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#SoyMiBarrio: La iniciativa civil que busca reactivar la economía de colonias tras el sismo en CdMx

15/10/2017 - 12:04 am

Las escenas de construcciones desmoronadas, de rostros desencajados e inundados, de ambulancias y de heridos, se propagaron por toda la capital del país, luego del sismo del pasado 19 de septiembre.

Pero en un instante, de manera espontánea, aparecieron las de cadenas humanas pasando de mano en mano cubetas llenas de escombros, de abrazos de consuelo, de oídos dispuestos, de voluntarios sanando el dolor de miles de damnificados.

Desde aquel martes 19 de septiembre nada ha vuelto a ser como antes. Las vidas cambiaron. El terremoto lo estremeció todo. Pero, de los escombros de la Ciudad de México surgió la unión, esa que ya se daba por perdida.

Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).- El terremoto del pasado 19 de septiembre no sólo sacudió la tierra y colapsó edificios, también movió conciencias y sentimientos, derrumbó divisiones y trajo unidad.

¿Indiferencia? ¿Indolencia? ¿Individualismo? ¿Egoísmo? No, en la Ciudad de México la mayoría de la gente olvidó el significado de esas palabras y optó por la empatía, la compasión, el altruismo. Simplemente se movió para ayudar al de al lado.

Las escenas de construcciones desmoronadas, de rostros desencajados e inundados, de ambulancias y de heridos se propagaron por toda la capital. Pero también las de cadenas humanas pasando de mano en mano cubetas llenas de escombros, de abrazos de consuelo, de oídos dispuestos, de voluntarios sanando el dolor.

En esta imagen captada el viernes 22 de septiembre, Isabel Campana, de 28 años, alza el puño en un gesto para pedir silencio ante un edificio derruido en Ciudad de México. Foto: Natacha Pisarenko, AP

Desde aquél día nada ha vuelto a ser como antes. Las vidas cambiaron. El terremoto lo estremeció todo. Todo. Sacó de los escombros la unión que se daba por perdida.

Muchos negocios abrieron sus puertas, no para vender sino para estrechar la cadena solidaria. Ofrecieron Internet, energía eléctrica, agua, comida, un espacio para dormir, baños… todo lo dejaron al alcance de voluntarios, brigadistas y víctimas que de un momento a otro perdieron su hogar, o peor, a un ser querido.

Por Medio De Fotografías #soymibarrio Busca Reactivar La Economía Local De Los Lugares Cercanos a Las Zonas Donde Hubo Desastre Imagen Instagram soymibarrio

LA GENTE NO SE VA

Algunas zonas cercanas a los puntos de desastre lucen hoy como colonias fantasma. El miedo se dispersó: empleados que optaron por abandonar sus actividades y habitantes que le apostaron a autoexilio.

Sin embargo, en medio de ello hay quien no se va ni piensa hacerlo. Hay quien busca sobrevivir, reactivar su negocio y continuar. #SoyMiBarrio pretende visibilizar a esas personas.

Omar Ochoa, fundador y director de la agencia de publicidad Other People, piensa que el apoyo que surgió después del 19-S no debe parar, por el contrario, debe trascender y permanecer.

Por ello, con cuatro colaboradores de la agencia que dirige y de La Colectiva, emprendieron el proyecto que hoy por hoy cuenta con cerca de 5 mil seguidores en Instagram, la red social que lo alberga.

El mercadólogo de profesión explica que #SoyMiBarrio cuenta historias a través de la plataforma digital. Por medio de fotografías, busca reactivar la economía local de los lugares cercanos a las zonas donde hubo desastre, no sólo de las colonias Roma y Condesa sino de cada rincón afectado.

Intentan que en el futuro cercano lo que la gente hace internamente en sus colonias se convierta en una bolsa de trabajo, principalmente para los negocios pequeños.

«Es el mejor pretexto para apoyar esa ‘mexicanidad’ que nos está aflorando. No nos olvidemos que tenemos gente cerca a quién apoyar. Hay que tratar de consumir lo que se mueve dentro de tu colonia», destaca.

Omar Ochoa, director de la agencia de publicidad Other People, explica que la iniciativa #SoyMiBarrio pretende convertirse también en una bolsa de trabajo. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo

LA VIDA DESPUÉS DEL TERREMOTO

«Este sismo me cambió la vida por completo», sostiene Omar, quien con su equipo presenció la tragedia del edificio de Álvaro Obregón 286. Da gracias a Dios por estar vivo y porque sólo se quedara en un susto para él, su familia, compañeros de trabajo y amigos.

Tiene muy claro que el movimiento telúrico movió almas, corazones y conciencias. Y eso debe quedarse y provocar que la gente continúe actuando hombro con hombro por el país.

«No podemos pensar que los días pueden seguir uno tras otro sin poder ayudar a la gente, sin ser más humanos, más amables, sin sonreír: esas cosas tan básicas que se nos olvidan. Cuando sucede algo así se te mueve el piso, pero al mismo tiempo te mueve el alma. Te das cuenta de que puedes hacer mucho por tu propia Nación, por tu propia ciudad y por tu propio barrio», afirma.

LA COLECTIVA Y SU DÉJÀ VU 

Alfredo Couturier Hernández, director operativo de La Colectiva, la agencia de publicidad que trabaja de la mano de Other People, comenta que entre ambos comercios suman 40 personas que reaccionaron ante las necesidades de la gente afectada.

El día del sismo, el personal de Other People y La Colectiva ayudó a evacuar un kinder cercano, a sacar escombros en la esquina de Ámsterdam y Laredo, en la Condesa. Vieron cómo el Parque España se convirtió en un enorme centro de acopio.

«Donde hiciera falta una mano, sumarte; si hacía falta comida, llevarla. Fue instintivo, fue el instinto de sobrevivencia», cuenta.

Alfredo Couturier, director operativo de la agencia de publicidad La Colectiva, dice que el dolor de todos los empujó a dar una ayuda instintiva después del sismo  Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo

Durante los días posteriores a la tragedia, las oficinas situadas en la colonia Roma permanecieron cerradas para el trabajo de las agencias, no así para voluntarios, brigadistas y víctimas que requerían cargar su celular, conectarse a internet, utilizar un sanitario o simplemente beber un poco de agua.

Mientras tanto, los colaboradores implementaron una red interna en la que organizaron colectas de objetos muy específicos que eran requeridos en los derrumbes, principalmente.

A través de la red de WhatsApp se pedían sierras y guantes de cierto tipo, trajes de tylex, botas para perro, discos para cortar y bolsas para transportar los cuerpos de las víctimas mortales.

Inmediatamente alguien se ofrecía a conseguir lo que se se solicitaba, incluso se llegó a pedir del interior de la República Mexicana y una vez en la capital, no faltó el ciclista que pedaleó con furor para hacerlo llegar a la zona cero en apenas algunos minutos.

No es la primera vez que Alfredo ve a la ciudad unirse por la desgracia. En 1985, el año en que llegó a vivir a la Ciudad de México, vivió también un terremoto, aquel que dejó un saldo de más de 10 mil personas fallecidas. A sus 14 años, el muchacho fue voluntario en la calle Chihuahua. Después, 32 años más tarde, la historia se repitió.

«Fue un Déjà vu, la pesadilla que nunca quisieras que se repitiera, pero se repite. [Y otra vez] actúas por instinto, por ayudar cuando ves el dolor de todos», comenta.

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