Pocas relaciones involucran tanto amor-odio como la de los capitalinos con el Metro, que si bien, es el transporte colectivo más eficiente, en algunas ocasiones resulta más bien una pesadilla. Están a punto de cumplirse 48 años de su primer viaje oficial, por lo que Magazine hace breve recuento por su historia.
Ciudad de México, 3 de septiembre (SinEmbargo).–El 4 de septiembre de 1969 se inauguró la primera línea del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), la rosa, que llevaba entonces de Zaragoza hasta Chapultepec. El primer viaje, lo dio el Presidente Gustavo Díaz Ordaz con su gabinete e invitados especiales. Abordaron en Insurgentes y viajaron casi por completo por los más de 12 kilómetros que recorría el convoy.
La construcción inició dos años antes, el 19 de junio de 1967, una fecha que con el tiempo se volvería simbólica para el Metro, pues un año después se dio el primer «taladrazo» para construir las Líneas 2 y 3; y el mismo día pero de 1969, el primer director del STCM, Leopoldo González Sáenz y el del Metro de París, Georges Deron, depositaron los primeros boletos dentro de los torniquetes y dieron un recorrido para comprobar que el sistema estaba listo para estrenarse.
Antes de todo ello, hubo algunas dificultades para que el proyecto fuera aceptado. Según información del Archivo General de la Nación (AGN), la compañía Ingenieros Civiles Asociados presentó un anteproyecto de tren subterráneo para mejorar la movilidad de la ciudad que fue rechazado en reiteradas ocasiones por varios motivos: el principal era que la ciudad se encontraba en una zona sísmica, su suelo era pantanoso y susceptible a inundaciones. Estos argumentos sustentaban la negativa para oponerse a la magna obra del entonces Regente de la ciudad, Ernesto Uruchurtu, conocido como el «regente de hierro».
Sin embargo, se supo después que la verdadera razón por la que el Regente se opuso, fue para evitar que la mancha urbana creciera descontroladamente. Tal como sucedió, se fueron poblando los lugares por donde pasaba el Metro, proyecto que aceptó Alfonso Corona del Rosal, regente del Departamento del Distrito Federal, que lo sucedió.
La primera etapa incluyó tres líneas y finalizó oficialmente el 20 de noviembre de 1970, con la inauguración del tramo Tlatelolco – Hospital General; aunque en realidad, se terminó de construir hasta agosto de 1984 con la adición de Tacuba a Cuatro Caminos, de la Línea azul.
Tal como el «regente de hierro» lo vaticinó, cada punto que el Metro tocaba, no sólo se pobló, también cambió los patrones económicos, sociales y culturales. Se acortaron distancias y se conectaron centros productivos, de servicio y habitacionales.
«Es verdaderamente difícil darse cuenta de que hacen falta solamente 17 segundos para que el METRO de México se encuentre corriendo a 80 kilómetros por hora. Más increíble aún es el hecho de que tantas toneladas se detengan hasta el reposo absoluto sin sentir sacudidas, ni presiones y sin caerse unos sobre los otros», se podía leer en una edición del periódico oficial del Estado Mexicano, llamado El Nacional.
LA IDENTIDAD
La identidad gráfica que el Metro lleva consigo hasta el día de hoy, desde su logotipo a la iconografía de cada estación y la señalización en general, corrió a cargo de dos mexicanos, Arturo Quiñónez y Francisco Gallardo y el diseñador estadounidense Lance Wyman, quien después de los Juegos Olímpicos de México 68 (donde también hizo la imagen) se quedó a planear cómo luciría el próximo tren metropolitano.
En el Museo del Metro, abierto en enero de 2017, informan con las propias palabras de Wyman, cómo desarrolló el trabajo en conjunto con ingenieros y arquitectos que participaban en el diseño y construcción:
«Ellos eran en cierto modo representantes de las distintas comunidades que se verían beneficiadas por el sistema y conocían a la perfección las dinámicas o leyendas que nos ayudarían a determinar la imagen adecuada. Por ejemplo, la estación Chapultepec está representada por un chapulín, mientras que la estación Sevilla corresponde a un acueducto que se utilizaba durante la etapa Virreinal para llevar agua hasta la ciudad y cuyos vestigios se encuentran cerca de la estación.
En la estación Pino Suárez, por su parte, se utilizó, la imagen de una pirámide redonda dedicada al dios azteca del viento, Ehécatl, que fue descubierta durante las obras de excavación de la estación.
