Son dos historias en dos estados mexicanos en los que por lo menos el 50 por ciento de su población vive en pobreza. Donde hay carencias, pero no falta voluntad para mejorar. En una, un grupo de jóvenes de escasos recursos en Oaxaca, llenan con su talento las redes sociales con un cóver en instrumentos de viento del éxito del momento. En la otra, un grupo de artistas y ciudadanos trata de cambiar la imagen de una de las colonias más peligrosas de Tabasco, con murales en sus edificios.
Ciudad de México, 16 de julio (SinEmbargo).– Hay clarinetes, trombones y saxofones. Al fondo, ropa y jergas tendidas, niños –la mayoría hombres– en tenis y algunos en huaraches. El video se presenta como «D-E-S-P-A-C-I-T-O #Ensayando #EnFachas» que alrededor del segundo 20 suelta una melodía conocida pero muy distinta de como estamos acostumbrados a escucharla. Tiene a la fecha, más de 161 mil reproducciones, arriba de 2 mil 600 reacciones y 3 mil 100 personas lo han compartido. Se trata de una de las piezas que la banda del Centro de Integración Social número 8, en Oaxaca, subió a su página de Facebook sin pensar que tanta gente le prestaría atención.
San Bartolomé Zoogocho es uno de los 570 municipios en los que está dividido el territorio oaxaqueño. Mide apenas 10 kilómetros cuadrados y para el 2010, el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (Inafed) calculó 368 habitantes, de los cuales, sólo 35 habían terminado su educación secundaria.
En su Centro de Integración Social (CIS) asisten alrededor de 200 jóvenes, entre el nivel de primaria, secundaria y los «especialistas», aquellos que sobresalieron en alguna de las actividades de los talleres, pero no tienen los recursos suficientes seguir estudiando. En los distintos niveles, los estudiantes viven con no más de los 28 pesos al día que las becas gubernamentales les otorgan.
«Es un internado donde tenemos alumnos que reciben una beca a través del Instituto Estatal de Educación Pública de 28 pesos diarios, los servicios que se les ofrecen es de alimentación, las tres comidas completas durante el día durante todo el ciclo escolar, ellos permanecen aquí sábados y domingos. Tenemos un horario discontinuo por lo que tienen que ingresar forzosamente a un taller: hay de carpintería, herrería, panadería, talabartería (en donde elaboran huaraches), corte y confección, de lutheria, donde sólo entran los más grandes. El taller de música es el que más demanda tiene y el que más se ha dado a conocer», dice la profesora Manuela Veneranda Luna Ríos, directora del CIS 8.
En entrevista con Magazine, comenta que desde el primer grado de primaria, los niños reciben estas clases de música y al terminar esta educación, algunos tienen la opción de solicitar su permanencia en el centro y aunque asisten a la secundaria de la comunidad, son apoyados con becas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), que les otorga alimentación de lunes a viernes, servicios de lavandería y un apoyo de 28 pesos cada domingo.
«El siguiente nivel, son los jovencitos que terminan la secundaria y desean seguir porque aquí han encontrado un apoyo y si son huérfanos o niños que provienen de familias de escasos recursos o donde los papás están separados y no tienen los medios, se han dado cuenta que aquí pueden seguir y sienten este internado como su hogar», dice.
Dentro del proyecto “La música, escuela y comunidad”, la banda formada por los jóvenes del taller de música asiste a eventos sociales de las comunidades en la región serrana, fiestas patronales, dan conciertos especiales o hacen intercambios con bandas de otras regiones.
«En estos centros, los jóvenes especialistas del tercer nivel se capacitan a lo largo de tres años y se dedican sólo a la música. Aquellos que tienen posibilidades de seguir estudiando se van a la Nacional de Música, a la Ollin Yoliztli o a la de Jalapa. Los que no tienen la posibilidad, la misma institución los apoya para que se perfeccionen y las comunidades circunvecinas o incluso de otras regiones solicitan a instructores de música y se les comisiona para que vayan y empiecen a preparar a niños a manera de servicio social. Los jovencitos que han tenido la posibilidad de irse a otra escuela a hacer su carrera tampoco olvidan que aquí se les dio la formación y regresan con frecuencia, cada verano hay cursos porque vuelven y hacen su labor social de un par de semanas», continúa la profesora.
