Pierre Lemaitre, el rey de la novela negra, ganador del Premio Goncourt, del Premio de Novela Negra Europea y del Premio Best Novel Valencia Negra, estuvo en México promocionando sus más recientes novelas, Tres días y una vida, Recursos inhumanos y Camille. Escribe desde los 55 años, una novela por día y como muchos escritores han rebasado el género para ganar premios y lectores desde otras latitudes. Sin embargo, está empeñado en hacer crecer a la novela policial, con su detective de corta estatura llamado Camille Verhoeven.
Ciudad de México, 6 de mayo (SinEmbargo).- Camille Verhoeven apenas ha crecido un metro y medio y en eso no se parece a su autor, el elegante Pierre Lemaitre, nacido el 19 de abril de 1951 en París. Eso sí, como su escritor es colérico y tiene muy poca paciencia, tanto como para preguntar si publicar a los 55 años “es tarde”.
“¿De qué me acusas de ser demasiado viejo o de ser poco productivo?”. Ninguna de las dos cosas es la respuesta del novelista. Era muy joven cuando se dio a conocer con su novela Irene y no produce tanto: apenas una novela por año cuando cuatro por año hacía Georges Simenon.
Está empeñado en hacer evolucionar el género de la novela negra y no soporta que le preguntemos qué opina de Stieg Larsson y su trilogía Millenium: “Ustedes los periodistas son los que han dicho que la única novela negra era la escandinava y como tal el rey Stieg Larsson. No me haga hablar de este tema porque terminaré hablando mal de los periodistas”.
Ha salido del género negro para escribir Nos vemos allá arriba (Salamandra), a una edad con todas las lecturas ya realizadas y la educación ya recibida. Galardonada con el Premio Goncourt, ensalzada por los críticos y convertida en un auténtico fenómeno editorial en Francia, esta novela es un emocionante canto a la capacidad de superación del ser humano y, a la vez, un fresco y atrevido retrato de una sociedad descompuesta por uno de los más crueles inventos del hombre: la guerra.
Es una novela picaresca protagonizada por Albert y Eduard, con los componentes de una relación de amistad caracterizada por sentimientos contradictorios, tal como se describe el amor.
Dice que el Goncourt le ha cambiado la vida, aunque la suya es escribir una novela por año tanto que viene a presentar tres.
Recursos inhumanos es la historia del neoliberalismo expresado por empresarios sin razón ni sentido, contra Alain Delambre, quien ha perdido toda esperanza de encontrar trabajo y se siente cada vez más marginado.
“Nunca he sido un hombre violento. No me viene a la memoria ningún momento en el que haya querido matar a nadie. Sí que he tenido ataques de ira de vez en cuando, pero nunca la voluntad real de hacer daño. De destruir. Así que, claro, estoy sorprendido. La violencia es como el alcohol o el sexo: no se trata de un fenómeno, es un proceso. Entramos en ellos casi sin notarlo, simplemente porque estamos maduros, porque nos llegan en el momento justo.”, dice Alain Delambre.
Camille, integrante de su serie Verhoeven, es ganadora del Dagger Award 2015 y trae al policía metido de nuevo en problemas con una mujer que ama Anne Forestier y Tres días, una vida es otra novela que se sale un poco de las historias policiales, en donde Antoine Courtin mata a un niño de Beauval, un pequeño pueblo enclavado en una región cubierta de bosques, donde la apacibilidad y belleza del lugar son el contrapunto perfecto a la sucesión de acontecimientos que conforman la trama.
Conjugación perfecta entre el Lemaitre literario y el Lemaitre policíaco, Tres días y una vida combina una historia de suspense, donde la tensión no decae en ningún momento.
–¿Con la literatura usted comprende el mundo?
–Sí, ¿usted no? Creo que es lo único que sabe hacer la literatura. Más bien sabe hacer dos cosas: distrae y sabe enseñar cosas.
–¿Enseñaba literatura?
–Sí, he sido docente de literatura.
–Después vino el Premio Goncourt, ¿vino el fracaso?
–No he dicho eso, aunque no me hago responsable de lo que aparece sobre mí en la prensa. No me veo a mí mismo decir algo así, porque de otro modo de qué fracaso estaría hablando. Claro que después de recibir el premio hubo algo de ansiedad, de miedo, pero gané en legitimidad, gané más dinero, conquisté más lectores y hubo más traducciones de mis obras. Es más fácil para mí que me editen. Sería algo obsceno hablar de fracaso.
