Tomás Calvillo Unna
03/08/2016 - 12:00 am
El testimonio de la imagen
La fotografía no nos es ajena; México, Honduras, Guatemala y Colombia forman parte de esa geografía sin fronteras de la violencia del narco y su guerra, que, como la hiedra se expande por los corredores de la cotidianidad atrapándonos.
La escena es de la portada de un periódico editado en Manila, Filipinas. La fotografía no nos es ajena; México, Honduras, Guatemala y Colombia forman parte de esa geografía sin fronteras de la violencia del narco y su guerra, que, como la hiedra se expande por los corredores de la cotidianidad atrapándonos.
Es el dolor, el profundo dolor de una mujer joven Jennelyn Olaires que ha perdido a su amado esposo, asesinado.
La resonancia cultural está ahí implícita. Otra vez el Cristo sacrificado. La imagen como conmoción, como conciencia.
Tal vez esta foto, entre miles que cada día circulan, logre perdurar por esa conexión plástica con una obra de arte esculpida en el siglo XV: La Piedad de Miguel Ángel.
La imagen no requiere de más palabras: su silencio nos quema.
El arte es una reflexión profunda sobre nuestra condición y se cuela, por doquier, cargado de un instinto testimonial.
Ahí en la calle yace ese joven Michael Siaron, ella, lo acoge por última vez, sus lágrimas y la sangre se mezclan, no son ya la nota roja de la prensa, ni la denuncia de una violencia irracional, están más allá, en la oquedad del alma, de nuestra alma colectiva.
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