Brasil es el mayor exportador mundial de carne bovina y de pollo, el cuarto en el segmento de cerdos y las ventas externas de esos tres representaron en 2016 el 7.2 por ciento de ese comercio, con 11 mil 600 millones de dólares.
Por Eduardo Davis
Brasilia, 17 de marzo (EFE).- Brasil, uno de los grandes productores de alimentos del mundo, fue sacudido hoy por una operación policial que desbarató una mafia que adulteraba carnes y tenía vínculos con al menos dos partidos de la base del Gobierno de Michel Temer.
El escándalo tiene una vertiente política, que salpica al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera Temer, y al Partido Progresista (PP), pero también un delicado flanco económico, ya que las carnes adulteradas eran tanto para consumo interno como para el mercado internacional.
Brasil es el mayor exportador mundial de carne bovina y de pollo, el cuarto en el segmento de cerdos y las ventas externas de esos tres representaron en 2016 el 7.2 por ciento de ese comercio, con 11 mil 600 millones de dólares.
«Esta situación nos deja indignados, porque causa un daño a la imagen» del país, reconoció el Viceministro de Agricultura, Eumar Novacki, en una rueda de prensa en la que admitió que fiscales de ese despacho participaban directamente en las irregularidades.
Sin embargo, aclaró que «la carne brasileña está presente en 150 países y cada uno de ellos tiene sus propios sistemas de vigilancia y verifica la calidad del producto», por lo que vaticinó que este escándalo no tendrá impacto en el comercio externo.
El asunto causó preocupación en la Confederación Nacional de Agricultura (CNA), que en un comunicado exigió el «mayor rigor» en la investigación.
«Los productores rurales han dado una gran contribución al desarrollo nacional, generan empleo, renta y alimentos de calidad para la población, por lo que no es justo que tengan su imagen manchada por la acción irresponsable y criminal de algunos», indicó la CNA.
La banda fue desarticulada en una vasta operación realizada en siete estados del país, en la que fueron detenidos fiscales de la vigilancia sanitaria y directivos de varias empresas cárnicas que son investigadas y entre las que figuran BRF y JBS, dos de las más importantes del sector en el país.
«Los agentes públicos, valiéndose del poder de fiscalización de sus cargos, mediante el pago de sobornos, facilitaban la producción de alimentos adulterados y emitían certificados sanitarios sin cualquier fiscalización efectiva de los alimentos», informó la Policía Federal.
En una rueda de prensa, el comisario Mauricio Moscardi fue más allá y declaró que «la investigación deja bien claro que una parte del dinero de las coimas era revertido para partidos políticos».
Entre ellos, citó al PMDB y al PP, aunque no precisó la forma en que esas formaciones políticas se beneficiaban de esa trama.
El comisario tampoco identificó a los políticos que pudieran estar involucrados en esa red corrupta, que fue descubierta gracias a un fiscal que se negó a aceptar las irregularidades y denunció el caso a las autoridades.
En el marco de la investigación, la Policía Federal realizó una serie de interceptaciones telefónicas autorizadas por la Justicia y en una de ellas se identificó al actual ministro de Justicia, Osmar Serraglio, conversando con algunos de los miembros de la banda.
Sin embargo, Moscardi aseguró que en esa conversación «no había nada» que pudiera implicar al ministro, que en la época ocupaba un escaño de diputado por el PMDB y de quien garantizó que «no figura entre los investigados».
Serraglio se manifestó sobre el asunto en una nota, en la cual afirmó que la propia información de que su nombre aparecía en ese turbio asunto prueba que «el Ministerio de Justicia no interfiere en lo absoluto en las investigaciones policiales».
También a través de una escueta nota se pronunció el PMDB, que se limitó a decir que «desconoce el tenor de la investigación».
Según sostiene la Policía Federal, los funcionarios de sanidad eran sobornados por empresarios para flexibilizar la fiscalización, alterar fechas de vencimiento o incluso adulterar carnes con agentes químicos, en algunos casos cancerígenos, tanto para el consumo local como para la exportación.