Las perlas y el fin de la memoria

Hay sangre caída, sangre que me llama. / Nunca entré en Granada. / Hay sangre caída del mejor hermano. / Sangre por los mirtos y aguas de los patios. / Nunca fui a Granada.

Estos versos de Rafael Alberti fueron compuestos como elegía por las víctimas de una guerra. También hoy hay sangre que nos llama. Otra guerra. Siria: el símbolo del horror. Nunca entré en Alepo. ¿Importa eso? Sangre caída del mejor hermano.

Allí están la vida y la muerte, el destierro y las nostalgias; allí están los siglos de migraciones que han hecho de Siria lo que es. Asirios, babilonios, persas, romanos, sarracenos, otomanos, franceses, ingleses, turcos, libaneses, israelíes, palestinos… todos se han cruzado en ese territorio que está siendo devastado por la violencia política, por la ambición, por la intolerancia, por la prepotencia.

Se calcula que unas 470 mil personas han muerto en los cinco años de guerra civil, y según datos del Syrian Center for Policy Research hay unos 6.36 millones de desplazados internos, mientras que 13.8 millones perdieron sus trabajos y con ello su fuente de ingresos durante el conflicto. La consecuencia de esta destrucción de empleos y de la inseguridad ha sido que el 85.2 por ciento de la población se encontrara en situación de pobreza a finales de 2015, mientras que el 69.3 por ciento están en extrema pobreza, lo que significa que son incapaces de cubrir sus necesidades alimentarias básicas.[1]

Foto: todaslasnoticias

Foto: todaslasnoticias

Aun cuando retornes, / Odiseo… / Aun cuando te opriman las distancias, / Y la ruta se encienda / En tu desconsolado rostro, / O en tu temor amigo. /Seguirás siendo historia de andadura / Seguirás habitando una tierra sin tiempo, / viviendo en una tierra sin retorno, escribió el poeta Adonis en sus Canciones de Mihyar el de Damasco.

A principios de 2016, la cifra de refugiados llegó a alrededor de cinco millones, lo que lo convierte en uno de los mayores éxodos de la historia reciente; estamos hablando de casi al 25 % de la población total del país.

Vemos con estupor las imágenes de su peregrinar. Vemos con estupor el silencio del mundo.

…una tierra sin tiempo …una tierra sin retorno… Como muchos, hubiera querido el Nobel para el poeta sirio. El mundo por lo menos hubiera volteado a ver aquel infierno.

“Siria es el fin de la memoria. Alepo es el fin de la decencia. Es el fracaso del siglo XX. Es repetir el Holocausto, repetir Ruanda, repetir Srbrenica. Empezó como una guerra civil y seis años después estamos ante el peor genocidio del siglo XXI”. Quien dice esto en la radio, con voz quebrada, es Maruan Soto Antaki, estupendo narrador y uno de los principales especialistas en Medio Oriente, mexicano de origen sirio, hijo de la gran pensadora y escritora Ikram Antaki. Medio Oriente es hoy un rompecabezas cuyas fichas “se entrecruzan constantemente”. Sus reflexiones son, junto con las de Carlos Martínez Assad y Mauricio Meschoulam, una guía imprescindible para muchos que, como yo, queremos entender ese rompecabezas sembrado de horror.

Pareciera que la llamada “comunidad internacional” asiste impávida a la tragedia siria; pero, como dice Meschoulam, “Ojalá fuera solo eso. Estamos, más bien, ante un fenómeno en el que un sector de esa comunidad internacional ha formado parte, no pasiva, sino activa, en cuanto a alimentar las llamas cuyo último incendio es el que hoy atestiguamos en Alepo”.[1]

Si en la reflexión de Susan Sontag en Ante el dolor de los demás, Sarajevo era el símbolo de la ignominia, hoy lo es Siria.

Implacable, entre el enojo y el dolor, la mirada de esta niña se clava en las líneas que escribo. No hace ninguna pregunta porque tiene ya todas las respuestas. Y esas respuestas me avergüenzan. Nunca vi Siria. Quizás no tenga derecho a escribir, pero tengo la responsabilidad de hacerlo. Ética y humanamente tengo la obligación de mirarla y de saber lo que hay detrás de su mirada. Esta niña es Alepo.

