Las mujeres detrás del asesinato del hermano de Kim Jong-un se declaran no culpables

02/10/2017 - 9:04 am

Kim Jong-nam murió envenenado por dos mujeres el 13 de febrero en el Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur. Ambas serán juzgadas el lunes en Malasia y podrán ser condenadas a muerte, pero un periodista de la revista estadounidense GQ investigó el caso y especula que al menos una de las acusadas fue engañada por agentes encubiertos y que actuó en ignorancia

La Vietnamita Doan Thi Huong Y La Iindonesia Siti Aishah En Fotos Difundidas Por La Policía De Malasia Foto Reuters

Por Noel Caballero

Shah Alam (Malasia), 2 oct (EFE).- Frías mercenarias que ejecutaron una misión o títeres en manos de agentes de Pyongyang; esa es la duda que se cierne sobre las dos mujeres acusadas de matar a Kim Jong-nam, hermano mayor del líder norcoreano, Kim Jong-un.

Con porte serio y sin mediar palabra, la indonesia Siti Aisyah -de 25 años- y la vietnamita Doan Thi Huong -de 29- se declararon hoy ante un juez por primera vez no culpables de asesinato, un cargo que se castiga con la horca.

Las dos acusadas llegaron entre fuertes medidas de seguridad, esposadas y protegidas con chaleco antibalas, al tribunal en la ciudad de Shah Alam, situada unos 25 kilómetros al suroeste de la capital malasia.

Al ser cuestionadas sobre su culpabilidad, y con la mediación de los traductores, ambas negaron con la cabeza.

Las dos mujeres aseguran que no se conocían entre sí antes del asalto mortal perpetrado el pasado 13 de febrero contra Kim en el aeropuerto de Kuala Lumpur.

Las acusadas se acercaron a la víctima cuando estaba imprimiendo su tarjeta de embarque y le frotaron el rostro con un paño impregnado por el agente nervioso VX, considerado por Naciones Unidas como arma de destrucción masiva.

En cuestión de segundos las mujeres perpetraron un ataque coordinado que parece ensayado y ejecutado casi a la perfección, sino fuera por que las cámaras de seguridad del recinto aeroportuario las captaron «in situ» y emprendieron la huida.

Dos días después, la vietnamita fue arrestada en el mismo aeropuerto cuando trataba de abandonar el país y al día siguiente la indonesia fue detenida por las autoridades en un hotel capitalino.

Los dos testificaron ante las autoridades que fueron contratadas por un grupo de hombres, presuntos agentes norcoreanos, para aparecer en un programa de bromas y que creían que la sustancia era aceite para bebés.

También señalaron que habían interpretado la misma burla con anterioridad en otras partes de la capital.

Los abogados defensores de las mujeres, Gooi Soon Seng -de la indonesia- y Hisyam Teh -de la vietnamita- aseguran que sus representadas desconocían que estaban cometiendo un asesinato y fueron utilizadas por los individuos que las contrataron, quienes urdieron la trama y partieron hacia Corea del Norte una vez el plan fue consumado.

Sin embargo, la ex agente norcoreana Kim Kyon-hui, una de las autoras del atentado mortal contra un vuelo surcoreano en 1987, dijo a un diario japonés que las dos acusadas eran probablemente mercenarias contratadas.

La ex espía también dejó patente sus dudas sobre el entrenamiento recibido por parte de las asaltantes y aseguró que al menos no fueron adiestradas por Piongyang.

Procedentes de zonas rurales en sus países, Aisyah y Doan emigraron a Malasia con el sueño de hacerse un hueco en el mundo del espectáculo y en busca de un futuro más próspero.

La vietnamita, quien subía a Youtube videos mientras practicaba inglés bajo el sobrenombre de «Ruby Ruby», incluso llegó a participar en un programa musical de su país, en el que duró poco más de 20 segundos.

Un día antes del asalto, la indonesia celebraba su cumpleaños con unos sus amigos a quienes confió su deseo de convertirse en una estrella de internet, según un vídeo compartido en las redes sociales.

Aisyah y Doan llevaban un tiempo trabajando en locales de ocio y masajes en Kuala Lumpur y alternaban en zonas conocidas por la compraventa de sexo.

Fue en este ambiente en el que conocieron a los norcoreanos, quienes ofrecieron a las féminas unos 80 dólares por cabeza por participar en el montaje, que a la postre conllevó la muerte de Kim Jong-nam.

El mismo grupo de hombres, reclamados por la justicia malasia a través de la Interpol, observaron la ejecución del plan desde la distancia en el mismo aeropuerto y acto seguido huyeron del país.

Al final, el sueño de las acusadas de ser conocidas en todo el mundo se cumplió en forma de pesadilla a través del episodio mortal, aunque la citada ex agente norcoreana catalogó de inverosímil la versión de las imputadas.

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