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Decenas de familias dejan sangre en iglesia de Veracruz para crear base de datos de desaparecidos

27/08/2016 - 4:00 pm

Decenas de personas acudieron esta semana a la iglesia Nuestra Señora de la Merced, puerto de Veracruz, para dejar unas gotas de su sangre y a partir de ellas formar parte del banco de ADN, con las esperanza de que los acerque a sus familiares. El Colectivo Solecito los ha motivado a continuar la búsqueda y les ha ayudado a perder el miedo de reclamar que estos trabajos debieron de realizarse desde 2013 y a exigir respuestas del porque las anteriores muestras nunca llegaron a su destino.

Foto Blogexpediente
Foto Blogexpediente

Por Juan E. Flores

Ciudad de México, 27 de Agosto (SinEmbargo/BlogExpediente).- Un cuarto angosto y alargado de la iglesia Nuestra Señora de la Merced, en el puerto de Veracruz, ahora es una sala de espera. En ella están sentadas decenas de personas. Algunas de ellas forman familias enteras. Pero no es una sala de espera cualquiera donde la gente bostece o se enoje por esperar. Están atentas, esperando a que dos peritos forenses de la Policía Científica las llamen por su nombre y apellido.

Todas esas decenas y decenas de personas, como casi muchas en Veracruz, tienen a alguien desaparecido y el trabajo del Colectivo Solecito, una agrupación de madres que reclama los derechos humanos de las víctimas con desaparecidos, les ha devuelto un poco la esperanza para encontrarlos.

Hombres, mujeres, ancianos, niños, esperan a que esos dos solitarios hombres de la Policía Científica les piquen los dedos para sacarles gotas de sangre que embarrarán en pequeños reactivos que se depositarán junto a una hoja de formulario y una copia de credencial de elector en sobres cerrados.

Todo con la finalidad de crear, al fin, un banco de perfiles genéticos mediante el ADN. El mismo que debió haberse creado desde el año 2013, cuando la Ley General de Víctimas se promulgó.

El miércoles 24 de agosto, el día fuera se dibujaba seminublado y el tráfico corría con naturalidad. Dentro, al escurrir el tiempo de la espera, las personas platicaban mientras aguardaban a que se les tome una muestra para el perfil genético. Otras reconfortan a otros que apenas van a pasar.

—Mire, este es mi desaparecido. Ahora tendría 23 años como el suyo—dice una señora que ha sacado un celular con la cara de su hijo.

Hay gente que está nerviosa con las tomas de sangre. Es la primera vez que se harán una, y las hay, como una abuelita, que les tienen miedo. Cuando es su turno, voltea cuando el perito de la policía científica la pica. Aprieta los ojos y pregunta como diez veces si ya. «Es todo» le dice el perito mientras ella huye a abrazar a su esposo.

—Ay, duele mucho—le dice casi en voz baja mientras se aprieta y soba su propio dedo arrugado.

Ya el sábado pasado, 20 de agosto, se habían tomado 95 muestras de sangre. Mismas a las que se anexarán las 80 sacadas hoy —se esperaba sacar 100; pero siete horas y media eran demasiado para sólo dos hombres con recursos limitados— y que se anexarán a las que se sacarán el próximo miércoles 31 de agosto, a las 10 de la mañana, y que se mandarán a la Ciudad de México para pruebas forenses.

Aunque algunas de las muestras eran de madre y padre de un mismo desaparecido, algunas otras también eran de los hijos, grandes y pequeños: el perfil genético, según les dijeron a algunos familiares, es más efectivo si hay más de una muestra sanguínea parental.

En una de esas, el perito de la policía científica les explica: Si vienen el padre y la madre es más efectivo. Pero si viene el hijo, sobre todo si es varón, también resulta. Les advierto que si viene un primo será más difícil que coincida en el cotejo.

—¿Si viene la mamá del desaparecido y el abuelo?—pregunta una que no le ha quedado del todo claro.

—Mejor la mamá.

Los perfiles genéticos de los familiares, según se les dijo a los familiares, serán cotejados primeramente con los restos y las osamentas que se han encontrado últimamente en fosas clandestinas de ese predio de diez hectáreas a un lado de la colonia Colinas de Santa Fe, y del cual apenas se ha revisado una pequeña parte.

El mismo predio en el que hasta ahora se han hallado 52 fosas clandestinas, “un cementerio ilegal” como diría Lucía de los Ángeles Genao, integrante del colectivo hace dos sábados en el informe del hallazgo.

Aunque el Fiscal del Estado de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, con su habitual verborrea violadora de derechos fundamentales de las víctimas, había dicho que sólo eran 6, por fin se retractó y dijo que son 51 puntos. Aunque esta vez, y qué milagro, no ha dicho que lo hallado «son huesos de perro».

