Al mismo tiempo que se sube este artículo al universo digital, entra en funciones el Gobernador electo Javier Corral en Chihuahua.
Los chihuahuenses, entre ellos los juaritos, tenemos grandes expectativas para este Gobierno; sabemos que sus recursos son escasos, pero hay prioridades que necesitan más bien de voluntad y decisión que de fondos públicos. Desde mi perspectiva éstas son cuatro, que me parecen fundamentales desde donde estoy parado.
Mejores salarios industriales: En un momento, Corral se comprometió con los sectores más vulnerables del estado, y esperamos que tenga la habilidad de convencer a las grandes firmas industriales de que paguen un mínimo de 200 pesos diarios a sus obreros. Debe entender que incrementando el salario de los trabajadores se dinamiza la economía y se benefician los otros sectores de la entidad.
No queremos escuchar los argumentos rancios de hace cincuenta años, sobre la conveniencia de atraer empresas extranjeras con sueldos suspendidos en los niveles de hace tres décadas. En el territorio hay unas 50 familias multimillonarias que se han beneficiado de la venta en remate de mano de obra, que ofrece vida de semiesclavitud a los 400 mil chihuahuenses que la integran.
Seguridad mínima, sin feminicidios: Esperamos que la Seguridad Pública alcance niveles de eficiencia adecuados en las ciudades y regiones rurales de Chihuahua. Reconocemos que el estado, y sobre todo las zonas fronterizas, tiene una dinámica más violenta que las demás entidades del país, pero Corral recibe un territorio más pacífico que en 2010, aunque aún con niveles que doblan los tolerables. Él debe bajarlos, ya se han diagnosticado los hoyos negros y cómo taparlos, y la ciudadanía puede colaborar si se mantiene la confianza.
No queremos escuchar los viejos discursos de Calderón, diciendo que son muertes de delincuentes, o que se han agudizado los conflictos entre cárteles. Cada homicidio, sea de quien sea y por la causa que sea, según el Código Penal debe castigarse con desde ocho hasta 20 años de prisión; no quisiéramos escuchar que son ajustes de cuentas entre ellos, como si le reconociera el Estado a los delincuentes jurisdicción para aplicar sus propias leyes.
Que convierta las acciones preventivas en políticas públicas: Sólo en Juárez hay 25 mil jóvenes en riesgo de reclutamiento por el crimen, y no se hace nada serio desde el Estado para prevenir sus acciones; no juzgamos conveniente que sean las organizaciones no gubernamentales las que se hagan cargo de este apartado.
No queremos que se multipliquen las convocatorias para repartir y administrar fondos a grupos sociales, para que ellos se encarguen del futuro. Construir uno mejor tal vez sea la principal acción de Gobierno, aunque es la menos vistosa porque los resultados tangibles se van a medir en otras administraciones, pero esto no es para una sociedad de cinco años, es para un pueblo que sigue viviendo después de que el mandatario se va.
Éxito en la lucha contra la corrupción: Hay muchos ladrones sueltos y muchos protegidos; sabemos que la cuesta está muy empinada, que tuvieron tres meses para esconder sus delitos, pero fueron 6 años de abusos, de negocios ilícitos, desvío de dinero, robos descarados, y no pueden esconderse de un pueblo colaborando con el Gobierno en su persecución. Hay toneladas de documentos auditados, irregularidades en el manejo de fondos públicos y cientos de denuncias congeladas contra servidores públicos, hasta por tortura; los delitos dejan testigos.
Sabemos que los investigadores contra los funcionarios caminaron a paso de caracol, que es cien veces más lento que el de las tortugas; pero esos mismos ministerios públicos tienen toda la información, y basta con asegurarles apoyo, respaldo y acompañamiento para que laboren con eficacia. Con poquito rascarle, y convocando al pueblo para que identifique ladrones, podrá llegar muy alto el nuevo Gobernador.
No queremos que las acciones contra los delincuentes públicos se pospongan con el pretexto de aguardar el nuevo sistema anticorrupción, ni la esperanza de agarrar a los peces gordos. Estudiando el Código Penal, con ganas de investigar y respetando los derechos humanos de quienes no los respetaron en su momento, mucho se puede hacer si hay voluntad.
No queremos escuchar que hay debilidades sistémicas en el aparato de procuración de Justicia, porque les aseguro que hay más de mil jóvenes honestos, conocedores del Derecho y con título en mano, que estarían dispuestos a participar en una cruzada contra la corrupción, y que empezarían a pegar rápido incluso entre los recién nombrados.
Por mi parte no quiero más, pero no espero menos.