el sector, implica incertidumbre. En el tema de las afores, la formalidad del empleo tan baja en México y el ahorro voluntario tan pobre, que el ahorro para el retiro es muy limitado.
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“El sistema financiero en todas sus funciones de ahorro y de manejo de riesgos, tiene una penetración muy baja y aporta poco al desarrollo, no lo suficiente. Sí vemos un crecimiento de la clase media, pero mientras no se brinde formalidad en el empleo, será una población que no va a contar con ahorro para el retiro y los créditos que pueda obtener no son de la mejor calidad en cuanto a costo y plazos. Necesitamos un servicio y un sector financiero que se base en la estructura de la sociedad”, agregó Díaz Infante.
Se prevé que para el año 2030, habrá 60 millones de adultos de entre 25 y 60 años. De acuerdo con el estudio del CEEY, se estima un crecimiento de la clase media y por lo tanto, de los servicios y pensiones, ya que la población estará conformada por adultos en edad laboral.
Por tal razón, la generación de ahorro es una función esencial en el sistema financiero, “la formación de una base de ahorro es indispensable para el crecimiento económico, principalmente a través de su transformación en inversión. Para ello, se requiere de un sistema financiero que permita este proceso con fluidez”, señala el estudio.
Uno de los retos que detecta es cubrir a la población que está excluida del sistema financiero, en generar mayor ahorro para el retiro, y en mejorar la calidad en los servicios de ahorro y transaccionales.
Es el reto es contar con servicios de ahorro más adecuados a las necesidades de distintos segmentos de la población y luego la inclusión financiera como un mecanismo para permitir que los hogares puedan generar ahorro.
De acuerdo con el libro, las limitantes para la formación del ahorro en segmentos de la población se explican por costos de transacción, barreras reguladoras, falta de confianza en el sistema financiero, problemas de información, problemas de cocción social (negociación dentro de los hogares para distribución de los recursos) y sesgos en el autocontrol, forma en que se solucionan problemas financieros,
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2015 del Inegi, 44 por ciento de los adultos entre 18 y 70 años son usuarios de ahorro formal (cuentas de nómina, ahorro, cheques, a plazo y otras). De la misma población, 32.4 por ciento son usuarios del ahorro informal (ahorro en casa, tandas, familia y cajas de ahorro no formalizadas).
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“Esto a pesar de que la infraestructura actual del sistema financiero permite un mayor nivel de acceso que el que arroja ese ejercicio, lo que sugiere problemas para hacer un empate de la oferta con la demanda potencial”, agrega el texto, que señala que a menor ingreso, hay mayor dificultad para acceder al sistema financiero.
Par Díaz Infante, uno de los problemas ha sido que desde 2006, la metodología de crédito de la banca es paramétrica, es decir, con base en información dura.
Eso hace que la penetración de crédito se vea limitada, porque las empresas mexicanas (pymes) muchas están en la informalidad o en diferentes grados de informalidad y no pueden generar los estados financieros auditados o un sueldo en el buró de crédito, entonces la metodología de crédito que utilizan los grandes bancos, casi todos extranjeros, poco ayuda a mejorar la penetración.
Agregó que demográficamente irá creciendo la clase media, que requiere que la oferta de servicios se adapte a sus necesidades y no que imponga o que quiera imponer condiciones de financiamiento que no son adecuadas y que además limita las metas de crecimiento, porque al no adaptarse a las necesidades de la población, difícilmente van a cumplir con las metas que fijan sus matrices en Canadá, en Londres y España.
“Con este crecimiento de la clase media, encontramos que la industria financiera tiene que adaptarse. Así se tendrán oportunidades de crecimiento los bancos pequeños. Las encuestas que hace la CNVB de inclusión financiera, sale que uno de los principales problemas es que la gente no se acerca al sistema por desconfianza. No sabemos si está generada a raíz de la crisis del 95 o si es un tema cultural, pero es uno de los factores que inhibe al consumidor”, sostuvo Díaz Infante.
En una de las recomendaciones del libro se expone que si se le da a escoger al trabajador sobre sus aportaciones al Infonavit, fondo al que se va el 5 por ciento de su sueldo, sobre si se va a un crédito a la vivienda o para su pensión, beneficiaría a esta carencia.
De acuerdo con Infante, eso le funcionaría a la gente y además, ya lo han recomendado organizaciones internacionales y el Fondo Monetario
“El sistema financiero mexicano está viviendo un buen momento; tiene calificaciones por arriba de los requeridos y tiene un índice de morosidad abajo del promedio. Está sólido, pero hacia adelante hay incertidumbre y tiene que adecuarse a los cambios. La banca tiene que se centrarse más en el cliente, en sus necesidades. El sector financiero tiene potencial La banca tiene que concentrarse en el consumidor”, agregó.