«Oriundo Laredo», cuarta novela del escritor mexicano Alejandro Páez Varela, es el retrato del país de «aquí y allá», existente de un lado y otro de una línea que inventaron los hombres, pero que al final no dividió nada.
Por Gustavo Borges
México, 22 de diciembre (EFE).- En un momento en el que Donald Trump propone construir muros, con su novela «Oriundo Laredo» el escritor mexicano Alejandro Páez ha levantado las manos a favor de ese país inexistente pero real situado a ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos.
«Lo que Oriundo trata de explicar es que el mexicano en Estados Unidos no es un migrante, esas son sus tierras, están tomadas por la geopolítica, pero esas son sus tierras», explica Páez en entrevista con Efe al referirse al protagonista de su cuarta novela.
Originario de Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, desde su niñez el autor conoció ese país a mitad de camino entre las dos naciones y vació sus experiencias en una obra con prosa poética publicada por el sello Alfaguara de la casa Penguin Random House.
Con una suerte similar a la de los hermanos Karamazov del escritor ruso Fiodor Dostoievski, Oriundo Laredo es hijo de un padre egoísta que lo abandona.
El hombre es estadounidense y tiene todos los pretextos para sentirse del lado de allá pero defiende su raíz y a veces hasta pone en juego su seguridad por ser auténtico.
«Oriundo es un personaje que yo quería hacer hace años, desaparece en el sur de Estados Unidos y toma la actitud del mexicano de allá que no se mete en problemas. Si uno revisa la historia ve que el mexicano va, trabaja y no hace ruido», explica.
El autor de 48 años debutó como escritor de ficción con tres novelas situadas en el norte de México, «Corazón de Kaláshnikov», «El reino de las moscas» y «Música para perros», y ahora exploró en el otro lado al poner a Oriundo en el sur de Estados Unidos.
Con un lenguaje austero que tiene que ver con su oficio de periodista, en 211 páginas Páez cuenta de manera amena la trayectoria de su personaje que, repleto de nobleza, va por el sur en busca de trabajo y se comporta con civismo, respeto y tolerancia.
Como hizo el premio nobel Gabriel García Márquez en «Crónica de una muerte anunciada», en el primer párrafo de su novela Páez revela que el héroe de la historia va a morir, pero logra mantener la atención sobre cómo vive y cómo fallece.
«Yo respeto a García Márquez, lo he estudiado y ha estado presente en mi carrera», cuenta Paéz mientras se toma un café en una mesa con flores amarillas y se refiere a otros maestros que lo marcaron, como Juan Rulfo, los rusos Dostoievski, Gógol y Gorki y los románticos europeos del siglo XIX, entre otros.
El escritor es un hombre solitario que desconfía de eso que llaman talento, por lo que prefiere apostar al trabajo. Se levanta antes de las cinco de la mañana, pero cuando está escribiendo una obra lo hace una hora antes y es obsesivo con la etapa de preparación.
Para su nueva novela leyó decenas de libros sobre trenes y botánica, aunque a la hora de escribir usó un porcentaje bajo de lo estudiado.
La historia empieza en 1913 cuando Aurelio, el bisabuelo de Oriundo, emigra. La familia pierde su fortuna en los tiempos de la Revolución mexicana y cuando nace Oriundo en 1958 ya no tiene dinero. Su madre muere y, desamparado, el joven recorre las dos partes de la frontera y pasa por la mejor escuela, la de la vida.
«Todo empezó cuando recibí una carta que alguien me envió de Chihuahua con datos de una familia cuyos miembros nacen y mueren el mismo día de diferentes años. En Oriundo hay ficción, pero (también) mucho de la manera de ser del mexicano», señala.
La obra toma color con personajes como Gamboa Las Vegas, que no habla y al que Oriundo le inventa historias, o Querantine Rod (Rodríguez), mujer nacida en la jaula migratoria de Texas que se tiñe el pelo negro con agua oxigenada y dice que es rubio porque es hija de los canarios de su abuela.
Con alusiones a figuras históricas como el revolucionario Pascual Orozco, historias sobre las costumbres de la gente de la frontera, datos medicinales y referencias culinarias, Páez retrata en su novela al país de «aquí y allá», existente de un lado y otro de una línea que inventaron los hombres, pero que al final no dividió nada.
«Es como el cíbolo, el búfalo, cómo dices qué nacionalidad tiene el búfalo», dice Páez, cuya pregunta resume la historia.