Los colombianos votaron “No” al Acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC, la guerrilla histórica de este país. El 50.2% se decidió por el “No”, mientras el 49.7% por el “Sí”, esto sin contar que un 60% de colombianos se abstuvieron de participar en el plebiscito.
Los resultados anteriores fueron considerados como un “salto al vacío” para el futuro de este país y, en particular, un rotundo fracaso del presidente Juan Manuel Santos, considerado uno de los mejores mandatarios de la historia política colombiana y confrontado, al menos en lo que corresponde a este plebiscito, con el ex presidente Álvaro Uribe, quien promovía el “No” en virtud de que consideraba que se le daban demasiadas garantías a las FARC, entre ellas la posibilidad de los líderes guerrilleros de participar en política y el hecho mismo de que fueran perdonados todos sus crímenes, cometidos durante los 52 años que ha durado la guerra.
Asimismo, debajo de estas proposiciones, estaba la implícita conexión del indulto al narcotráfico que desde la década de los 80s financió a la guerrilla, tal como el propio presidente Juan Manuel Santos lo denunció no hace mucho. Según el Ministerio de Defensa, las FARC tenía una participación superior al 60 por ciento en el negocio del narcotráfico y el control de la mayor cantidad de tierras sembradas de coca.
Por otro lado, sin embargo, y según lo explica magníficamente el escritor colombiano Mario Mendoza, este reproche a las FARC de sus vínculos con el narcotráfico debería pesar también sobre el propio gobierno, a quien se le han descubierto lazos con el narcotráfico y el crimen organizado que llegan incluso hasta a sus ministros de Defensa. Lo que nos quiere decir Mario Mendoza es que, pese a todas las implicaciones que tendría la firma de este acuerdo, la necesidad de establecer la paz en Colombia era necesaria.
La importancia del caso Colombia no debería ser ajena a la situación de nuestro propio país, envuelto desde hace un par de lustros en una guerra que lejos de disminuir sigue en aumento, con todas las consecuencias que esto implica.
También los mexicanos deberíamos pensar en una solución de paz en la cual narcotráfico y gobierno, narcotráfico vs narcotráfico y gobierno vs gobierno cesen las armas, pues, como en Colombia, no son los malos los primeros ni los buenos los segundos (ambos han cometido severas atrocidades contra el tejido social), pero indiscutiblemente la sociedad civil de la que ambos se nutren ocupa una necesaria tregua antes de que sea demasiado tarde.
@rogeliguedea