Diego Petersen Farah
27/10/2017 - 12:04 am
Urgente, importante, estratégico
Dejemos a los políticos lo urgente, presionémoslos para que resuelvan lo importante, pero tomemos en nuestras manos lo estratégico.
Si nos preguntan la diferencia entre urgente, importante y estratégico todos, aunque sea por no pasar por ignorantes, diremos que sabemos perfectamente cuál es la diferencia. Y quizá sí, el problema es cuando tenemos que calificar un problema dentro de estas tres categorías. Es ahí donde comienza la discusión y, si me apuran, la confusión.
Para efectos de esta columna propongo entender la diferencia en estos términos: lo urgente es aquello que si no resolvemos hoy mañana no comemos. Lo importante es aquello que es necesario hacer para corregir los problemas estructurales. Y estratégico es aquello, y solo aquello, que aporta futuro, es decir lo que hay que hacer hoy para llegar de mejor forma al futuro deseado. Todo lo que tiene que ver, por ejemplo, con la reconstrucción, es urgente. Revisar los reglamentos de construcción es importante para evitar futuras tragedias. Estratégico es encontrar la tecnología que nos permita vivir de otra manera en las ciudades.
En las campañas para la presidencia el próximo año habrá pocos temas, aunque se hablará de muchas cosas. El primero es, sin duda, corrupción. Es el tema que marcó el sexenio y lo hará con las campañas. Otro que ha venido, tristemente, ganando terreno, es inseguridad y violencia. Y, en los últimos meses, cortesía de Donald Trump, el libre comercio y detrás de él el modelo económico de nuestro país. ¿En qué categoría los ponemos: urgente, importante o estratégico?
Los candidatos tratarán de ponerlos todos en la categoría de urgentes. Para ellos no hay largo plazo, entre otras cosas porque la elección es en julio. Su horizonte, pues, es demasiado pequeño y la mayoría nos va a proponer soluciones inmediatas para problemas estructurales. Y lo tienen que hacer, pero exijamos que levanten un poco la mirada. Si alguien nos dice que la solución para la corrupción es meter a todos al bote (y por supuesto que nos lo van a decir) tengamos claro que eso soluciona nuestra el “hambre” de venganza, pero, para seguir con la metáfora, no soluciona el problema de alimentación (lo importante) mucho menos la seguridad alimentaria (lo estratégico).
Los temas estratégicos de este país no pasarán, pues, por las campañas. Esos, que por definición son pocos, tenemos que construirlos desde la sociedad civil y ponerlos en la mesa de la discusión. Desde mi punto de vista son solo dos: la construcción del Estado de derecho (que es lo que está detrás de la corrupción y la violencia) y la nueva economía, esa que permitirá el desarrollo económico independientemente de los vaivenes del Tratado y que debe estar detrás de la reforma educativa y las políticas de ciencia y tecnología.
Dejemos a los políticos lo urgente, presionémoslos para que resuelvan lo importante, pero tomemos en nuestras manos lo estratégico.
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