Hace escasa una semana, especialistas de Petróleos Mexicanos informaron sobre el hallazgo de seis nuevos yacimientos de petróleo en el Golfo de México, “dos de ellos de crudo súper ligero en aguas profundas y cuatro más de crudo ligero en aguas someras”.
Según los especialistas de la empresa estatal, la capacidad productiva podría llegar a los 15 mil barriles diarios con reservas totales 3P que oscilan entre 140 y 160 millones de barriles de petróleo crudo equivalente.
La noticia debió haber significado casi una fiesta nacional, por todo lo que esto implicaría para la economía nacional y para los ciudadanos, pero casi pasó desapercibida: encontrar yacimientos de petróleo en nuestro país no parece ya significar nada para la sociedad, pues ésta no ve ningún beneficio directo de estos hallazgos.
No sólo la incapacidad tecnológica (el tema de la refinación aquí es clave) ha sido el impedimento para modernizar Petróleos Mexicano, en realidad ha sido principalmente la corrupción política la que ha imposibilitado, como en otros países (Irak, Brunei, Libia, Arabia Saudita, Venezuela, etcétera) su desarrollo.
El petróleo mexicano ha sido utilizado con fines políticos e intereses de grupo (incluso personales, ahí está el resonante caso de Romero Deschamps) y sus multimillonarios ingresos han terminado en bancos extranjeros, jamás en los bolsillos de los mexicanos, quienes ahora tienen que pagar más cara la gasolina y el gas LP a pesar de que el Presidente Peña Nieto prometió que con la reforma energética se reduciría su costo.
La petición de renuncia del Ejecutivo federal hace unos días, que parece ser que tuvo más éxito en las redes sociales que en las calles, no debería ser un distractor para un asunto de capital importancia para la economía y el bienestar nacional, pues bien administrado ese recurso podría generar dividendos que resolverían los graves problemas de pobreza del país, tarea que, dicho sea de paso, el nuevo secretario de la Sedesol, Luis Enrique Miranda Nava, compadre del Presidente Peña Nieto, se impuso como prioritaria.
Hasta hoy, pues, toda la riqueza generada por el petróleo no parece haberle servido para nada a más de 50 millones de mexicanos pobres que malviven a lo largo y ancho de nuestro país, veinticinco millones de los cuales en miseria extrema.
Transparencia, capacidad y rendición de cuentas son palabras clave para conseguir que Petróleos Mexicanos cumpla a cabalidad la función social que le exige un país atribulado por una crisis financiera profunda y por una clase política indiferente y cínica.
@rogelioguedea