De acuerdo con organizaciones defensoras de los derechos de los niños, los roles de género y las bajas oportunidades de desarrollo han desencadenado la permanencia y el aumento de los embarazos en adolescentes en el país. Según el análisis «Embarazo y maternidad en la adolescencia. Estado de las madres en México», de la organización Save the Children, al menos una de cada cinco mujeres se une conyugalmente antes de cumplir los 18 años de edad, y las jóvenes hablantes de una lengua indígena presentan proporciones de matrimonio infantil superiores a 40 por ciento en los estados de Chiapas, Guerrero y Veracruz.
Ciudad de México, 16 de agosto (SinEmbargo).– La visión marginal, el abandono y la pobreza en nuestro país ha convertido a las niñas y adolescentes en objetos sexuales. Y es por ello que muchas de ellas se han visto hostigadas y presionadas –desde un entorno familiar machista– para iniciar más temprano su vida sexual, casi siempre sin protección.
Esto, por supuesto, deriva en embarazos, alertó Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), en una entrevista con SinEmbargo.
«En muchas ocasiones, el embarazo no es necesariamente la decisión de una adolescente, sino es la consecuencia del abuso y la violencia sexual sistemática, de la presión social que viven. Hay una hipersexualización de las niñas y las adolescentes que se encuentra en el contexto machista de violencia sexual», destacó.
En el mismo sentido, Nancy Ramírez, coordinadora de Gobernanza desde los Derechos de la Niñez en la organización Save the Children, destacó que los roles de género y las bajas oportunidades de desarrollo han desencadenado la permanencia y el aumento de dicho fenómeno social.
«Los roles de género son un tema que toma absoluta relevancia es la violencia hacia las mujeres. Tiene que ver con el machismo, con el matrimonio infantil», alertó.
El análisis «Embarazo y maternidad en la adolescencia. Estado de las madres en México» de dicha organización señala que al menos una de cada cinco mujeres se une conyugalmente antes de cumplir los 18 años de edad, y las jóvenes hablantes de una lengua indígena presentan proporciones de matrimonio infantil superiores a 40 por ciento en los estados de Chiapas, Guerrero y Veracruz.
Dicha práctica –revelan– se encuentra muy relacionada con condiciones de marginación, pobreza, etnicidad y discriminación. No obstante, el mismo fenómeno afecta a varones, aunque en menor proporción, ya que tres niñas contraen uniones tempranas por cada niño.
«Cuando una niña se casa a temprana edad, desde luego que tiene más probabilidades de experimentar su vida sexual y de embarazarse», dijo Ramírez.
En México viven 22.4 millones de adolescentes que tienen entre 10 y 19 años de edad, según la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA). Datos de 2010 revelaron la existencia de 662 mil 979 mujeres adolescentes con hijas o hijos, o sea, aproximadamente 7.95 por ciento de la población femenina de esta edad.
Sin embargo, sólo se contemplan las edades de 12 a 19 años y se ignora a las niñas de 10 y 11 años que se embarazan y tienen hijos.
Además, datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que en 2014 de los 2.4 millones de nacimientos totales que ocurrieron en nuestro país, 447 mil 372 fueron de mujeres en edades entre 15 y 19 años, y más de 11 mil de niñas menores de 15 años.
«Esos datos son preocupantes porque demuestran que en nuestro país hay una falta de atención a diversos componentes que nos ayudarían a prevenir los embarazos, no sólo los que tienen que ver que la educación y salud sexual y reproductiva, sino con el contexto que están viviendo las y los adolescentes», aseguró Ramírez.
PANISTAS DIERON PASOS ATRÁS
De acuerdo con Pérez García, a partir del año 2000, con la llegada del Partido Acción Nacional (PAN) al poder, se redujo la inversión en la prevención del embarazo temprano.
«Con [Vicente] Fox y [Felipe] Calderón se permitió el avance de iniciativas de derechos que promovían la abstinencia sexual como método anticonceptivo, lo cual es totalmente equivocado», dijo.
