En cuanto a su posible regreso al Tíbet, el Dalái Lama, Premio Nobel de la Paz 1989 por su lucha pacífica a favor de la liberación de este territorio, no descarta la idea de que su sucesor sea una mujer, siempre y cuando haya un cambio en la actitud del Gobierno de Pekín.
Nueva Delhi, 8 de abril (EFE).- El Dalái Lama, quien se encuentra de visita en una región india disputada por China, un viaje muy criticado por Pekín, afirmó hoy que su sucesor podría ser una mujer y reconoció que volverá al Tíbet si recibe una «señal adecuada» por parte del Gobierno chino.
«La posibilidad de unaDalái Lama mujer es muy alta para los años venideros», indicó el líder budista en rueda de prensa en el estado de Arunachal Pradesh (noreste de la India) y, bromeando, agregó que ésta deberá ser, no obstante, «muy atractiva».
Se mostró convencido de que se reencarnará tras morir, aunque «nadie sabe» cuándo ocurrirá, e insistió en que China no puede decidir quién será su sucesor, tal y como pretende, pues sería una «completa tontería».
«Creo que más del 90 por ciento del Tíbet quiere llevarme de vuelta, muchos me están esperando. Incluso millones de chinos budistas me quieren de vuelta. Sólo cuando llegue la señal positiva del Gobierno chino volveré», afirmó.
En el segundo día de su visita a la localidad de Tawang, cercana a la frontera con el Tíbet y por la que entró a la India en su huida de las tropas chinas en 1959, defendió que la oposición de Pekín a su viaje a la zona responde a una «politización» de los hechos.
Esta es la quinta vez que acudirá a la disputada región del Himalaya, que visitó por última vez en 2009, un viaje cuyo objetivo es impartir enseñanzas espirituales.
La soberanía de Arunachal Pradesh es reclamada por la India y China desde prácticamente la creación del Estado indio y fue el detonante de una breve guerra entre las dos potencias asiáticas en 1962.
Nueva Delhi y Pekín mantienen rondas regulares de contactos para abordar los temas y reclamaciones pendientes en su agenda bilateral con el fin de aliviar las tensiones, aunque son frecuentes las acusaciones mutuas de incursiones militares en la zona fronteriza.
Mientras la India controla Arunachal Pradesh, del que China reclama 80 mil kilómetros cuadrados, el régimen comunista administra de facto otro área disputada por ambos, Aksai Chin, en la frontera occidental de los dos países y parte de la histórica región de Cachemira.