La fotografía la tomó Araz Hadjia en uno de los mayores campos de refugiados de la región, en un pueblo de Grecia limítrofe con Macedonia. “Aquí todas las historias parten el alma –cuenta Araz-. Lo que más necesitan es ser escuchados y que nos sentemos con ellos. Aunque no nos podamos comunicar, creo que lo que necesitan es que al escucharlos los saques de la masa invisible de ‘refugiados’ y les des una identidad propia.”

Araz es argentina de origen armenio nacida en Alepo. Durante el Genocidio Armenio, la ciudad de Alepo se convirtió en el principal centro de convergencia de las rutas de deportación. Entre los sirios que se opusieron con mayor fuerza a esa matanza que le costó la vida a más de un millón y medio de personas, destaca la figura del último gobernador de Antioquía. Y para cerrar este pequeño cuento de exilios y dolores, de pérdidas y migraciones, cuento que ese gobernador es el bisabuelo de Soto Antaki. Su solidaridad provoca que lo expulsen de su tierra, a principios del siglo XX, y le prohíban el regreso a él y a sus descendientes. El primero en regresar es el propio escritor en 2001.[1]

A Siria llegaron los armenios perseguidos, derrotados, dolidos. Allí pudieron volver a sentirse orgullosos de sus raíces, orgullosos de ser quienes eran. Allí encontraron un hogar. ¿Quién les dará hoy hogar a los millones de sirios que deambulan desgarrados por el mundo?

Escribió el poeta Daniel Varujan, brutalmente asesinado por los “Jóvenes turcos” en 1905:

Siembra, siembra, incluso al otro lado de la frontera,

siembra abundante, como estrellas, como olas

que importa si los camachuelos pican tus granos,

pues en su lugar, el Señor dios sembrará finas perlas.

Sirios, armenios, afganos, pero también marroquíes, senegaleses, guatemaltecos, hondureños, bolivianos… todos han aprendido a sembrar, no importa dónde, sin perder la esperanza –absurda y conmovedora- de que algún día cosecharán perlas.  

[1] Ésta es parte de la historia que narra en su novela más reciente El jardín del honor  (México, Alfaguara, 2016)

1.http://www.abc.es/internacional/abci-guerra-siria-cifras-470000-muertos-5-anos- 201602111728_noticia.html

2.- http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/mauricio-meschoulam/nacion/2016/12/17/aleppo-las-culpas-y-las

3,– Ésta es parte de la historia que narra en su novela más reciente El jardín del honor  (México, Alfaguara, 2016)

 

 

6 Responses to “Las perlas y el fin de la memoria”

  1. Consuelo dice:

    Estimada Sandra, me gusto mucho su articulo-relato de la Virgen de Guadalupe, felicidades, ojala, siga participando en este espacio.
    Tiene razon, en Mexico, se ha hablado muy poco de la tragedia Siria. Aca, estamos “muy enfrascados” en nuestros problemas internos y no vemos el horror que se vive en otras partes del mundo.
    Las fotografias de la ciudad de Alepo son verdaderamente dantescas.
    Mucha culpa la han tenido los Estados Unidos y tambien Rusia (lo digo sin conocer mucho, ni a fondo el problema).
    La pregunta importante es donde y como se puede ayudar, la embajada de Siria en Mexico, recibe ayuda.
    Si nos puede decir la forma de ayudar se le he de agradecer inmensamente.
    Gracias y feliz navidad para ud. y su familia.

