2016: Cine para recordar

25/12/2016 - 12:00 am
Foto Shutterstock
Foto Shutterstock

Imposible englobar películas destacadas en una insuficiente lista de las 10 mejores del año. El 2016 se despide y deja un legado de cine para repetir, revisar y disfrutar de nuevo en un compendio de géneros y nacionalidades en donde conviven autores consagrados con cineastas debutantes. En este recuento:

Mandarinas (2013), del director georgiano Zaza Urushadze, oda a la paz, a la resolución de conflictos y a la fraternidad en las fronteras. Un anciano alberga en su techo a dos soldados sobrevivientes de una reyerta entre georgianos y chechenos en el polvorín de una URSS en plena guerra fraticida.

El amor en los tiempos del desamor: La langosta (2015), del griego Yorgos Lanthimos, la construcción de un mundo ficticio en donde se castiga la vida en solitario. Una mirada crítica a las convenciones sociales, a la presión sobre la libertad de amar y la intolerancia ante las decisiones individuales.

De Hungría: El hijo de Saúl (2015) del László Nemes, la ganadora del Óscar como Mejor Película Extranjera. En su ópera prima, el director y guionista optó por una peculiar perspectiva para hacer soportable la visita al infierno del campo de concentración de Auschwitz: el close-up del personaje principal y un contorno difuminado, que sugiere los horrores -de sobra conocidos-, por los que atraviesa Saúl para dar una apropiada sepultura al cuerpo de un niño al que hace pasar como su hijo.

Spotlight: En primera plana (2015), del estadounidense Thomas McCarthy. Más que una denuncia, un merecido tributo a la valerosa labor de los periodistas que sacaron a la luz los casos de los curas pederastas de Massachussets, en el año 2002. Elenco de lujo conformado por Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams y Liev Schreiber.

Sing Street (2016) del irlandés John Carney. En el Dublín de los años 80, en lo que parece una tierra sin oportunidades; Coonor, un joven de 15 años, construye su propio camino de sueños formando una banda musical alimentada por las influencias de los mejores grupos de la época: Duran Duran, The Cure, Genesis y Spandau Ballet, entre otros. Una pena la tibia exposición que tuvo en cartelera.

La juventud (2015), del italiano Paolo Sorrentino. Remembranzas y nostalgias compartidas por dos amigos durante un hotel de descanso en los Alpes: un director de orquesta (Michael Caine) retirado a causa de un duelo inconcluso y un director de cine (Harvey Keitel) en una crisis creativa ante la que será su última película.

La Bruja (2015), el primer largometraje del también guionista estadounidense Robert Eggers nos remite al periodo colonial en el noreste de Estados Unidos, en el reino del extremismo religioso y la superstición. Después de ser expulsada de la aldea, una familia atraviesa una cadena de infortunios que inducen a los padres a sospechar si su hija adolescente practica la hechicería. Atmosférica, onírica, bellísima.

La llegada (2016) del canadiense Denis Villeneuve, narra una de los más fascinantes planteamientos sobre el encuentro de dos mundos y el contacto con vida inteligente extraterrestre. El arribo de 12 naves interplanetarias organiza a los gobiernos del mundo para establecer comunicación con los visitantes. La prestigiada lingüista Louise Banks (Amy Adams), descubre cómo comunicarse con los visitantes y el mensaje que tienen para los que habitamos el planeta: un nuevo planteamiento sobre la concepción del tiempo, el espacio y la vida.

No es más que el fin del mundo (2016), del también canadiense Xavier Dolan, se adentra en los tortuosos laberintos de la incomunicación familiar y los rencores entre hermanos. Tras 9 años de ausencia, un joven escritor regresa a la casa materna para dar una terrible noticia pero el reencuentro con los suyos estalla dolores del pasado y resentimientos dormidos. Nathalie Baye, Vincent Cassel, Marion Cotillard, Léa Seydoux y Gaspard Ulliel conforman una familia de tantas.

Más fuerte que las bombas (2015) del noruego Joachim Trier. Filme que asienta su poder en la edición y la visión fragmentada que ofrece a cada uno de sus personajes sobre un mismo evento: la muerte de una fotógrafa de guerra (Isabelle Huppert), recordada a partir de los memorias compartidas entre su esposo y sus dos hijos.

¡Salve, César! (2016), de los hermanos Joel y Ethan Coen. Excelentísima comedia en medio de la nostalgia del Hollywood de los años 50. El secuestro de un actor durante un rodaje es el pretexto para dar cuenta de una época dorada, una crítica a los entretelones de la fama, las listas negras de los estudios y la evocación de las grandes estrellas de antaño.

En los terrenos de la animación: Anomalisa (2015) de Charlie Kaufman y Duke Johnson. Ejercicio, cuadro por cuadro, sobre la monotonía y la existencia gris de un conferencista al que el amor le sale al encuentro. Zootopía (2016) de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush; un retrato de sociedad con apuntes sobre la inclusión y el empoderamiento. Kubo y la búsqueda samurái (2016) de Travis Knight; sobre las capacidades mágicas de ser distinto, el estrecho vínculo materno filial y el duro proceso de maduración. El niño y el mundo (2013) del brasileño Alê Abreu, un compendio de varias técnicas de animación para dibujar el universo de un pequeño ante la ausencia de su padre.

Con el sello de estas tierras: Las elegidas (2016) de David Pablos, que deshilvana parte del sórdido mundo de la trata de personas y los mecanismos de su entramado que devoran las almas -y los cuerpos-, de miles de adolescentes. La Tempestad (2016), de Tatiana Huezo. Dos historias que ratifican la tragedia de ser mexicano en un país dominado por el crimen organizado y la corrupción del Estado. Bellas de noche (2016), de María José Cuevas. Un viaje al pasado de las reinas de la vida nocturna: Olga Breeskin, Lyn May, Wanda Seux, Rossy Mendoza y la Princesa Yamal y su aterrizaje forzoso con la realidad, la fama efímera y el paso del tiempo. Y el documental Llévate mis amores (2016), de Arturo González Villaseñor, sobre las voluntarias veracruzanas que dan alimento y aliento a los migrantes que viajan sobre La Bestia en su arriesgada travesía. El director da rostro y nombre a Las Patronas que socorren al caído y abrazan a los huérfanos del camino ante el desamparo y la insensibilidad oficial.

Se acaba el espacio y quedan para destacar: El demonio neón (2016) de Nicolas Winding Refn y sus apuntes sobre el narcisismo en un mundo de espejismos. La habitación (2015) de Lenny Abrahamson, sobre la prisión forzada de una madre y su hijo y el retorno a la libertad. Carol (2016) de Todd Haynes, sobre el romance entre dos mujeres en medio de la prohibición social del Nueva York de los años 50. Mustang: belleza salvaje (2016) de la turco-francesa Deniz Gamze Ergüven, sobre los estragos en los derechos femeninos de los prejuicios y tradiciones en un pueblo turco. El porvernir (2016) de la francesa Mia Hansen-Løve, sobre una profesora de filosofía enfrentada a la vida.

Faltan las suyas, querido lector.

 

 

 

 

 

author avatar
Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas