No sabes quién se esconde detrás de un disfraz de cordero, dice la autora de El monstruo pentápodo, un libro en el que la autora norteña muestra, con gran destreza, uno de los rincones más oscuro de la naturaleza humana.
Ciudad de México, 1 de abril (SinEmbargo).- Dice que quiere ser la primera mujer en escribir novelas policiales en México, una tradición distinta y con amplias posibilidades de éxito, teniendo en cuenta su última historia, El monstruo pentápodo.
La vida de un pederasta en Durango, la existencia de una enana que se enamora de él y está dispuesta a perdonarle todos los crímenes es fruto de “que me intriga mucho la naturaleza humana, por qué hacemos las cosas que hacemos o si sería posible hacer cosas diferentes, si no estuviéramos restringidos por la sociedad. O vives reprimido toda la vida o te vuelves un monstruo que hace daño”.
Autora de Pandora, la vida de una mujer con exceso de peso, Liliana Blum se encarama como una de las autoras más interesantes de nuestro país, algo que va mucho más allá del género, donde parece encontrarse bien y mimada por sus colegas hombres.
–¿Hay cosas que podemos saber de los asesinos en serie, de los pederastas?
–El protagonista de la novela tiene un asesinato en su pasado, aunque podemos pensar que no es un asesino en serie. Claro que si no lo hubieran atrapado, sería la tendencia.
–Por otra parte, hay toda una parte en la que él trata de reprimirse
–Sí, es verdad. Lo suyo no es matar por el placer de hacerlo, la mente de una persona así funciona como la de un asesino. Sí y lo más probable es que la niña se hubiera muerto. Como dice la coprotagonista cuando ella crezca va a haber algo que no le va a gustar y algo va a tener que funcionar con ella.
–¿Hubo algún caso especial para el libro, obvio el de Bélgica?
–Sí, cito el de Bélgica, el de Natasha Kampush, pero más que nada lo que me llevó a escribir esto fue una pareja inglesa, formada por dos personas maduras, tenían hijas adultas, el tipo tenía unas cuantas jaulas debajo de la casa, con mujeres jóvenes, de las que abusaba sexualmente y la esposa sabía y lo ayudaba a cazarlas. Siempre me ha intrigado saber qué hay en la cabeza de una mujer, que sabe eso y que se convierte en cómplice activa. Las mujeres, algunas, somos capaces de tolerar muchas cosas con la excusa de no estar solas. A veces son malos tratos, violencia psicológica y otras son la complicidad con un hombre delincuente.
–En el caso de la mujer de tu libro acepta todo
–Al principio no sabía, pero llega un momento en que las cosas le quedan muy claras y denunciar las cosas le lleva un gran proceso mental. Cuando las cosas están mal solemos justificarlo para nosotros mismos y luego para los demás.
–¿Qué fue el proceso más complicado, el de él o el de ella?
–Él de él, porque como mujer me podría haber identificado con ella. Lo que más me costó fue escribir ciertas escenas y me asqueaba a mí misma, pero sin embargo sentía que eso debía narrar, porque cuando un hombre comienza a codiciar a una niña, debes hacerlo notar.
–¿La novela negra es una novela esperanzadora para ti?
–Sí me gustaría. Mis temas siempre han sido oscuros y de muy pequeña leo el género. Como se las arreglan esos personajes que parecen normales pero que en el fondo no lo son. Siempre me pregunto cómo hacen esos pedófilos, que saben que está mal, para moverse en un sistema social y familiar. Por qué hay algunos que deciden actuar. La novela negra en donde el criminal es el protagonista me da muchas posibilidades.
–¿El hecho de ser mujer para el género?
–Quizás sería como discriminación inversa positiva. Hay muy pocas mujeres que escriben novela negra, una novela de detectives. En los encuentros de novela negra hay grupos muy cerrados, todos dicen el club de Tobi, pero dicen que van a invitar a mujeres y no saben a quién. Quizás sea una oportunidad para mí y que me van a invitar a muchas cosas que antes no.
–¿Hay alguna mirada a Patricia Highsmith?
–Bueno, en el futuro quiero escribir una novela de detectives y quizás allí se ubique ella. De hecho, esta novela El monstruo pentápodo podría ser una novela literaria y nada más.
Liliana Blum es también autora de la novela breve Residuos de espanto (2013) y de los libros de cuentos No me pases de largo (2013), Yo sé cuando expira la leche (2011), El libro perdido de Heinrich Böll (2008), The Curse of Eve and Other Stories (2008), Vidas de catálogo (2007), ¿En qué se nos fue la mañana? (2007) y La maldición de Eva (2002).
–¿Cómo fue la novela Pandora?
–Muchos me habían dicho que Pandora se hacía muy fuerte, pero al leer El monstruo pentápodo relativizaron su gusto. Pero finalmente es un poco lo mismo, es una mujer que está dispuesta a llegar a cosas que no quería con tal de obtener el amor de un hombre. Es una sexualidad distinta y tanto en el caso de Gerardo como en el de Raimundo representan a sexualidades que se salen de la norma. ¿Cómo hacen estos dos hombres para lidiar con eso? A ninguno de los dos personajes masculinos los dejo hablar…
–¿Hay una mirada hacia mujeres distintas en tus novelas?
–Sí, en Pandora hay una mirada hacia una mujer mórbidamente obesa y en El monstruo pentápodo hay una enana. Son personas fuera de tipo, ellas físicamente son anormales y el mundo es muy cruel con ellas. Los hombres, aunque aparentemente representen ser normales en lo físico, su sexualidad es demasiado alternativa. El hecho de tener una anormalidad física las hace presas en muchos casos de varios males. Piensa en cuando te enamoraste por primera vez, cómo dejas pasar un montón de cosas que estaban ahí, estos dos personajes femeninos pecan del autoengaño…
–Bueno, creo que el amor te pone anormal siempre
–Es verdad, pero luego con el paso de los años vas entendiendo algunas cosas. Al principio no ves nada y en estas mujeres es la primera vez que encuentran el amor.
–Decías al principio que querías publicar sólo novelas
–Bueno, tengo varios libros de cuentos escritos al principio y me han otorgado mucho placer, pero una vez concluida mi primera novela, supone tanto reto, tanto desafío, que quiero enfrentarlo con entereza. Me ha gustado tanto que ahora tengo como dos o tres en la cabeza. El proceso de creatividad me da mucho placer, aunque a veces sufro por no tener el tiempo suficiente para la novela.