Los primeros «Homo» habitaron zonas áridas y de pastizales, según científicos de Estados Unidos.
Londres, 15 de mayo (EFE).- Científicos de EU han constatado que los antepasados más antiguos del hombre actual habitaron una zona árida y de extensas llanuras cubierta de pastizales, según revela un estudio que publica hoy la revista Nature.
La investigación, desarrollada por la Arizona State University (ASU), aporta los primeros datos sobre el contexto ecológico de la época en que tuvo lugar el proceso de transición del australopiteco al «Homo».
Esa evaluación arroja luz sobre el entorno del fósil del homínido hallado en 2013 por expertos de la ASU en el yacimiento Ledi-Geraru en la región de Afar, en Etiopía, que, con 2.8 millones de años de antigüedad, se convirtió en el más antiguo encontrado hasta ahora del género «Homo», al que pertenece el hombre actual.
El análisis de ese fósil apuntó entonces a que la divergencia de nuestro género ocurrió casi medio millón de años antes de lo que se había concluido anteriormente.
Después de este descubrimiento, expertos de la ASU han centrado su atención en la reconstrucción del medioambiente de este antepasado para tratar de explicar por qué y cuándo apareció en esa zona del continente africano.
Para ello, los paleoantropólogos usaron fósiles como si fueran «máquinas del tiempo» para recrear aquellos entornos, de manera que si los restos de animales pertenecían a jirafas o monos podían deducir que estos se alimentaban de hojas de árboles, lo que, a su vez, indicaba que esa zona era boscosa y con precipitaciones de lluvia abundantes.
Si, por el contrario, los fósiles de animales apuntaban a que pastaban hierba, como hacen, por ejemplo, los antílopes, aquellos paisajes hubiesen sido extensas áridas planicies cubiertas de hierba.
En este sentido, la comunidad científica ha sostenido desde hace tiempo que el enfriamiento global y la expansión de ambientes herbáceos sentaron las bases para los comienzos del «Homo».
«Cada vez hay más pruebas que refuerzan esa conexión, pero, hasta ahora, no hemos tenido datos medioambientales concretos sobre los orígenes del ‘Homo’, toda vez que (ese momento) se ha retrasado», explica en un comunicado uno de los autores de este estudio, Joshua Robinson, del Instituto de Orígenes Humanos de la ASU.
El análisis de isótopos estables de fósiles de dientes llevó a estos investigadores a constatar que los primeros «Homo» de Ledi-Geraru vivieron en extensos pastizales áridos.
Los resultados demostraron que casi todos los animales hallados junto a esos primeros humanos en esa zona se alimentaban de hierba, incluidos algunos que también consumían cantidades significativas de hojas de árboles anteriores a hace 2.8 millones de años.
Por contra, la dieta del «Homo» de Ledi-Geraru parece que no se distingue de la del australopiteco, lo que sugiere que los orígenes del hombre moderno no están marcados por un cambio alimenticio.
«No nos sorprendió demasiado el hecho de la que la dieta de los primeros ‘Homo’ fuera similar a la del australopiteco. Pero sí nos sorprendió que su dieta no cambiara cuando sí lo hizo la de todos los animales del entorno», señala otro de los expertos, Chris Campisano.
Al situar al «Homo» de Ledi-Geraru en un contexto regional, los científicos deducen que los medioambientes en esta zona de África oriental no eran homogéneos en ese periodo.
La ecología del bajo valle de Awash pasó de ser un paisaje húmedo y arbolado hace unos 3 millones de años, coincidiendo con la desaparición del australopiteco, a uno seco y cubierto de pastizales hace 2,8 millones de años, con la aparición del «Homo».
En esta zona del valle Awash, en Hadar -a unos 30 kilómetros de Ledi-Geraru-, se encontraron en 1974 los famosos fósiles del homínido Lucy, un «Australopiteco afarensis» de 3,2 millones de años de antigüedad.
No obstante, la secuencia geológica en Hadar acaba hace unos 2.95 millones de años y, por tanto, no hay información sobre el importante periodo de transición que abarca el final del australopiteco y los primeros «Homo».
«Aunque la especie de Lucy sobrevivió a muchos cambios medioambientales en la secuencia de Hadar, parece que la especie fue incapaz de sobrevivir cuando se extendieron los paisajes abiertos en la zona de Afar durante el Plioceno tardío», apunta John Rowan, del ASU.