Habitan este libro personajes con destinos ambliopes. Creadores que en un arrebato de lucidez y demencia deciden renunciar, abandonarse a la contingencia para poner su vida, cuerpo y trabajo, en un espacio de indeterminación. Este libro recoge las pruebas de una irrefutable propensión al absurdo.
Ciudad de México, 1 de abril (SinEmbargo).- Verónica Gerber vive mudanzas inútiles, como las que le hace ver su ojo enfermo, ese ensayo personal con el que cierra su libro.
Desde esa mirada, la pintora y ensayista comienza a ver las artes plásticas con una visión absurda; lo que ella llama “mirar el mundo estético desde el otro lado del espejo”.
Mudanza es el collage de vidas, obras y personajes con el que Verónica Gerber ha decidido responder a las preguntas que se ha hecho en su tránsito creativo y es sin duda una obra máxima destinada a una artista que ha elegido transitar el camino entre la obra visual y la obra literaria.
“Mudanza es un libro inteligente, entretenido y generoso que, además, abre una puerta poco explotada en México por los discursos interdisciplinarios: la opción de construir una ensayística que funcione al mismo tiempo como pieza de arte conceptual”, ha dicho el poeta Julián Herbert, fruto de esta artista nacida en Ciudad de México en 1981.
Hace piezas que son textos y textos que son piezas. Ha expuesto individual y colectivamente en el Museo de la Ciudad de México, el Museo Experimental el Eco, el Centro Cultural de España y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), entre otros. Sus proyectos más recientes son el ensayo visual “Los hablantes y la lectura performance Conferencia secreta”. En 2005 Almadía publicó su primera novela, Conjunto vacío.
–En principio sorprendida por el libro. ¿Tienes una vena más ensayística, es probable?
–Con los géneros es difícil para mí. Lo dejo más para los lectores, que ellos decidan un poco. Siempre hay una mezcla extraña.
–Me estoy fijando mucho en Margo Glantz y su escritura fragmentaria, hay una tradición de ella en ti
–Lo que pienso es que la cosas que uno escribe tiene la estructura en términos conceptuales que necesita tener. En ese sentido, me interesa la escritura fragmentaria, pero no siempre echo mano de ella. Lo que siempre he tratado de buscar es una gran coherencia entre fondo y forma.
–Este libro te salió de escritura fragmentaria…
–Sí, podría ser, sobre todo los dos ensayos personales, pero el resto no diría tanto. No lo había pensado así, pero es posible.
–Explicas todo a través del ojo
–Tiene que ver con que el libro es sobre todo buscar escribir de otra forma. Hay varios artistas visuales que dijeron esto hace mucho tiempo: hacer que el ojo piense. No hay imágenes que más que las que produce el propio texto. Que el texto pudiera reconstruir todas las imágenes necesarias de todos estos artistas.
–Ahora este ojo que piensa, lo hace en torno a tu nombre Verónica
–El primer y el último texto son ensayos personales, qué me podría hacer parecida a todos los otros textos. Cómo es que me interesé por los textos y las imágenes de todos los artistas que nombro, ya sea buscando pistas en mi cuerpo, en mi nombre, para ver si acaso puedo compartir con ellos algo.
–¿Estás en el medio de las artes plásticas y la literatura, enredada?
–Enredada, esa es buena palabra, haciendo cosas que son difíciles de enmarcar, estoy enredada; estudié artes visuales y todo lo que escribo tiene que ver con eso y toda la literatura mantiene cierto vínculo con mi formación de lo visual.
–¿Qué dirías de Gabriel Orozco y su OXXO, de las artes mexicanas en general?
–Bueno, esa exposición no la vi y no puedo juzgar sin ver. Creo que las artes mexicanas en general han crecido mucho, hay todo tipo de manifestaciones y de búsqueda. Hay cosas en MACO, hay iniciativas independientes de artistas jóvenes, pero el lugar desde donde yo puedo pensar mucho más las artes visuales es desde el salón de clases. Yo estoy como docente del Centro de la Imagen, para darle el seguimiento a los proyectos de 15 personas. Allí, con los más jóvenes, es donde empiezas a ver otros intereses. El grupo que tuve el año pasado fue muy enriquecedor, aprendí muchísimo de ellos, sus búsquedas siguen estableciendo links con las generaciones anteriores, pero al mismo tiempo están tratando de encontrar su propio lenguaje.
–¿Cómo está la fotografía en México?
–Bueno, es volver un poco a la discusión de los géneros. Sería difícil decir cómo está la fotografía, pero refiriéndonos al mercado se inventó un nuevo MACO dedicado integralmente a la fotografía. Es cierto que tiene más visibilidad el arte contemporáneo que la fotografía, pero en todas las disciplinas hay búsquedas importantes.
–¿Tu libro para quién sería?
–Quisiera pensar que es para cualquier persona. Lo que intenta hacer el libro es tratar de acercar a la gente a las artes visuales. Suele haber mucha reticencia por parte del espectador hacia muchas de las manifestaciones artísticas, que suelen ser muy cerradas, muy herméticas, muy ensimismadas y en este libro intento contar las cosas que me interesan, otra manera de acercarse a ellos, leyendo sobre ellos. Que el libro trate de ser como expansivo, que desde aquí saltes la mirada hacia otro lado, para ver quiénes son esos artistas. Por el otro lado, ver cómo la literatura puede propiciarse en otros soportes distintos a los que creemos posibles.
–¿Cómo escribes?
–Me ha interesado durante un tiempo las reseñas de exposiciones, pero hace tiempo que no lo hago. Escribo cuando un artista me quiere decir algo y busco decirlo yo a otros lectores.
–¿Por qué se llama Mudanza?
–Porque se refiere a cinco personajes que abandonaron la literatura para escribir en otros soportes y con otras lógicas. En instalaciones, en performances, en esculturas, en conferencias, etc. Hay como una suerte de mudanza en todos estos personajes y al mismo tiempo hay una especie de mudanza en mí misma y por eso aparezco al principio y al final del libro.