Un estudio en el que participaron 12 mil adolescentes australianos reveló que aquellos quienes juegan videojuegos son 4 por ciento más inteligentes que la media. Por otra parte, la investigación también afirma que quienes utilizan más las redes sociales tienen peores calificaciones.
Ciudad de México, 10 de agosto (Sinembargo/ElDiario.es).–Es una constante que se viene repitiendo prácticamente desde que el primer píxel de Pong vio la luz en 1972. Los expertos no se ponen de acuerdo: tan pronto hay estudios que comparan los videojuegos con beber alcohol o fumar marihuana como aparecen otros que determinan un aumento de las capacidades cognitivas de todos aquellos que los juegan. Pero una nueva investigación pone de manifiesto que jugar es bueno. Y es de listos.
El trabajo de Alberto Posso publicado por la Universidad de California y titulado «Internet Usage and Educational Outcomes Among 15-Year-Old Australian Students» (El uso de Internet y las ventajas educativas sobre los estudiantes australianos de 15 años) concluye así: los adolescentes que juegan a videojuegos son hasta un 4 por ciento más listos que la media. Además, cuanto menos usan las redes sociales, mejores notas sacan en materias como ciencia, compresión lectora y matemáticas.
Posso ha tomado como base unas encuestas de la OCDE en 2012 en Australia. También hay datos de España, pero el autor se ha centrado en el país de Oceanía en el que reside. «A los estudiantes les hacen unos exámenes de ciencia, compresión lectora y matemáticas; después les piden que digan en qué gastan su tiempo libre», explica a eldiario.es el economista, que trabaja en el Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT).
En el estudio han participado cerca de 12 mil adolescentes australianos. Allí, el 97 por ciento de los chicos y chicas de entre 15 y 17 años usa Internet de manera habitual. En Europa, 86 por ciento y en EU 93 por ciento.
Si por algo se caracteriza la generación Millennial es por estar conectada a Internet permanentemente, así que «muchos estudiantes dijeron que, o bien estaban en redes sociales o que jugaban a juegos en línea». El economista desarrolló una ecuación fijándose en las personas que aprueban el examen de la OCDE y luego le sumó el tiempo que pasan los adolescentes australianos jugando en línea o en redes sociales. «Las notas de un estudiante que está todo el día en redes sociales van a ser un 4 por ciento menores que las del promedio», continúa Posso.
Inteligentes sí, sociales no tanto
«Estadísticamente hablando, las personas que juegan más tienen mejores notas; mientras que las personas que están en redes sociales tienen notas peores», dice Posso. Aunque las dos son formas de perder el tiempo, en una el cerebro no se ejercita, mientras que en la otra hay que poner en práctica habilidades como la lógica. «Juegos como World of Warcraft son buenos ejemplos para desarrollar estas habilidades», continúa Posso.
Marina Díaz-Marsá, doctora en Psiquiatría en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid cree que el estudio es «muy interesante», pero echa en falta que el economista no toque parcelas como la afectividad de los adolescentes o sus relaciones interpersonales: «Tú puedes ser muy bueno en ciencias pero ser un cero a la izquierda en relaciones sociales».
«No sabemos a nivel afectivo, emocional o de relaciones interpersonales lo que puede acarrear», continúa Díaz-Marsá. ¿Nos hacen las redes sociales más tontos? Según la psiquiatra, «les evita desarrollar las capacidades que tienen. Les descentra de lo que en ese momento es más importante. En tres palabras: pierden el tren».
Ludificación: ¿sí o no?
La estadística está de parte de Posso. Los jóvenes que juegan a videojuegos obtuvieron 15 puntos más en matemáticas y 17 puntos más en ciencia en los exámenes de la OCDE que el resto de alumnos. Los que utilizaban las redes sociales a diario contaban hasta 20 puntos menos en matemáticas que el resto.
«La idea sería que quizá aunque algunos padres vean los videojuegos como una pérdida de tiempo o una tontería, en realidad no sean tan malos para el desarrollo de los niños», explica Posso. El economista defiende que los padres se sienten con sus hijos a jugar para reforzar y experimentar por ellos mismos las características de determinados videojuegos.
Díaz-Marsá, aunque también se muestra de acuerdo con esta teoría, es prudente: «En una edad en la que el cerebro se está desarrollando, a lo que dediquen el tiempo va a tener una influencia en el futuro», explica. «El lóbulo frontal, que es el que controla la conducta a los 15 años, no está desarrollado. Por lo que al final eres más susceptible al descontrol o a ser manipulado y de adherirte a todo lo que te produce una satisfacción rápida», continúa la psiquiatra.
Y para los que se lo pregunten: no, Pokémon Go aún no había sido lanzado cuando se llevó a cabo el estudio. Posso, sin embargo, no entiende el boom del fenómeno: «¿Qué habilidad vas a estar desarrollando con Pokémon GO? ¡La habilidad de supervivencia para no terminar atropellado…!».