El Papa Francisco visitó el primer pabellón donde se encuentran las mujeres detenidas con sus hijos pequeños y allí saludo a las reclusas y se detuvo con los voluntarios que trabajan en las cárceles; de todas las visitas de los pontífices a la capital financiera de Italia es la primera vez que un papa atraviesa las puertas de San Vittore, una cárcel utilizada durante la ocupación nazi como centro de tortura y detención de los judíos antes de su deportación a Auschwitz.
Roma, 25 de marzo (EFE).- El Papa Francisco visitó hoy la cárcel de San Vittore en su viaje a Milán (norte de Italia), donde están recluidas unas 900 personas, y tras recorrer los diferentes pabellones y saludar a los presos almorzó con un centenar de ellos y a su lado estuvieron varias mujeres latinoamericanas.
La autoridades de la cárcel milanesa pensaron que el papa se sentiría más a gusto si durante el almuerzo podía intercambiar alguna palabra en su idioma.
Por ello, como adelantó el diario «Avvenire», en la mesa del pontífice hicieron que se sentaran también la ecuatoriana Dalia, la argentina Mónica y la chilena Gemma.
En el resto del improvisado comedor -habilitado en uno de los corredores de la prisión- hubo una representación de las diferentes componentes nacionales y religiosas de los reclusos en esta cárcel judicial, donde encuentran en espera de la sentencia definitiva.
Francisco visitó el primer pabellón donde se encuentran las mujeres detenidas con sus hijos pequeños y allí saludo a las reclusas y se detuvo con los voluntarios que trabajan en las cárceles.
Jorge Bergoglio recorrió los pasillos de la cárcel hasta llegar a la «Rotonda», la parte central del centro penitenciario que hace de plaza para los reclusos y donde pudo saludar y escuchar a una amplia representación.
«Me siento como en casa», dijo Francisco a los reclusos, según informó «Avvenire», publicación del ámbito católico que se edita en Milán.
Una representante de las personas encarceladas pidió al papa argentino que rezara por ellos para que «se les pueda perdonar sus errores» y «la gente no les mire con desprecio».
De todas las visitas de los pontífices a la capital financiera de Italia es la primera vez que un papa atraviesa las puertas de San Vittore, una cárcel utilizada durante la ocupación nazi como centro de tortura y detención de los judíos antes de su deportación a Auschwitz.
Para el almuerzo se han elegido un menú preparado por las reclusas que frecuentan los cursos de la llamada «Libre Escuela de Cocina» y que consistirá en platos simples y de la tradición milanesa como «risotto» (arroz cremoso), cotoletta (filete de ternera empanado) con patatas y de postre, una «panna cotta».
Los responsables de la cárcel habían puesto a disposición la habitación del capellán para que Francisco pudiera descansar, pero no hubo tiempo porque a las 15:00 hora italiana (14:00 GMT) le esperaban en Monza, a 20 kilómetros, para una misa multitudinaria.