Por su parte, Ramírez recordó que a pesar de que durante la administración de Fox hubo una reducción del ocho por ciento en los embarazos adolescentes, durante el sexenio de Calderón se dio un incremento constante hasta llegar a un incremento del 15 por ciento.
RIESGO PARA LA MADRE Y EL BEBÉ
Save the Children alerta sobre los riesgos que implica el embarazo para las adolescentes al no contar con el desarrollo físico adecuado:
«Pueden presentar mayores riesgos para su salud y vida […] Tienen dos veces más probabilidades de morir por complicaciones en el embarazo o el parto que las mujeres adultas y aumenta el riesgo de morbilidad durante el embarazo, parto y puerperio, así como la probabilidad de tener un nacimiento prematuro y que el bebé nazca con bajo peso».
«La paternidad y la maternidad tempranas conducen a las niñas, de manera abrupta, a un mundo adulto para el cual no están preparadas, con efectos desfavorables sobre su vida y la de sus hijos. El embarazo prematuro además conlleva un alto riesgo para la vida y la salud de la madre y del bebé», señala en su página oficial el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
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URGEN POLÍTICAS PÚBLICAS
Ramírez comentó que las niñas y adolescentes –al no tener proyectos de vida y oportunidades de desarrollo–, ven como opción tener un hijo. «Hay grandes probabilidades de que las madres adolescentes abandonen la escuela y con ello reduzcan sus oportunidades de desarrollo y eso lleva a los ciclos de reproducción de pobreza, donde las madres ven limitadas sus capacidades», señaló.
«Los hijos de mujeres adolescentes van a heredar la pobreza, por la edad en la que se encuentran no han avanzado mucho en los estudios. Por la propia edad, por la falta de experiencia y de formación laboral, el empleo al que pueden acceder limitarán las oportunidades y el desarrollo de sus hijos», comentó Pérez en el mismo sentido.
Por ello, es necesario entender que el hecho concreto de un embarazo temprano puede tener como antecedentes estructurales la cultura machista y la falta de oportunidades, agregó.
«No sólo garantizando salud sexual y reproductiva vamos a lograr terminar con la incidencia de los embarazos adolescentes, se debe abordar esta dinámica de una manera integral», enfatizó Ramírez.
Asimismo, destacó la importancia de que las políticas públicas se enfoquen en el grupo de edad de la adolescencia, es decir, una parte entre los 10 y 14 años, y otra de los 15 a los 19.
«Las políticas públicas se enfocan en grupos muy generales, entonces hay políticas para niñas, niños y adolescentes que abarcan edades muy grande que no permite hacer especificaciones en los retos que enfrentan», comentó.
Ante este panorama, Pérez urgió a las autoridades mexicanas a desarrollar programas públicos en pro de las mujeres y sus hijos para que tengan acceso a los distintos beneficios.
¿ABORTO, UNA MEDIDA?
La representante de Save the Children consideró a nombre de la ONG la importancia de garantizar condiciones favorables para que las niñas y adolescentes que decidan abortar accedan a una forma segura de hacerlo, sin embargo, destacó que debe evitarse a toda costa que este procedimiento sea visualizado como un método de planificación, ya que también pone en riesgo la salud de las mujeres.
«El aborto tendría que estar garantizado bajo condiciones de no riesgo para la mujeres y por supuesto reconocer que hay contextos precisos donde hay que garantizar políticas que favorezcan la protección de la salud de las mujeres», señaló.
Al respecto, el director de REDIM seguró que si las adolescentes no se encuentran preparadas para ser madres, «harán más daño a sí misma y al bebé», que si piensa en la interrupción.
«El aborto debe ser una decisión de la adolescente acompañada y respaldada por la familia y por el Estado. Partimos del hecho de que ella tiene que decidir por su vida y sobre su futuro y es obligación del Estado acompañar esa decisión», subrayó.