Mientras las autoridades —cuya postura siempre recuerda que hacen un favor y no su trabajo—se empecinan a negar lo evidente, los familiares con desaparecidos siguen apareciendo. Salen de todos lados, de todas las colonias, de todos los fraccionamientos del Puerto de Veracruz. No se puede tapar el sol con un dedo, diría una frase cliché. La gente sigue desapareciendo.

Y mientras eso pasa, los familiares van perdiendo el miedo, exigen su Derecho a la Verdad garantizado por el artículo primero de la constitución, exigen lo que por derecho les corresponde: seguridad legal y acceso a la justicia.

Aunque también había quienes lo perdieron desde antes. Algunas de ellas, por ejemplo, reclamaron el hecho de que ya se habían sacado muestras de saliva y sangre, hace varios meses, en la Fiscalía General del Estado de Veracruz «y que nunca llegaron a su destino».

En la sala de espera acondicionada no sólo hay gente del puerto de Veracruz que ha venido a esta iglesia ubicada en la colonia 21 de abril, también han venido desde Coatzacoalcos, Alto Lucero, Tierra Blanca, Xalapa.

También hay personas a los que la violencia por la política de drogas les ha pegado recientemente. Como a los familiares de Ignacio Montiel Santos, a quien hombres armados «se lo llevaron» apenas el 17 de septiembre pasado a la vuelta de su casa de la colonia Hidalgo.

Ignacio era una especie de agiotista en su vecindario. Le iban a empeñar ropa, zapatos a cambio de dinero.

—Él vestía muy bien. Pero tú sabes que en el barrio si alguien viste bien sin trabajar la propia gente lo identifica que gana dinero mal habido. Nos contaron que se lo llevaron por hacer algo malo, que ya le habían advertido que dejara de hacer lo que hacía. ¿Qué hacía? Te diré: la gente llegaba con él y les empeñaban su ropa o se las vendían, muchas veces sólo porque esas gentes querían seguir chupando o drogándose. Y tú sabes que un drogadicto es como un enfermo: si les ofreces dinero a cambio de nada no dudan en agarrártelo—dice desde el anonimato uno de los familiares sobre la desaparición de Ignacio Montiel Santos.

—También tengo que decírtelo. Él estuvo mucho tiempo en anexos, se drogaba mucho. Era vicioso y se la pasaba mucho tiempo en la esquina con su flota. Y pues eso es hacer algo malo para esa gente que se los lleva—agrega.

Unas horas antes del levantamiento de perfiles genéticos, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, dijo que enviarán más elementos de la Policía Científica para ayudar en la localización de las fosas. También confirmó que hasta ahora van 52 fosas clandestinas.

Aunque no dio una cifra exacta de cuántos elementos vendrían, sólo dijo «vienen más» sin precisar, se cuenta entre las madres del colectivo que ojalá sean varios ya que son sólo siete elementos de la Policía Científica que ayudan en la labor. Contaron que cinco estuvieron en el trabajo de campo de hoy realizando los levantamientos mientras dos tomaron las muestras de ADN en la iglesia.

Los brigadistas, cuentan entre susurros, que a veces se encuentran fosas que se tienen que volver a rellenar para no dejar restos expuestos a la intemperie. Son tantos los restos que van surgiendo a flote que deben esperar a que los elementos de la Policía Científica terminen con el muestreo en otra fosa hallada minutos antes.

Son cerca de las seis y media de la tarde en la antesala de la Parroquia Nuestra Merced y la gente sigue llegando. A algunos se les ve que es la primera vez que se acercan al Colectivo porque entran con timidez. Analizan el movimiento y se forman en la fila que entregan las fichas a las que tienen que poner su nombre y con la cual pasarán a la sala de espera para la toma de sangre.

Junto al escritorio que reparte los formularios, hay un escritorio donde Elizabeth Montalvo recibe acopio para los integrantes del Colectivo.

Se miran paquetes de guantes, paquetes de botellas con agua y Powerade, de cubrebocas, medicinas. Junto a ella hay una enfermera que acaba de llegar y que «se ha escapado» más temprano del trabajo para ayudar en las labores del Colectivo. Ambas también tienen un hijo desaparecido.

Mientras se ha calmado un poco, pues el conglomerado de gente se ha mudado desde hace horas, a la sala de espera que se encuentra en el segundo nivel de la iglesia, una le suelta a la otra:

“Nosotros creíamos que sería un trabajo de un mes; pero no, la verdad es que un mes no será suficiente para lo que todavía queda por encontrar”.

El número de cuenta para apoyar al Colectivo solecito en la búsqueda:

Saldazo OXXO: 4766840258141592

O en especie: en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, ubicada en Calle 4 esquina Velázquez de la Cadena, colonia 21 de abril.

Se necesitan: agua, cubrebocas, medicinas, guantes de látex.

Redacción/SinEmbargo
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