El ingeniero Aaron Brocken, creador de la iniciativa, señala que le encanta «la idea de ‘apptivismo’, porque la gente puede utilizar la tecnología a su alrededor y convertir acciones que tienden a servir únicamente a quien escribe o hace ‘snapchat’ en algo que ayuda a una organización o beneficia a los necesitados».
Por Nora Quintanilla
Nueva York, 1 de abril (EFE).- Por cada tuit del Presidente de EU, Donald Trump, una donación en favor de los derechos civiles: así es el día a día de una plataforma en internet cuyo objetivo es traducir la locuacidad del gobernante en las redes sociales al lenguaje de la solidaridad.
«Hagamos los tuits grandes de nuevo» (Make Tweets Great Again) es el nombre de esta iniciativa, que reinventa el archiconocido lema electoral de Trump para «convertir una acción negativa en una reacción positiva», explica a Efe su creador, el ingeniero Aaron Brocken.
El proyecto, cuyo logo adopta en clave humorística la gorra que lucía Trump en muchos de sus mítines, asegura tener una solución para la «obsesión con tuitear pensamientos sin filtro» que tiene el Presidente estadounidense.
La página web permite a sus usuarios implicarse en una causa y «aportar dinero por cada tuit de Donald Trump, para que vaya a organizaciones que combaten las cosas que hace», desgrana Brocker, que lanzó el proyecto a principios de marzo.
Desde entonces, el presidente ha publicado 145 mensajes en Twitter y los participantes se han comprometido a donar unos mil 800 dólares a la Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU), el grupo defensor de los derechos civiles más importante de Estados Unidos.
Tras la victoria de Trump en las elecciones presidenciales y el anuncio de su primer decreto migratorio, Brocken estaba «preocupado por lo que estaba haciendo y lo que haría», así que decidió tomar acción «con las habilidades que tenía» como desarrollador.
«Me encanta la idea de ‘apptivismo’, porque la gente puede utilizar la tecnología a su alrededor y convertir acciones que tienden a servir únicamente a quien escribe o hace ‘snapchat’ en algo que ayuda a una organización o beneficia a los necesitados», apunta.
Brocken obtuvo el apoyo de la compañía tecnológica para la que trabaja en Brooklyn, HappyFunCorp, que además aporta los fondos para llevar a cabo el proyecto, y lo lanzó «con rapidez». «Cuanto más esperara, más oportunidades iba a perder», teniendo en cuenta la actividad de Trump en Twitter, recuerda.
Al hacer balance del primer mes de funcionamiento de Make Tweets Great Again, Brocken considera «increíble» la respuesta de los usuarios, que en la última semana han pasado de ser 70 a más de 200 y cuyas donaciones han aumentado de 10 dólares por tuit a unos 40.
Para el creador de la plataforma, la presencia de Trump en la red social va «desafortunadamente» para largo, puesto que «es un medio en el que se siente muy cómodo», por lo que estudia añadir nuevas opciones al proyecto, como la elección de la organización benéfica.
Desde su llegada a la Casa Blanca, el 20 de enero, el magnate inmobiliario no ha dejado de utilizar su cuenta personal de Twitter para lanzar sus opiniones y disparar dardos contra sus rivales, ya sean políticos o medios de comunicación.
Más de 17 millones de seguidores reciben a diario los mensajes sin filtro de Trump, que a menudo incluyen falsedades, según han denunciado The Washington Post, The Wall Street Journal o la revista Time, entre otros.
Los tuits de Trump con falsedades tienen un efecto viral más pronunciado en las noticias que el resto «porque el mundo virtual prefiere lo escandaloso, lo nuevo, lo controvertido frente a la rutina normal de la razón y la verificación», según un reciente artículo de la revista Time.
«Tiene la habilidad de cambiar el tema hacia aquello de lo que él quiere hablar», declaró a Time un ex asesor del Presidente Roger Stone, uno de sus seguidores que consideran esta verborrea una estrategia y no un defecto.
Mientras las declaraciones de Trump en las redes sociales continúan cayendo en el área fronteriza entre la verdad y la falsedad, al menos hay activistas que aprovechan lo «estrambótico de tener un presidente tan activo en Twitter», destaca Aaron Brocken.
«Parece que nos puede llevar tuiteando hacia una guerra y realmente da miedo. No podemos evitar que tuitee, pero sí podemos tomar esa acción negativa y asegurarnos de que tiene una reacción positiva», concluye el ingeniero.