«Tocan de todo», dice en entrevista telefónica Luna Ríos, situación que se puede ver en YouTube donde tienen ya varios videos en los que se les puede ver tocando un huapango o bien un popurrí de Juan Gabriel. O sí, el arreglo de reggaetón que se hizo viral.
«El maestro no les permite a los niños de primaria y secundaria usar celular, pues es muy selecta la música que tienen que escuchar, sin embargo estamos atiborrados de los medios y no podemos coartarles la libertad de que conozcan otro tipo de música, entonces ellos a través del arte están transformando algo que quizá a algunos no les parece, pero la forma en la que lo hacen y ese talento y capacidad que tienen para un arreglo es lo que se valora», menciona la directora.
El responsable de dicha melodía es Gustavo Ojeda, un joven que está en su último año de formación como especialista y que espera que esta proyección en redes sociales le sirva para encontrar alguna oportunidad de trabajo y formación fuera de la comunidad.
«El maestro desde inicio de ciclo los puso a que hicieran sus arreglos, empezaron con villancicos, les dijo que cada quien iba a presentarlo y dirigir a la banda. Lo hicieron, incluyeron a toda la comunidad escolar, los niños cantaron. A partir de ahí a este niño talentoso, porque tiene varias canciones, se le ocurrió hacer un arreglo con ‘Despacito’, lo grabaron casualmente y lo subieron. No esperaban que sucediera todo lo que pasó, pues así han subido otras piezas y ¡qué bárbaro! sí se sorprendieron, ellos están muy contentos. Ya es su último año en la institución pero si él pide seguir por no tener posibilidades, aquí se le va a seguir dando el apoyo y cuando surja la necesidad de un instructor de música, a él se le va a mandar. Yo hablé con él recientemente, antes de que subieran esta pieza le pregunté ‘¿qué vas a hacer?’ y me dijo ‘estoy buscando, quiero ver si puedo trabajar, porque sí quiero hacer mi carrera pero antes quiero trabajar porque no tengo posibilidades’, pues su familia es de escasos recursos. Con todo esto, esperan que le salga una oportunidad para trabajar o para beca», dice la profesora Manuela.
Con 70 niños actualmente en el taller de música, la maestra está consciente que la situación en el estado y el país es complicada, por ello, el fin de este tipo de centro de integración es darles las herramientas necesarias para poder sobrevivir:
“Esa es la tarea de nosotros como maestros, orientar a los alumnos para que por sí mismos vayan construyendo sus propios conocimientos, sus talentos y que se vayan trazando rutas que los lleven a una superación personal y que en el futuro tengan una forma de sobrevivencia, se les está capacitando para el trabajo, de tal forma que si no tienen facilidad de seguir estudiando, por lo menos tengan una forma de sobrevivir de manera honrada y digna. Tenemos ya la experiencia y el ejemplo con otros jovencitos que han estudiado y nos da gusto verlos después en sus talleres bien establecidos, donde ellos mismos dicen ‘si no hubiera sido por el CIS yo no sé qué estaría haciendo ahorita’.
CIUDADES DE COLORES, CIUDADES FELICES
A unos 900 kilómetros de San Bartolomé Zoogocho está Villahermosa, Tabasco, específicamente la colonia Gaviotas, sitio que fue golpeado por la inundación sucedida entre octubre y diciembre de 2007. Es también un lugar que tras un breve repaso por la sección de noticias locales, se pueden leer titulares como estos: «Reina anarquía en calles y banquetas», «En Gaviotas viven bajo temor», «La colonia Gaviotas, entre maleza y grafitis», «Hallan a un ejecutado en la colonia Gaviotas Norte de Villahermosa»…
Es por ello que nació Ciudad de Colores, concebido por la chef Lupita Vidal quien posee un restaurante en la calle Francisco José Hernández Mandujano, casi esquina con la Cerrada Chico Che, también impulsor involuntario del proyecto.
