Miguel Rivas, coordinador de la campaña de Océanos de Greenpeace en México, expuso que mantener en cautiverio a las pocas vaquitas marinas que quedan supone una «medida desesperada», derivada de un programa integral de conservación que hasta el momento no ha funcionado. Por ello, agregó, las autoridades deben evaluar con seriedad si esa una opción acertada y asumir el riesgo.
Ciudad de México, 25 de diciembre (SinEmbargo).- Quedan menos de 60 ejemplares de vaquita marina y el Comité Internacional para la Recuperación de esta especie endémica de México planea –el próximo año– atrapar y proteger la mayor cantidad posible de ejemplares, en un último esfuerzo para salvarla de la extinción.
En diversas ocasiones, Greenpeace México y el Centro para la Diversidad Biológica (CDB) han alertado que, principalmente, la pesca ilegal de la totoaba –especie que también se encuentra en peligro de extinción– ha causado el declive continuo de la vaquita. Hace apenas algunos días las organizaciones denunciaron que la pesca no ha parado y las autoridades ambientales y pesqueras no han informado qué planean implementar tras la conclusión de la veda anunciada el año pasado por Enrique Peña Nieto para prohibir –por dos años– el uso de redes de enmalle por resultar dañinas para la especie.
Además, durante el mismo periodo de tiempo los pescadores han recibido compensaciones económicas para evitar riesgos de enmalle para la vaquita, pero las mismas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) han acusado en múltiples ocasiones que éstas son injustas y desiguales. Hace algunos meses, el CDB solicitó a través del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), datos sobre el padrón de beneficiarios y encontró que son 2 mil 699 personas quienes reciben este apoyo, pero la mayoría cuenta cada mes con 4, 6, 7 u 8 mil pesos, mientras sólo dos personas reciben más de un millón de pesos.
Ante esta situación, Miguel Rivas, coordinador de la campaña de Océanos de Greenpeace en México, dijo a SinEmbargo que mantener en cautiverio supone una «medida desesperada», derivada de un programa integral de conservación que hasta el momento no ha funcionado. Por ello, agregó, las autoridades deben evaluar si será una opción acertada y asumir el riesgo, no obstante, reconoció, implementar el programa podría generar incertidumbre para la especie.
«Llegamos a este punto porque la autoridad nunca pudo poner un freno a la pesca de la totoaba. Porque nunca hubo una verdadera disposición de terminar con ese tema de raíz», acusó.
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El activista agregó que no conocen con detalles el proyecto que pretende mantener en cautiverio a los últimos ejemplares de la marsopa más pequeña del mundo, sin embargo, señaló que de las pocas que quedan, al menos la mitad tendría que destinarse a ello, «lo cual sería de gran incertidumbre para la especie».
Al respecto, vaticinó: «Podría ser la sentencia final de la vaquita. No lo sabemos; en ese sentido no tenemos pronunciamiento porque al no saber los detalles no podemos evaluar mucho». Por esa razón subrayó la necesidad de que se den a conocer puntualmente los pormenores de cómo se realizará la captura y el cautiverio de los animales, además de informar a la sociedad civil con el fin de que emita su opinión.
«Acabar con las pocas vaquitas que quedan sería un grave error», remarcó.
Quien también ha mostrado su rechazo a dicha medida, es el director de World Wildlife Fund (WWF) México, Omar Vidal, quien considera no es una buena opción. “Debemos esforzarnos por salvar a la vaquita en el lugar al que pertenece: el norte del golfo de California”, dijo recientemente. Y, al igual que Rivas, señaló que el proyecto de captura pone de manifiesto que los esfuerzos de las autoridades por salvar a la especie fracasaron.
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RETIRAN REDES DE PESCA
Desde hace un par de meses, organizaciones de la sociedad civil, pescadores, así como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la de Marina Armada de México (Semar) y la de la Defensa Nacional (Sedena) comenzaron un programa para retirar redes fantasma en el Alto Golfo de California.
Las redes «fantasma» –explicó la Semarnat a través de un comunicado– son herramientas de pesca abandonadas o perdidas en el mar que pueden flotar durante meses o años y que continúan atrapando peces, cangrejos, langostas, tortugas, aves y mamíferos marinos en los océanos, además de afectar los ecosistemas, impactar el fondo marino y representar un riesgo para la navegación.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 640 mil toneladas de redes «fantasma» flotan en los océanos y constituyen la décima parte de toda la basura marina.
La dependencia informó que los resultados de la recuperación de las redes durante el 10 de octubre y el 7 de diciembre fueron los siguientes:
-36 redes agalleras para pescar totoaba, 28 de ellas aún en uso.
-36 redes agalleras para pescar camarón.
-24 cimbras para capturar totoaba, tiburones y otros peces. Medían entre 80 y 500 metros de longitud y todas se encontraban en malas condiciones.
-7 redes de arrastre y trampas.
–Con información de Associated Press.