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Es el tercer año consecutivo en el que el Toro Júbilo se celebra envuelto en el enfrentamiento, tras intentar en 2014 boicotear los antitaurinos el mismo.
Ciudad de México/Madrid 18 de noviembre (SinEmbargo/EFE).- El Toro Júbilo, el único toro de fuego que pervive en Castilla y León y que está en el punto de mira de las asociaciones animalistas, ha cumplido de nuevo esta noche su ritual, seguido por casi tres mil personas y protegido por fuertes medidas de seguridad para evitar que fuera boicoteado como hace dos años.
Más de un centenar de miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado, junto con voluntarios de la asociación del Toro Júbilo, han controlado el acceso a la plaza Mayor medinense, desde primeras horas de la tarde.
Los antitaurinos, en número superior al centenar, han protestado una hora antes de iniciarse el festejo, y se han encarado con las fuerzas de Seguridad y los aficionados taurinos en las proximidades de la plaza Mayor medinense, al grito de «No paremos hasta su abolición», «Medinaceli, vergüenza nacional» y «Aquí estamos, nosotros no matamos».
El alcalde de Medinaceli, Felipe Utrilla (PP), ha defendido, en declaraciones a EFE, la continuidad de esta tradición milenaria mientras tenga el apoyo mayoritario de los vecinos de Medinaceli, villa soriana con larga historia en el cruce de caminos que es el valle del Jalón.
«El festejo es del pueblo y si hay que asumir alguna modificación lo tendrá que decidir el pueblo», ha subrayado.
El presidente de la Asociación Internacional Taurina, Willians Cárdenas, ha resaltado que la tauromaquia es patrimonio cultural y material del pueblo español y, en el caso de la modificación del toro de la Vega, en Tordesillas, ha denunciado que la Junta de Castilla y León se extralimitó en sus funciones.
«La Junta puede regular el festejo pero no puede desposeerlo de su esencia», ha subrayado.
El miembro de la Asociación del Toro Júbilo, Javier Sanz, ha pedido respeto para una tradición milenaria, en la que el animal, según ha reconocido, puede sufrir un «poco de estrés» durante el festejo, pero que después es devuelto a la ganadería.
En este sentido, la citada asociación ha publicado un folleto en el que recoge que en los documento más antiguos que se conservan, se deja siempre constancia de la especial protección del animal.
Así, en 1510, en duque de Medinaceli, Juan de la Cerda, autorizó que se corriese el toro «como tienen por costumbre el día de la procesión» y mandó que ninguna persona osara matar al toro que, «acabado de correr, los vecinos lo dejen vivo y sin lesión alguna».
Hasta Medinaceli se han desplazado desde Tordesillas en torno a setenta personas para defender la pervivencia de esta tradición taurina.
El presidente del Patronato del Toro de la Vega, Gerardo Abril ha confiado en que el Toro Júbilo no sufra modificaciones, porque, «no veo bajada de pantalones» de los políticos en Soria, como sucedió en Tordesillas.
La tradición ha vuelto a cumplirse un año más cuando una veintena de mozos y colaboradores han sacado de los toriles, pasadas las once y media de la noche, al toro ensogado, -un utrero de 400 kilogramos procedente de la localidad aragonesa de Gallur-, para amarrarle a un poste situado en la plaza Mayor.
Los mozos han colocado a continuación un armazón de hierro en la testuz del animal inmovilizado, y en el mismo han sujetado las bolas de pez, elaboradas previamente con estopa, aguarrás y azufre, y han embadurnado de barro los lomos y la testuz del astado, como protección contra el fuego.
Uno de los mozos, el que ha pujado más por hacerlo, ha cortado la soga para que, sin más esperas, el toro de fuego protagonizase un año más durante más de media hora carreras en la plaza Mayor, entre los engaños de los aficionados y sorteando las cinco luminarias encendidas en el improvisado albero y que representan a los cinco mártires de los Cuerpos Santos -Arcadio, Provo, Pascual, Eutiquiano y Paulino-, patrones de Medinaceli.
El festejo ha terminado pasadas las doce y media de la noche cuando se ha apagado la cornamenta de fuego añadida al toro.
La tradición de este festejo fue documentada por el Ayuntamiento medinense a primeros del siglo XXI, un trámite que se culminó ante la Junta de Castilla y León en 2002, con la declaración de festejo taurino tradicional.
En el Archivo de los Duques de Medinaceli hay constancia de que el Toro Júbilo fue presenciado desde el balcón del Palacio Ducal en la noche del 29 de diciembre de 1559 por el rey Felipe III y su esposa, tras su luna de miel.
Los primeros documentos escritos sobre el Júbilo de Medinaceli -los hay de 1490- apuntan que el toro se corría en honor de visitantes ilustres que llegasen a la villa o para celebrar acontecimientos importantes, como en julio de 1837 para solemnizar la jura de la Constitución española de aquel año.
El rito del toro y el fuego llegó a Medinaceli, enclavado en el valle del Jalón, desde el Levante español.
La opinión más extendida considera que tiene orígenes celtíberos, una de cuyas tribus -los Tittos- poblaron esta comarca y la antigua ciudad de Ocilis.
Con el rito se estaría conmemorando la victoria de los celtíberos sobre los cartaginenses en la batalla de Hélice (Elche, Alicante) en el año 229 a. C. en la que el caudillo celtíbero Orisón lanzó contra el campamento cartaginés de Amilcar Barca carretas de tea, sebo y azufre tiradas por bueyes que portaban en sus atas hace de paja ardiendo y provocando la desbandada de los sitiadores cartagineses.