Dolia Estévez
26/05/2017 - 12:00 am
Los hijos de «El Chapo»
ras la muerte del periodista Javier Valdez la semana pasada, se manejó la hipótesis de que los perpetradores del visceral asesinato podrían ser sicarios enviados por Iván y Jesús Alfredo Guzmán, hijos del extraditado líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán. Según dicha versión, los Chapitos se indignaron porque el cofundador de RíoDoce entrevistó a Dámaso López Núñez, un ex incondicional de «El Chapo» apodado “El Licenciado” con quien los narco juniors están en guerra abierta por el control del multimillonario negocio.
Tras la muerte del periodista Javier Valdez la semana pasada, se manejó la hipótesis de que los perpetradores del visceral asesinato podrían ser sicarios enviados por Iván y Jesús Alfredo Guzmán, hijos del extraditado líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán. Según dicha versión, los Chapitos se indignaron porque el cofundador de RíoDoce entrevistó a Dámaso López Núñez, un ex incondicional de «El Chapo» apodado “El Licenciado” con quien los narco juniors están en guerra abierta por el control del multimillonario negocio.
En la entrevista–que Javier realizó a través de la aplicación móvil WhatsApp–Dámaso se deslinda de las imputaciones de los los Chapitos en cuanto a que había intentado asesinarlos junto a Ismael Mayo Zambada, mano derecha de «El Chapo» y último sobreviviente de esa generación de capos.
En el intercambio con Javier, Dámaso dice que Zambada es una «buena persona, pacífica y respetable», y que si bien los hermanos Guzmán no son sus enemigos, han «violado pactos» y provocado violencia con su plan de darle «golpe de estado». Dámaso fue capturado a principios de mayo.
Jack Riley, ex número dos de la DEA que dirigió las operaciones de recaptura de «El Chapo», me dijo que su gran temor es que los códigos de otros tiempos se han quebrantado. «Los hijos de «El Chapo» no operan con el mismo código de conducta de sus antecesores. Actúan sin pensar. Sin brújula. Son una nueva generación de traficantes jóvenes completamente irrespetuosos que están ahí por el dinero. Si siguen operando con alto perfil, matando reporteros y provocando violencia innecesaria, probablemente no van a lograr imponerse», vaticinó Riley.
El ex directivo de la DEA–quien dice tener pruebas (escuchas) que revelan que «El Chapo» ofreció 100 mil dólares por su cabeza cuando era jefe de la DEA en El Paso en 2007–hoy considera que el sinaloense mantuvo el poder durante 20 años porque entendía que la violencia era necesaria pero usarla en exceso podía resultar contraproducente para el negocio. «Los Chapitos no entienden eso», señaló Riley, quien se jubiló después de la reaprehensión definitiva de «El Chapo» en enero de 2016.
Según Riley, «El Chapo» se mantiene completamente al margen de los sucesos en Sinaloa, deprimido en una prisión de máxima seguridad en Nueva York, por lo que su desaparición del escenario en su estado natal está permeando en el siniestro mundo de la droga. De ahí que Riley pronostique que habrá más violencia a medida que se fragmenten los cárteles. «‘El Chapo’ no va a regresar. Sinaloa está en riesgo. La disputa será larga y sangrienta. Vamos a ver más y más violencia. Vamos a ver el surgimiento de grupos regionales pequeños como ocurrió en Colombia luego de la muerte de Pablo Escobar.»
RíoDoce hizo una radiografía de los acontecimientos que antecedieron al asesinato de Javier que refuerzan la narrativa de que el detonante fue la guerra mediática entre facciones rivales. En un ejercicio de retrospección, Ismael Bojórquez, cofundador de RíoDoce y actual director, dice que entrevistar a Dámaso fue una equivocación. «Nos metimos a una guerra mediática que no era nuestra, provocando el disgusto —sin que fuera nuestra intención—de la otra parte».
RíoDoce revela que luego de la famosa entrevista con Dámaso, los hijos de «El Chapo» presionaron a Javier para que el trabajo no se publicara. Pero el reportero se negó. Luego pidieron a Valdez y a Bojórquez comprar toda la edición, pero los periodistas también rechazaron esa petición. Sacados de onda, optaron por comprar los ejemplares impresos con la entrevista en las tiendas de Culiacán y Mazatlán. Los sicarios a cargo del decomiso del tiraje completo llevaban cachuchas con el número «701», en alusión al ranking de «El Chapo» en la emblemática lista de billonarios de la revista Forbes en 2009.
Los intentos por controlar la línea editorial de RíoDoce, así como presumir ufanos el ranking millonario de su padre, muestran la obsesión de los juniors con el protagonismo y con una imagen que proyecte omnipotencia. Sin embargo, juegan con fuego. Si se comprueba que en efecto mandaron matar a Javier, la osadía bien puede ser su Waterloo.
No hay que olvidar que fueron los delirios de grandeza de «El Chapo» los que provocaron su ruina irreversible. La insólita invitación a los actores Sean Penn y Kate del Castillo para discutir el rodaje de un film épico dio la pista a las autoridades sobre su paradero. Lo que siguió es historia. Su apetito de fama y esplendor fue el principio del fin.
Riley prevé que la guerra mediática va a escalar. Los capos seguirán buscando espacios favorables y los periodistas seguirán en medio del fuego cruzado. Me dice: «Ustedes jugaron un papel importante con la cobertura de ‘El Chapo’. Mantuvieron informado al público sobre su crueldad y violencia en Sinaloa y lo hicieron a riesgo de sus propias vidas. En mi opinión, los periodistas son héroes».
***
¿Le sorprendería si matan a más reporteros?
–No, no me sorprendería.
¿Incluidos reporteros extranjeros?
–No veo porque no.
El asesinato de Javier conmocionó. No vamos a dejar de presionar para que las autoridades capturen y juzguen a los asesinos.
–Entiendo 100% la preocupación del gremio. Es trágico.
¿Conocía a Javier?
–No personalmente, pero sabía de él. Fue muy valiente. Reportear sobre los cárteles es sumamente arriesgado.
más leídas
más leídas
entrevistas
entrevistas
destacadas
destacadas
sofá
sofá