  2. MARCELINO CEREIJIDO dice:

    Querida Sandra: muchas gracias por tu siempre esperado mensaje dominguero. Me lleva a aumentar cada semana el cariño y respeto que te tengo. Sin embargo recibes lo que sucede (y narras) con una postura casi religiosa, y eso es malo. Miles de años de culturas religiosas no dan evidencia alguna de que vayan a corregirse o por lo menos mejorar nada. En cambio no sé si habrás leído mi libro de ensayo HACIA UNA TEORÍA GENERAL SOBRE LOS HIJOS DE PUTA (Tusquets, 2009). Mis conclusiones (que hasta el presente nadie ha refutado) es que los seres humanos somos intrínsecamente hijos de puta (algo muy parecido a perversos). Por “intrínsecamente” quiero decir “genéticamente”. No podemos zafar de esa herencia. Sin embargo, no basta para que seamos hijos de puta. Para serlo hacen falta dos cosas, serlo en potencia (genéticamente, cosa que desde ya somos) y que se presente la circunstancias que despierten esa condición (para facilitarte la comprensión te pongo un ejemplo: yo cuando nací era un pianista en potencia, pero jamás tomé una clase de piano, o sea no se dieron las circunstancias para que yo sea pianista). Mi libro concluye que todos somos hijos de puta en potencia, pero para que lo seamos en la realidad hace falta que se presenten las situaciones. Eso en realidad lo comentó Hanna Arendt después de analizar el caso de Eichman. Lo describe en su libro The Vanality of Evil.
    Aparte te cuento que conocí a Rafael Alberti, a su esposa María Teresa de León y a su hija Aitana. Al menos un par de veces al mes comíamos con ellos en casa del tío de mi esposa (Israel Dujovne) en Villa Udaondo, a 60 Km de Buenos Aires, donde tenía una casa-quinta. Rafael tenía un terreno a pocas cuadras al que llamaba “La Arboleda Perdida” pero no tenía fondos para construirse una casa. Varias veces vino con su editor Lozada. Rafael era intrínsecamente poético. Por ejemplo un calurosísimo verano se asoleó demasiado, hizo algún esfuerzo y tuvo un vahído. Exclamo “Ay, ¡que se me va la vida! pero con una entonación como si fuera cante jondo. Era bolche y varias veces llegó a visitarlo Nicolás Guillen, el de Sóngorogosongo. Nicolás continuamente murmuraba una música indefinida con una profunda voz de bajo. Dos o tres veces me pusieron a jugar al dominó en pareja con el, porque él era muy bueno, muy taimado, y yo era pésimo. Así equilibraban un poco el juego. Nuestros rivales eran Rafael y Berardo Dujovne, primo de Nona que hoy es un famoso arquitecto.
    Por último te quiero decir que varias veces cenó en mi casa de aquí de México Ikram Antaki. Discrepar con ella era sinónimo de estar equivocado. No sabía discutir. Nunca me cayó en gracia.
    He desarrollado algunas ideas sobre LA EVOLUCIÓN DE LAS MANERAS DE INTERPRETAR LA REALIDAD. Ya terminé el primer manuscrito y quiero ver si en estas vacaciones de Guadalupe Reyes puedo terminar la primer pulida.
    Muchísimos cariños para vos y tu viejo.
    besos todo lo efusivos que permitan las buenas costumbres (y unas cuantas de las malas).

  3. Moctezumadebarril dice:

    Nunca entré a Guerrero ni a Acapulco. Vi sangre en Naucalpan no. Ni una gota en la Marquesa.
    De Cuernavaca ni taco de moronga.

  4. Carme Riera dice:

    Estupendo artículo, Sandra y todo mi cariño

    • Sandra Lorenzano dice:

      Carme querida,
      ¡Qué gusto leerte también por acá! Mil gracias por tu comentario.
      Te mando un abrazo con mi cariño, y que tengas un hermosísimo año nuevo!

  5. Vicky Campos dice:

    Buenas noches maestra: Gracias por ser el vínculo entre la cotidianidad y la conciencia social y humana ante tales horrores. Me gusta tu texto porque nos das una semblanza, muestras el rostro de las víctimas y como siempre nos contagias de tu indignación, lo que. Nos lleva a pensar: ¿Qué estamos haciendo o qué vamos a hacer? Cuando esto sucede pienso en la frase de Albert Einstein que dice: ” El mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por los que se quedan viendo.” Saludos y un abrazo.

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