«Estamos conformados por emprendedores, artistas plásticos y gráficos y ciudadanos. Esto sale de un proyecto de junio del 2016 que se llamó Chico Che Arte, él es nuestro representante musical mundialmente, fue un artista que tuvo mucho éxito en los 80’s y la fecha sigue siendo importante para nosotros. Esto se hizo en una calle que se llama Chico Che precisamente, en la colonia Gaviotas, que es de las más antiguas y populares que hay aquí en Tabasco y como honor, decidimos pintar un Chico Che gigante en uno de los edificios del conjunto habitacional», explica Daniel Toledo, vocero de Ciudad de Colores a Magazine.
Fue en septiembre del año pasado cuando les surgió la idea de hacer más grande el proyecto y adornar los seis edificios del complejo habitacional, ya no con la figura del ídolo musical, sino con todo lo que representa el estado: su flora, fauna, gastronomía, cultura, e historia. «Llegamos a la idea de llamarlo Ciudad de Colores, con la misión de hacer que la gente que no es de Gaviotas y que le tiene miedo porque se le considera una colonia peligrosa, vea que no, que la gente chambea, que es normal y con esos murales, invitar a la gente a que cruce el río, pues nos encontramos al otro lado del Río Grijalva», continúa.
Actualmente y hasta el 26 de julio, el colectivo está en una campaña de fondeo en Kickstarter, de la cual llevan poco más de 51 mil pesos, de los 380 mil que piden.
«Los necesitamos para comprar material y pintar los edificios, después de eso vamos a ver qué pasa porque su política es ‘todo o nada’ y si no llegamos a la meta el dinero se regresa a los que ya donaron. Si no se puede, vamos a hacer kermeses, carreras, para poder juntar el dinero porque tiene que pasar, no nos vamos a quedar a la mitad del proyecto. Queremos terminar en esa sección antes de irnos a otro lado, nos han mandado mensajes de otras colonias, incluso de otros municipios y algunos de otros estados preguntando para mandar este proyecto para allá. Y nos gusta, pero todavía no podemos movernos hasta terminar en Gaviotas. Estaría genial que un estado se uniera y lo quisiera hacer, quizá no con nosotros como staff allá pero sí bajo el nombre de ‘Ciudad de Colores’”, dice Daniel.
EL ARTE CONTRA LA VIOLENCIA
De acuerdo con un estudio de la Pontificia Universidad Javierana en Bogotá, Colombia existe una relación importante en la mejora de la calidad de vida con la intervención de espacios públicos. Otros casos como Santurce, un barrio de San Juan, Puerto Rico que a partir del proyecto “Santurce Ley”, devolvió la vida a este espacio marginado que hoy vive una reactivación a través del arte urbano.
En Gaviotas, los vecinos está colaborando, dando acceso a sus paredes, el permiso de pintar, los niños cada tarde salen y le ayudan a los artistas con brochazos, les llevan agua, pozol, comida, según cuenta Toledo.
«Los invitamos a que conozcan el proyecto, que se enamoren para que puedan donar aunque no sean de acá a veces podemos hacer algo, esa es la idea, que se vea que en el sur también hay cosas interesantes, que también nos gusta lo bonito y que estamos echándole ganas para que se nos haga realidad, para que al final se haga algo que se reproduzca.
Hay ciertos estudios que han demostrado que la gente se comporta mejor en lugares más cuidados, no quieren ser ese personaje que eche a perder lo bonito. Este proyecto no lo inventamos nosotros, se han visto muchos ejemplos en el mundo, hay uno en una favela de Brasil, que pintaron colinas donde ellos viven. No quiere decir que la delincuencia se vaya al 100 por ciento, pero sí ayuda a que la gente se comporte un poco mejor y es lo que estamos buscando, que poco a poco pueda regresar la armonía a Gaviotas. Con esfuerzos como estos, el arte transforma», finaliza.