Gustavo De la Rosa
03/10/2017 - 12:01 am
Solidaridad con Tehuántepec
Uno de los recuerdos más agradables de mi niñez son los billetes de 10 pesos, con la imagen de una mujer de cara redonda y cuello blanco. Me causaba gozo tener uno de esos billetes, porque al mismo tiempo que tenía a una mujer muy bonita tenía un billete muy valioso (sobre todo para un […]
Uno de los recuerdos más agradables de mi niñez son los billetes de 10 pesos, con la imagen de una mujer de cara redonda y cuello blanco.
Me causaba gozo tener uno de esos billetes, porque al mismo tiempo que tenía a una mujer muy bonita tenía un billete muy valioso (sobre todo para un niño de ocho años de edad), y me dolía desprenderme de ellos.
El billete tenía una leyenda que decía “tehuana” y, cuando tuve oportunidad, le pregunté a mi padre qué significaba. Él me explicó que así eran las mujeres del Istmo de Tehuántepec, la gran importancia que tenía esa región y, aunque era la década de los cincuenta, me decía que era la cintura de México, con un gran potencial de desarrollo por su cercanía al Océano Pacífico y al Golfo de México.
Para uno nacido a más de mil kilómetros de cualquiera de aquellos cuerpos de agua, esto sonaba mítico. Luego, en los setenta, los estudiantes de izquierda de Chihuahua nos identificamos con Juchitán porque nuestros movimientos sociales eran similares.
Después diferimos, cuando ellos participaron en las elecciones nosotros seguíamos esperando la revolución y el cambio rápido de estructuras en el país, y ese fue el un gran error de la izquierda estatal del cual apenas empieza a recuperarse.
Allá ganó la oposición y fue el primer municipio democrático de izquierda en el país; pero acá toda la fuerza y redes ciudadanas que construimos se fueron al PAN, donde descubrieron la fuerza del voto, confrontaron al Estado y nos dejaron en los puros huesos, discutiendo la teoría del Estado comunista y su tránsito hacia la destrucción de toda la superestructura burguesa.
Hoy dramáticamente nos reencontramos en su tragedia: En Juárez se ha estructurado un centro de acopio cercano a Morena y Lizzy Guzmán, activista muy activa, propone apoyar al Istmo porque ella conoce gente honorable en la región (pues es originaria de Matías Romero, a menos de una hora de Juchitán).
Buscamos el enlace en la región y encontramos que la gente de allá se formó en torno a Rosalinda Dominguez, otra mujer de cara redonda como la del billete de 10 pesos, una gran brigada que reúne alimentos y otros víveres, y que directa y personalmente lleva a las diversas comunidades los donativos enviados desde el norte y otras partes de la República.
Solamente ese grupo y el Ejército están haciendo los recorridos, pues después del temblor del 7 de septiembre dos tormentas tropicales han azotado la región, dejando a sus pobladores días bajo la lluvia y haciendo el tráfico por la misma casi imposible.
Mientras tanto, el 19 de septiembre la naturaleza le recordó a la Ciudad de México el temblor del 85 y se advirtió que no basta con cambiar de nombre la ciudad, sino que hay que aprender a respetarla y terminar con la corrupción e impunidad que invade muchos espacios de Gobierno.
Pero ese temblor también golpeó a la gente del Istmo, aunque lamentablemente algo que sucede en la Ciudad de México opaca lo que sucede en el resto de la nación.
Viendo el mapa de Oaxaca advertimos que los daños van de mar a mar, tan sólo en el Istmo fueron destruidas 122 comunidades y entre los damnificados existen muchos pueblos de las etnias originarias, para quienes el sufrimiento parece ser la única compañía permanente en esta vida.
Apoyemos al Istmo de Tehuántepec, como si también fuera la Ciudad de México.
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