–Ganó el Goncourt y siguió publicando novela negra…
–Sí, estoy empeñado en fortalecer una evolución de la novela negra. Decir qué es evolución es algo pragmático y también prosaico, sin importar la historia que tengo que contar yo utilizo las mismas herramientas que son las propias de la novela negra. Hace rato yo estaba bromeando con uno de sus colegas diciendo que si escribiera una novela pornográfica lo haría también con las herramientas de la novela negra. Uno no se espera ver las herramientas de la novela negra en una novela sentimental o histórica y eso funciona…
–Claro que hacer una novela pornográfica con Camille Verhoeven…
–Sería algo gore. Usted no se imagina el monstruo de sexualidad que yo podría hacer con ese hombre que mide un metro y medio y veo que con su risa lo estoy representando perfectamente bien.
–¿En qué se parece usted a Camille Verhoeven?
–En lo colérico. Estoy enojado y tengo la misma visión trágica de la vida. No soy una persona muy optimista, soy agresivo, a veces puedo ser de plano malo, no me gusta que me molesten, no tengo paciencia.
–Tiene muchos de mis defectos, pero eso nos tranquiliza
–Absolutamente sí, el ser colérico nos da mucha tranquilidad en la vida
–Pienso en Álex, su novela, creo que pudo haber sido escrita por una mujer…
–Sí, es cierto. Mi novela vendió muchos ejemplares en Japón, 600 mil, vendí mucho más de esa novela en Japón que todo el Premio Goncourt en Francia. Mi hipótesis es que las personas que leen Álex son mujeres japonesas y cuando uno conoce la espantosa situación de la mujer en Japón, cae en la cuenta. Creo que ellas buscan en Álex una válvula de escape a su desdicha, leyendo la historia de una mujer que se venga. Con respecto a la falta de libertad de la mujer en Japón, las cosas son muy mala noticia. Me dejó un gusto amargo.
–¿Quiénes son sus autores de la novela negra favoritos?
–Brian Easton Ellis, James Ellroy, David Peace, Jim Thompson y William McIlvanney. De México me interesa Paco Ignacio Taibo II, a pesar de que no lo conozco, pero compartimos varios giros él y yo.
–Tres días y una vida tiene personajes muy complejos y el crimen está en las primeras páginas…
–Sería muy difícil explicarle de dónde vienen las novelas. Pero había terminado la novela anterior y estaba buscando. Siempre es complicado para un escritor buscar temas nuevos. Cuando terminé Nos vemos allí arriba me fui de vacaciones a España y un día a la mañana le comenté a mi mujer que había tenido un sueño. Es la historia de un niño de 12 años, que le pega en la cabeza a un niño de seis años y lo mata. Lo pone en un pozo, viene la tormenta y nunca se descubrirá su cadáver. En forma consciente fui construyendo el sueño y lo único que me quedaba era escribirle. Eso es lo que llama uno inconsciente del escritor.
–Bueno, es un asesino sin culpa…
–¿Por qué dice sin culpa? No lo hizo a propósito, no premeditó el crimen, pero claro que siente culpa, él fue el asesino. Al menos que usted viva en un país donde pegarle en la cabeza a alguien no sea de culpa y vamos a empezar a pegarle a todos en la cabeza. Sí es culpable…
–Bueno, en su novela los personajes son tan complejos que uno tiende a perdonar a Courtin…
–Pero sí sabemos que lo mató, estábamos ahí cuando sucedió. ¿En qué momento va a confesarse y hacia quién lo confesará? Mientras más tarde en confesarse, más violencia habrá en esa confesión. Más le van a echar la culpa por no haber confesado antes.
–Uno tiende a odiar al padre del chico que mataron…
–Bueno, es relativo. Cuando viene la tormenta y él pregunta ¿ya no van a buscar a mi hijo?, él muestra todo su dolor. En las novelas pasa eso. Hay personajes que odias pero luego se transforman con su momento de verdad.
–¿Qué piensa de los suecos y de Stieg Larsson?
–¿Qué piensan los suecos de Pierre Lemaitre? Sí, por favor, cuando entrevistes a los suecos pregúntales. A veces los franceses me preguntan, ¿qué opinas de Michel Houellebecq? La misma pregunta me hago yo con respecto a él, ¿qué opinará de Pierre Lemaitre? Stieg Larsson a mí me tiene hasta el gorro. Durante más de 20 años, sólo había una novela policíaca y era la escandinava. Y en la novela sueca sólo había una obra maestra y esa era Milenio. Ustedes los periodistas son los primeros responsables de eso. Ustedes periodistas no existía nada más que la novela escandinava y el rey era Stieg Larsson. Ustedes periodistas fabricaron ese mito. Para contestar esa pregunta mejor no le digo todo lo que pienso de la prensa, así seguimos siendo amigos.
–Usted publicó tarde y escribe mucho
– ¿De qué me acusas, de ser demasiado viejo o de ser demasiado productivo? Primero, yo tenía 55 años cuando publiqué Irene. Era muy joven. Segundo, hago una novela por año. Georges Simenon hacía cuatro novelas al año, no le alcanzaré.