El ensayista español (nacido en Madrid en 1982) acaba de ganar la octava edición del VIII Premio Málaga de Ensayo, con su libro Iconomaquia. Imágenes de guerra, un tratado sobre los discursos de las contiendas bélicas, más allá de quienes las protagonicen. Antes, en 2013, había sido finalista del Premio Anagrama de Ensayo con Filosofía Zombi. Hay una relación de uno con el otro, dice el autor.
Ciudad de México, 24 de junio (SinEmbargo).- “Hay una relación de uno con el otro”, explica Jorge Fernández Gonzalo al hablar de sus sendos libros de ensayo. El primero, Filosofía Zombi, publicado por Anagrama en 2013 y el otro, Iconomaquia. Imágenes de guerra, reciente ganador del VIII Premio Málaga de Ensayo.
“Una visión más negativa del zombi viene a decir que hemos perdido las emociones, hemos perdido el contacto humano, cierto apego a lo cotidiano, pero una visión más positiva también nos descubre que tenemos que aprender a vivir en ese contexto de mundo mediatizado, donde la tecnología nos une y nos separa al mismo tiempo”, dijo entonces con respecto a su libro de zombis.
Hoy, expresa, “es tan fácil contemplar la guerra y sus imágenes como difícil es transcribir verbalmente sus signos: la verdad de la guerra resbala siempre entre las fisuras del discurso”.
Fernández Gonzalo, uno de los pensadores y creadores más valiosos y versátiles de las últimas hornadas, dice que la guerra se ha convertido en uno de los principales índices de datación histórica.
A partir de ella, articulamos la masa de acontecimientos, se negocian nuevos modos de organización política y se reconfiguran las fronteras. Pero ¿cómo vemos la guerra, de qué manera percibir su brutalidad, a través de qué filtros atenuamos sus consecuencias y trivializamos su impacto?
En las páginas de Iconomaquia. Imágenes de guerra se produce un acercamiento a lo que podríamos definir como una logística de la percepción, una reflexión sobre los mecanismos y aparatos que traducen el vínculo con lo sensible, la inmersión directa en la guerra y sus procesos, en una batería de signos y píxeles atrapados al otro lado de la pantalla.
¿Por qué el nombre?
“Tuve dudas sobre el título y pensé en hacer un título más lógico, como la guerra de las imágenes o algo así, pero creo que iba a ser demasiado evidente. Lo que yo quería crear era una herramienta conceptual, por eso preferí dejar como subtítulo Imágenes de guerra y llamarlo Iconomaquia”, explica el ensayista.
Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, con un estudio sobre la poesía de Claudio Rodríguezy Doctor en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, con una tesis sobre Slavoj Žižek. Jorge ha comenzado como poeta hasta su etapa puramente ensayística.
“En mi libro no hago un recorrido histórico pasando por todas las guerras, no hay un seguimiento a todos los conflictos, simplemente marcando un pequeño itinerario para marcar correspondencias, relaciones, la percepción, las imágenes, la guerra como tal”, cuenta.
“He intentado abarcar los fenómenos importantes, como las Guerras Mundiales, Auschwitz, el 11 S, pero siempre he priorizado que existiera alguna anécdota o algún contenido llamativo o algo que ligara la imagen, la percepción, con el fenómeno bélico”, añade.
“La guerra es una página en blanco surcada por el azar de sus signos”, dice Jorge Fernández Gonzalo, al trazar un paralelismo bastante “complejo entre la literatura y la guerra”.
“Creo que es una de las partes más originales del libro y cuando me refiero a la literatura lo hago describiendo un cielo límpido, lleno de signos y cuando me refiero a la guerra lo hago hacia un texto que no se puede comprender enteramente”, dice.
“La literatura es como la guerra, hay un mar de signos pero no se puede trasladar enteramente a un discurso lógico, entendible. Hay algo de asombro, de inconsistencia, de incoherencia, que le es propio. Los estudios literarios se parecen a los estudios sobre la propia guerra”, precisa Jorge.
Leer el libro Iconomaquia se parece un poco al cine, cuando en War Machine, por ejemplo, el héroe Brad Pitt dice que vive la guerra sin poner un pie en el piso, vive en una realidad especial.
“Podemos con mi libro hacer una genealogía de cómo los propios líderes, los propios generales, han enfrentado la guerra de diferentes modos. En la Edad Media los líderes iban a caballo, se perdían en medio de una loma, sin embargo, con el propio devenir del tiempo el general ha dejado de estar en el puesto y se ha dedicado a generar la guerra dentro de un despacho, a través de una pantalla”, afirma.
Jorge Fernández Gonzalo hace un tratado sobre Guernica. Cuando el embajador alemán le pregunta a Pablo Picasso, ¿Es suya la obra?, éste le contesta, “No, suya”.
“La verdad es que participar en el Premio de Málaga fue bueno hacerlo con algo ligado a un artista malagueño, pero fue casualidad. Guernica imposibilita la guerra y su imposibilidad de expresión. La guerra en Guernica recurre a símbolos y a movimientos metonímicos, hay como una bombilla que escenifica la bomba, hay una fotografía en blanco y negro de algo que no es una fotografía, vemos el lenguaje visual del cubismo mezclado con una fotografía, la forma más gráfica de ejemplificar la realidad”, dice.
“La obra nos muestra la imposibilidad de expresar una guerra, mezclando el discurso pictórico con el discurso fotográfico”, expresa.
La guerra y la propaganda también son analizados en Iconomaquia, tratando de analizar por un lado la guerra como imagen y la guerra como discurso.
“La propaganda es la cohesión perfecta entre imagen y palabras”, dice Jorge, quien también expresa que el libro de los zombis y el de la guerra “se complementan, incluso en la vida personal, porque escribí el de la guerra muy cerca del de los zombis. Este libro, el último continúa la reflexión sobre los medios, sobre los signos, reales e irreales, aquí cuestiona la realidad, en los zombis cuestionaba la ficción, pero en ambos está la mirada pasiva del espectador que la implicación de los guerreros o la propia guerra”, concluye.