El agua no puede ser tratada como una mercancía: el agua es un derecho de las personas, destaca Claudia Campero, consultora en Food Water Watch. Tanto esta especialistas como representantes de grupos civiles coinciden en que el agua potable en México es de ínfima calidad y por ello se ha convertido en el consumidor número uno a nivel mundial del agua embotellada, una que es cara y que además provoca una fuerte contaminación ambiental.
Ciudad de México, 28 de julio (SinEmbargo).– En México se compra más agua embotellada que en cualquier otro lugar del planeta, sin importar el impacto ambiental que esto genera. La razón es que en nuestro país no existe una cobertura universal de agua potable y saneamiento, y es el único miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en dicha situación, alertaron organizaciones civiles.
Datos de la consultora Euromonitor International certifican que nuestro país tiene el mayor consumo per cápita de agua embotellada en todo el mundo. Más del 80 por ciento de los mexicanos compran dicho producto, ya que no confían en la calidad del vital líquido que llega a los grifos.
«Evidentemente en México se está consumiendo agua embotellada en grandes cantidades principalmente porque las personas desconfían del agua de la llave», dijo Claudia Campero, consultora en Food Water Watch, en entrevista para SinEmbargo.
De acuerdo con los últimos datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), alrededor de nueve millones de personas no tienen acceso al agua potable en la República.
La Conagua estimó en su análisis «Estadísticas de Agua en México, edición 2014» que al cierre del año 2013, la cobertura de agua potable fue de 92.3 por ciento, desglosándose en 95.4 por ciento de cobertura en zonas urbanas y 81.6 por ciento en zonas rurales.
Sin embargo, Campero señaló que en algunas zonas del país el vital líquido llega a los hogares con tonalidades cafés, situación que provoca la desconfianza de los consumidores.
En ese sentido destacó que de acuerdo con los criterios del derecho humano al agua, el vital líquido «no sólo debe ser de calidad en el sentido de no hacer daño, sino también debe ser aceptable y para que sea aceptable culturalmente, el agua debe ser transparente».
«El agua no puede ser tratada como una mercancía, el agua es un derecho de las personas. Si cumplimos con ese derecho no tendríamos la necesidad de consumir más agua embotellada. Eso nos ayudaría además a conducirnos como un país más sostenible», aseguró la especialista.
El tema del vital líquido y su calidad –dijo– es responsabilidad de los sistemas de agua del país. «Necesitamos tener mejor información por parte de las autoridades para que puedan hacer que la población consuma el agua con confianza», comentó.
«La pelota está ahora en la cancha de las autoridades: tienen que generar esa confianza en la ciudadanía, están obligados a fomentarla y a cumplir con el derecho humano al agua, lo cual incluye tanto calidad como cantidad y asequibilidad que es que a la gente le alcance para pagarla», afirmó.
BOTELLAS, DAÑO PARA EL MEDIO AMBIENTE
Campero expuso que el consumo de agua embotellada en México es muy alto y se da tanto en botellas individuales como en garrafones retornables. Año con año, cada mexicano consume 234 litros del vital líquido envasado.
La especialista en materia informó que las botellas de Tereftalato de Polietileno (PET) afectan al medio ambiente desde su elaboración, ya que se requiere extracción de petróleo para conseguir el plástico.
«Para lograr obtener un litro de agua embotellada se requiere petróleo y dos litros más del vital líquido sólo para la elaboración del envase», lamentó.
También en el sentido de la contaminación, Miguel Alejandro Rivas Soto, campañista de Océanos de Greenpeace, dijo a este medio digital: «más del 90 por ciento de los plásticos que utilizamos van a dar al mar, de ellos, la mayoría se usan una sola vez, por ejemplo, botellas de PET, bolsas, popotes, tapas, etcétera».
Asimismo, el activista alertó que en general, dichos objetos –aunque tienen una corta vida útil– su degradación es sumamente lenta y permanecen en el ambiente al menos cien años.
Y en el caso específico de los envases de PET, Campero reveló que las botellas con materiales reciclados tardan de 10 a 15 años en degradarse, mientras, el resto, hasta 450 años permanece en el ambiente antes de esfumarse.
La presencia de plásticos en los océanos daña los suelos, a la fauna y a los seres humanos sin importar si viven cerca o lejos de dichos cuerpos de agua, señaló Rivas, quien mencionó que existen dos maneras en las que los plásticos –incluido el PET– afectan a los océanos:
La primera es la física, ésta se da cuando los objetos de dicho material se van fragmentando y los animales los comen al confundirlos con alimento debido a los colores o la consistencia.
Para muestra, el experto en océanos mencionó el caso de las tortugas que confunden las bolsas con medusas, lo cual les genera diversos problemas que pueden incluso provocarles asfixia. Señaló que el 96 por ciento de las tortugas que comen plástico mueren.
Además, el 86 por ciento de las aves que ingieren plástico fallecen, mientras el 40 por ciento de mamíferos marinos pierden la vida por la misma razón. «Las tortugas y las aves son los animales más afectados», lamentó.
La segunda forma en la que los plásticos contaminan es la química, ya que generan tóxicos y al disolverse en el agua provocan daños en la salud de los animales que en ocasiones son consumidos por los seres humanos.
«Con la difícil degradación, terminan generando problemas en los suelos para que las plantas y los árboles puedan crecer y generar raíces», dijo.
Por ello, hizo un llamado a los consumidores a cambiar sus hábitos de consumo, ya que aunque radique lejos de los mares, de igual forma contribuye a la contaminación de los mismos.
«La gente cree que por vivir en las ciudades no afecta a los océanos, sin embargo, el plástico llega allá y provoca diversos problemas. Deben tomar consciencia, aunque vivan en una ciudad lejana del mar, los hábitos de consumo influyen también sobre la contaminación de plásticos sobre los mares», subrayó.
UN LLAMADO A LA SOCIEDAD
Los especialistas consultados por SinEmbargo coincidieron en que eliminar el consumo de productos embotellados y mejor optar por el uso de envases retornables, utilizar vasos y recipientes reutilizables, puede contribuir a evitar los problemas mencionados.
Campero reconoció que se trata de un cambio de cultura que debe darse a la par del cumplimiento de la obligación que tiene el Gobierno para hacer que los ciudadanos recobren la confianza en el agua de la llave.
Aunado a ello, destacó que incluso el agua embotellada en ocasiones está contaminada. En noviembre pasado, científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) detectaron la presencia de bacterias coliformes fecales en el agua que venden pequeñas empresas purificadoras de la CdMx.
«La calidad del agua embotellada tampoco está garantizada. Es importante que las personas sepan que cuando deciden optar por el agua embotellada, en vez de agua de la llave, simplemente están poniendo su salud y su confianza en la empresa que eligen», advirtió.
El mes pasado, durante el “Seminario de Agua, Ambiente y Derechos Humanos”, Anaid Velasco Ramírez, gerente de Investigación del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), señaló que la Ley General de Aguas (LGA) está relacionada con el respeto a derechos humanos como la vida, la alimentación, el medio ambiente sano, la salud, entre otros.
Velasco enumeró cinco elementos que debe contener la LGA para cumplir con los mencionados derechos: primero garantizar la progresividad y no regresión, segundo, debe contemplar también principios de equidad y justicia; tercero, debe contar con mecanismos de coordinación; cuarto, debe existir acceso a la información, participación social y justicia; sin olvidar los criterios para la ponderación de derechos.