En términos generales, los íconos cumplen dos funciones fundamentales: por un lado, sirven de apoyo tanto para residentes locales que no saben leer como para turistas que tienen dificultades pronunciando y recordando nombres como Juanacatlán, Chapultepec, Insurgentes o Cuauhtémoc; por otra parte, ayudan a crear una identidad al lugar, cuando son utilizados en signos y mapas, los íconos se convierten en referencias visuales de la historia, así como de las costumbres de la ciudad. Es ese sentido, es importante mencionar que cada ícono debe hacer referencia a una imagen familiar que pueda describirse en cualquier idioma: pirámide, mariposa, campana, penacho, etc. Es decir, indicaciones como ‘nos vemos en la estación de la campana’, pueden darse en español, inglés, japonés o cualquier otro idioma o lengua».
EL METRO EN CIFRAS
LO MALO
Sólo en lo que va del año, 23 personas se han suicidado en alguna de las estaciones del STC Metro, según sus propios datos. Un número que se acerca al total de 2016, que terminó con 29 muertes de este tipo. Aún pese a que el programa «Salvando Vidas», cuya estrategia más reciente es la colocación de imágenes del Volcán de Colima en los andenes, informa que ha evitado que 54 personas consumen el acto.
Pero las personas que finalizan su vida en las vías del Metro, no es el único evento dramático que se puede ver entre las instalaciones. Apenas esta semana, y en realidad, a lo largo de todo el 2017, la infraestructura de varias estaciones ha demostrado que no puede soportar tormentas como las de este último verano, al inundarse, mostrar fallas en los trenes, falta de energía eléctrica y sobre todo, deficiencia en la respuesta de las autoridades.
Pero muchos años antes, 41, para ser exactos, ocurrió lo que nadie esperaba, algunos sospechaban y pocos recuerdan: dos trenes chocaron el uno contra otro en la estación Viaducto de la Línea 2. Fue la mañana del lunes 20 de octubre de 1975 cuando la falta de comunicación reinó, el conductor de atrás no pudo frenar y se estrelló a 70 kilómetros por hora con el convoy que estaba estacionado sobre la Calzada de Tlalpan.
31 personas murieron y por lo menos 70 quedaron gravemente heridas. El único culpable fue ese conductor que no pudo frenar y terminó en Lecumberri, sin embargo, el periodista Luis Guillermo Hernández escribe que los abogados del inculpado y el Sindicato del STC denunciaron irregularidades como la falta de un piloto automático, no obstante, el director del Metro y autoridades del entonces Distrito Federal consiguieron callar el asunto y aún ahora es difícil conseguir información oficial del accidente.
El viernes 18 de septiembre de 2009, Luis Felipe Hernández Castillo de 38 años ingresó a las instalaciones del Metro Balderas, en la Línea 3, en donde vandalizó las paredes. Al ser detenido por un elemento de la Policía Bancaria e Industrial, sacó una pistola y comenzó a disparar contras los usuarios.
Eran alrededor de las 5 y cuarto de la tarde. Tras un enfrentamiento con el hombre, murió un civil, luego identificado como Esteban Cervantes Barrera, un albañil de 58 años y Luis Felipe Hernández, un policía.
LO BUENO
Sólo en 2016, se registraron cuatro nacimientos en alguna de las estaciones de la red del STC y este año, fue Boulevard Puerto Aéreo, donde se recibió un bebé, el pasado 18 de agosto.
A todos ellos, se les da acceso vitalicio al transporte.
La cultura dentro del Metro ha estado presente desde sus primeros días. La primera exposición que ahí hubo se llamó «Imagen México» que además fue la primera expo multimedia en el país. Ésta abarcó las 16 estaciones de la Línea 1 y la idea era presentar un retrato del país, teniendo como punto de partida la Glorieta de Insurgentes. Había fotos de todo tipo, de la gente, de la vida cotidiana, de la flora y fauna de México, de su transporte y sus paisajes.
La tendencia siguió hasta la creación del Museo Túnel de la Ciencia, en 1988, ubicado en la estación La Raza, de la línea amarilla y verde.
Desde 2004, el programa «Leer de Boleto en el Metro» comenzó a funcionar, como un sistema de préstamo de libros en el que no era necesario dejar nada a cambio, sólo la promesa de regresarlo una vez terminado para que alguien más pudiera disfrutarlo.
Posteriormente, se han puesto en marcha otros programas como «Cultura entre líneas», «Metrofest», entre otros, con los que a diario hay conciertos, exposiciones y otras actividades culturales.
Actualmente, la estación Zapata de la Línea 12 tiene una de las expos más grandes, sobre caricaturistas mexicanos y La Familia Burrón.