El Festival Cervantino recuerda al escritor Ignacio Padilla

07/10/2016 - 10:31 pm

El director del Festival, Jorge Volpi condujo una charla en la Universidad de Guanajuato en la que profundizaron en la personalidad y obra de Ignacio Padilla.

Ignacio Padilla En Una Ceremonia En Memoria a Carlos Fuentes Foto Cuartoscurotercero Díaz
Ignacio Padilla En Una Ceremonia En Memoria a Carlos Fuentes Foto Cuartoscurotercero Díaz

Por Isabel Reviejo

Guanajuato (México), 7 de octubre (EFE).- Maestro del cuento, enloquecido por Cervantes e inventor de excentricidades como los curiosos «datos Nachito»; así recordaron hoy sus amigos al recientemente fallecido escritor Ignacio Padilla en el homenaje realizado en México dentro del Festival Internacional Cervantino.

El director del Festival, Jorge Volpi, los escritores Fernando Iwasaki y Gerardo Kleinburg, y el director del Museo Iconográfico del Quijote, Onofre Sánchez, condujeron una charla en la Universidad de Guanajuato en la que profundizaron en la personalidad y obra del autor, quien perdió la vida el pasado 20 de agosto a los 47 años en un accidente de auto.

De él destacaron su contribución al cuento -no por nada el autor se autodenominaba «físico cuéntico»-, sin la cual no habría existido la «gran atención al género de la narrativa breve» en los últimos años, como dijo Iwasaki.

«Nacho volvió a darle al cuento una dimensión mayúscula», afirmó el peruano.

Ante la familia de Padilla, Iwasaki narró cómo la literatura del escritor mexicano era «reflejo de las personas que tenía», y que cuando conoció a sus allegados se sintió como «si hubiera acabado en una de sus obras».

Volpi, que junto con Padilla y otros autores mexicanos conformaron la llamada «Generación del Crack», recordó cómo fue su primer encuentro con el autor. Se produjo hace 31 años cuando él y Eloy Urroz participaron en un concurso de cuentos que ganó Padilla.

Mientras los suyos eran «perfectamente olvidables», el de quien sería su nuevo amigo «ya era el germen de una obra maestra para alguien que tenía esa edad», dijo Volpi en relación a la pieza El héroe del silencio.

Como anécdota, el director del Cervantino explicó a los asistentes en qué consistían los «datos Nachito», expresión acuñada por el propio Volpi: anécdotas que Padilla contaba «con absoluta seriedad» y todo lujo de detalles que, «por supuesto, eran absolutamente falsas».

Historias surrealistas que contaban, por ejemplo, cómo una cadena de comida rápida utilizaba pollos sin cabeza para sus productos, y que plasmaban, en definitiva, el «talento fabulador» del autor, señaló Volpi.

Sánchez recordó a su vez cómo «Nacho siempre venía con prisa» y destacó la ironía que impregnaba sus conferencias -como cuando asemejaba a Cervantes con una rentable fábrica de productos literarios, pese a ser poco leído- y recomendó a quienes no se han acercado todavía a su obra que «busquen en sus libros de cuentos».

Por su parte, Kleinburg, amigo de la infancia de Padilla, afirmó que el autor «siempre fue un niño», como demostraban algunas de sus cualidades, entre ellas su gran imaginación, su ternura y su curiosidad, que hacían de él un «fantástico curioso impertinente».

Parte fundamental de la charla, que se celebró el mismo día que en el Festival estaba programada una conferencia de Padilla, fue la pasión que el autor sentía por el escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), a quien dedicó el tema de su último libro publicado, «Cervantes y compañía».

Los cuatro participantes mencionaron datos como la impotencia del escritor ante el hecho de que William Shakespeare tuviera más reconocimiento a nivel internacional o que, mientras conducía, no escuchaba música, sino pasajes del audiolibro de Don Quijote.

Volpi reflexionó sobre cómo «es imposible no imaginar que (Padilla) se identificaba en algún sentido» con Cervantes y con su más reconocida criatura literaria.

Como El manco de Lepanto en su primer acercamiento a las letras, Padilla tenía en la cabeza ser un hombre de teatro, cosa que no consiguió.

Y como Don Quijote, se sumergió tanto en la lectura cervantina que enloqueció, pero adquiriendo la locura que contagia a todos los escritores y que les mueve a hacerse con la pluma.

«Lo voy a extrañar mucho, todos lo vamos a extrañar», dijo Volpi como cierre de la charla, antes de que los cuatro participantes se pusieran de pie y se giraran hacia la foto de Padilla que servía de telón de fondo del evento, para dedicarle un aplauso.

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