Alepo fue la ciudad más castigada por una guerra que ya lleva seis años; un millón y medio de personas vivían en la parte oriental y hoy no queda casi nadie.
Por Bassem Mroue y Sarah El Deeb
Alepo, Siria, 2 de febrero (AP).- Alepo ha sido tan golpeada que está irreconocible: Semanas después de que concluyesen los combates, sus distritos orientales están cubiertos de polvo y cuadra tras cuadra se ven edificios convertidos en escombros, escenas que traen a la memoria la devastación de la Segunda Guerra Mundial.
Alepo fue la ciudad más castigada por una guerra que ya lleva seis años. Y nadie tiene respuestas por ahora para las apremiantes necesidades de reconstrucción de la urbe más grande de Siria. Ni para el resto del país.
La reconstrucción de Alepo, corazón económico de Siria, podría costar decenas de miles de millones de dólares, mucho más de lo que el gobierno está en condiciones de pagar. Y es poco probable que las naciones occidentales se muestren proclives a darle fondos a un gobierno que sigue presidido por Bashar Assad, sobre el que pesan sanciones de Estados Unidos, Europa y países árabes que prohíben expresamente cualquier ayuda. Ni siquiera los aliados de Assad, Rusia e Irán, no muestran demasiado interés en financiar la reconstrucción.
Además, habría que ver cómo se maneja la reconstrucción cuando el país todavía está en guerra. Mucho dependerá del tipo de arreglo político a que se llegue para poner fin al conflicto. Una reconstrucción sin un acuerdo afianzaría los cambios demográficos que se produjeron durante la guerra, con un trasfondo sectario. Algunos temen que Assad podría reconstruir los sectores que le fueron afines y no hacer nada por traer de vuelta a los millones de refugiados que se fueron, la mayoría de ellos a zonas que apoyaron la rebelión contra su gobierno.
La Unión Europea, donde hay casi un millón de sirios que piden asilo, dice que hay que comenzar a planificar la reconstrucción ya mismo. Quiere organizar una conferencia para hablar del tema y la Organización de las Naciones Unidas está viendo qué puede hacer.
«La gente piensa que estoy loco por querer reconstruir ahora. Y yo les digo que ya es demasiado tarde», comentó Abdullah Al Dardari, subsecretario ejecutivo de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia occidental.
«Esperemos que pronto haya un acuerdo de paz y entonces habrá que ofrecer servicios básicos, viviendas, escuelas y todo eso, y verán el tiempo que se necesita para planificar», agregó.
La UE podría estar tratando de ganar influencia en Siria en momentos en que Moscú domina el proceso político. Los aviones de combate de Rusia ayudaron a las fuerzas de Assad a reconquistar Alepo y apuntarse su victoria más grande de la guerra, y ahora Rusia y Turquía, que apoya a la oposición, están tratando de promover negociaciones de paz.
Por ahora no hay solución a la vista, pero es bastante probable que Assad siga en el poder y dirija la reconstrucción.
Al Dardari calculó que los daños derivados de la guerra ascienden a 350 mil millones de dólares, aunque hay quienes creen que son el doble.
«No hay cifra que pueda medir la pérdida de sitios históricos, arqueológicos y culturales, sin contar el aspecto comercial», afirmó Al Dardari.
Desde el 2012 Alepo estuvo partida en dos. El gobierno controlaba la parte occidental y la oposición la oriental, y hubo bombardeos constantes entre los dos bandos. El sector oriental fue el más golpeado. Fue bombardeado intensamente hasta que finalmente cayó en diciembre.
Un millón y medio de personas vivían en la parte oriental y hoy no queda casi nadie, ya que la gente tiene miedo de volver sin que haya un acuerdo político, por temor a represalias.
Periodistas de la Associated Press recorrieron la zona en enero y vieron que todavía había un cadáver frente a un hospital que había sido bombardeado. En las paredes había inscripciones dejadas por los rebeldes.
El centro histórico de la ciudad, que fue controlado mayormente por la oposición y que era una especie de línea divisoria, es una sombra de su glorioso pasado. La UNESCO estimó que un 60 por ciento de la ciudad antigua fue dañada y un 30 por ciento fue destruida totalmente. Entre los edificios muy dañados figuran la Mezquita de los Omeyas y el viejo bazar.
Alguna gente se ha aventurado para ver lo que quedó de su ciudad.
«Me duele el corazón cada vez que vengo al mercado y veo la destrucción. Lloro todos los días porque no puedo hacer nada», dijo Abdul-Qadir Homsi, dueño de una zapatería. En su negocio hay tres cilindros bloqueando en parte la entrada que podrían ser bombas caseras.
«Informé a las autoridades hace dos semanas, pero no ha venido nadie a sacarlos», comentó.
Mohammed Saddour, un vendedor de carretillas, comprobó que su local había sido usado por los rebeldes como centro de operaciones. Mientras hablaba, trabajadores tiraban arena en unos túneles construidos por los combatientes debajo de su negocio. Calcula que necesitará unos 2 mil dólares para poner el negocio en marcha de nuevo, cifra que él no tiene.
«El ciclo económico de Alepo no se reanudará a menos que las empresas grandes y pequeñas empiecen a trabajar de nuevo. Si no empiezan, no se reanuda», expresó.
En algunas calles, empleados municipales arreglaban los tendidos eléctricos, un indicio de que las autoridades están dando los primeros pasos hacia la reconstrucción.
El gobierno dice que la prioridad es reconstruir la infraestructura, según Abdul-Qadder Azzouz, profesor de economía de la Universidad de Damasco. Eso solo costaría más de 500 mil millones de dólares.
El reto más apremiante es hacer que la gente vuelva, de acuerdo con AlHakam Shaar, de 30 años, quien se fue de Alepo apenas empezó la guerra para evitar ser reclutado y ahora vive en Budapest. Y cree que eso no sucederá mientras no haya un acuerdo de paz.
«Una reconstrucción apresurada es peligrosa y es posible que deje afuera a los propietarios y también a los antiguos residentes», manifestó Shaar, quien participa en la filmación de un documental sobre la ciudad.
Rusia atraviesa por una recesión y no ha hablado de la reconstrucción de Siria.
Mientras no haya un acuerdo, por otro lado, Turquía, un firme aliado de la oposición a Assad, podría apuntalar la reconstrucción de las zonas bajo su hegemonía.