«No todas las sustancias que se administran a los animales en los ranchos y las granjas industriales se degradan antes de llegar al consumidor final», denuncia en esta entrega Blanka Alfaro, vicepresidenta de Mercy For Animals en México.
Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– Hace unas semanas, la Procuraduría General de la República “decomisó” 26 vacas que iban a ser asesinadas en el rastro municipal de Tampico. Y unos días atrás, 19 animales de la misma instalación fueron puestos en cuarentena. En ambos casos, la razón fue la sospecha de las autoridades de que los animales habían recibido clembuterol, una sustancia que los dueños de algunos ranchos administran a los animales para que ganen peso rápidamente, aunque su uso para este fin está prohibido en el país.
La primera vez que escuché hablar del clembuterol fue hace unos 10 años mientras platicaba con un grupo de ejidatarios. Por ellos supe que “casi todo el mundo” usaba clembuterol para obtener mejores precios al momento de vender a los animales destinados al consumo humano. Unos años más tarde, escuché de nuevo acerca de esta sustancia cuando Guillermo Ochoa, el querido portero de la Selección Mexicana, perdió su oportunidad de ir a jugar al Paris Saint Germain porque “dio positivo” a clembuterol en un control antidopaje. Este resultado positivo de Memo Ochoa se atribuyó a su consumo accidental de clembuterol presente en un filete.
Esto es justamente lo que pasa: no todas las sustancias que se administran a los animales en los ranchos y las granjas industriales se degradan antes de llegar al consumidor final. En las personas, el consumo de clembuterol puede causar taquicardia, hipotensión, vómito, hiperglicemia y reducción de los niveles de potasio en la sangre. Otras sustancias administradas a los animales, como antibióticos y hormonas del crecimiento, se han encontrado en la carne comercializada. Los antibióticos presentes en la carne pueden alterar la flora intestinal humana y generar bacterias resistentes a los antibióticos, lo que constituye un grave problema de salud pública.
Al tratar a las gallinas, los peces, las vacas, los cerdos y otros animales como máquinas productoras de alimento todos perdemos. Los consumidores, que no saben con seguridad qué están poniendo en su plato y qué sustancias está recibiendo su familia por accidente; el ambiente, ya que buena parte de los desechos de las granjas se filtra a las fuentes de agua y contamina el aire; y los animales, que padecen un permanente abuso.
Mientras las autoridades resuelven qué sucederá con las vacas puestas en cuarentena y con las personas que, presunta e ilegalmente, les administraron clembuterol, cada uno de nosotros puede tomar una importante decisión: dejar a los animales fuera de nuestro plato.