Martín Moreno-Durán
07/06/2017 - 12:00 am
2018: con dinero o fraude, el PRI vs AMLO
El PRI, con el candidato que sea, ya nos enseñó los colmillos y las garras: en 2018 también se intentará comprar la elección bajo la etiqueta de una “Elección de Estado”, que en la próxima presidencial cobrará más fuerza y significado que nunca. Ya lo avisaron desde el domingo pasado.
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“¿Cómo ves? ¡Les ganamos!-, se jactaba Enrique Peña Nieto con todo aquel con quien se encontraba (Templo Mayor/Reforma/6-VI-2017), antes de partir a su extraño y sospechoso viaje a Guatemala, donde se encuentra preso otro pillo priista llamado Javier Duarte.
“Les ganamos”, decía Peña.
Pero detrás de esa frase – tan cínica como preocupante-, se encierra lo que realmente fue la elección del domingo pasado en el Estado de México: una vulgar, abierta e impune elección comprada por parte del gobierno federal, con los secretarios de Estado – Miranda, Meade, Osorio Chong, Narro, Nuño, etc-, convertidos en agentes compra-votos que ofrecían dinero y obras a cambio del apoyo a Alfredo del Mazo. (En particular, qué pena por José Antonio Meade, hasta hace algunos meses un funcionario respetado, y hoy convertido en matraquero de Los Pinos para fines político-electorales).
¿Que no se compró la elección por parte del PRI en el Edomex? Veamos:
Se calcula que 1.5 millones de personas recibieron apoyo económico del PRI (por diversas vías) para que votaran por ese partido. (Por supuesto que no hay un memorándum oficial que diga: “Si usted recibe este dinero, deberá votar por del Mazo) ¡Por supuesto que no! Son pillos, no tontos. Pero sí queda allí el valor entendido del viejo adagio: yo te apoyo, pero me das tu voto.
Pero más allá de esa frase presidencial – burlona, indigna-, de las impugnaciones que por la vía legal hará Morena para reclamar irregularidades electorales – extraña que no hagan lo mismo el PAN y el PRD-, y de la evidente elección comprada en el Edomex, se ubica el fondo de este escenario: la disputa por la presidencia de México en el 2018.
El PRI, con el candidato que sea, ya nos enseñó los colmillos y las garras: en 2018 también se intentará comprar la elección bajo la etiqueta de una “Elección de Estado”, que en la próxima presidencial cobrará más fuerza y significado que nunca. Ya lo avisaron desde el domingo pasado.
En 2018, con Osorio Chong, Meade, Narro, Nuño o cualquier otro candidato, el PRI buscará remover los viejos lodos salinistas de 1988 y regresar a México a las épocas del fraude electoral, del conteo de votos sospechoso, de la manipulación de cifras, como se está viendo en el Edomex y en Coahuila.
En 2018, sin importarle lastimar a la población; sin tomar en cuenta el innegable debilitamiento de la democracia mexicana, y sin considerar el grave retroceso político-electoral que ello conlleva, el PRI regresará a las viejas y permanentes prácticas fraudulentas, ante un INE de palo, ciego, sordo y mudo.
Y todo, por una obsesión:
Frenar, a cualquier precio, a Andrés Manuel López Obrador.
*****
“Les ganamos…”, dice Peña Nieto.
¿Dirá lo mismo en 2018?
El triunfo o la derrota del PRI en 2018 dependerá básicamente, aun con todas sus ilegalidades, trampas y fraudes y por lo visto hasta ahora, de tres factores:
Primero, que AMLO se mantenga muy por encima de sus competidores más cercanos y que, como reflejan las encuestas confiables, le saque al menos 10 puntos de ventaja al segundo lugar. Si AMLO llega con ese colchón a la elección presidencial dentro de un año, tiene el triunfo en la bolsa.
Segundo, que una posible alianza entre el PAN y el PRD con un candidato (a) común (ya anunciada por Anaya y Barrales), le dispute voto a voto a AMLO la Presidencia y que, en ese cierre, manden a un tercer lugar insalvable al PRI. Entre AMLO y el candidato aliancista panista-perredista, las apuestas electorales se bifurcarían en esas dos vías y el abanderado priista resultaría irrelevante.
Tercero, que en un lance de humildad personal y de pragmatismo político, las izquierdas se unieran en torno al candidato más fuerte y viable, que no es otro que Andrés Manuel López Obrador. Morena y PRD juntos en el Edomex hubieran arrasado. Bajo esa fórmula podría darse la posibilidad real en 2018, aunque se antoja difícil. AMLO debe reflexionar y ceder en algunas posiciones para asegurar el triunfo con una alianza con el perredismo. Y el PRD debe reconocer que carece de un candidato fuerte – Mancera es un chisguete que apenas roza los 7 puntos de preferencias electorales, y Graco y Aureoles ni siquiera pintan en las encuestas-, y aglutinarse en torno a AMLO, en una alianza que resultaría histórica y triunfadora en 2018.
*****
Estamos a un año de la elección presidencial, muchas cosas pueden pasar – alianzas virtuales, rupturas partidistas, destapes adelantados-, pero una cosa es segura: el PRI ya mostró cómo la peleará en 2018: a comprar votos y a consolidar fraudes electorales. Así lo aprendieron. Así lo practican. Así lo harán. No saben ganar de otra manera.
“Ganamos…”, dice Peña Nieto.
No. Ganó el PRI.
Y perdió la democracia mexicana.
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