No sólo fue la derrota del PRI en las pasadas elecciones del 5 de junio lo que ha echado a andar la “transformación” del priismo nacional, sino, sobre todo, la tunda que le puso el joven dirigente panista Ricardo Anaya a Manlio Fabio Beltrones en aquel ya célebre debate con López Dóriga, donde también estuvo de testigo presencial el ahora ex presidente perredista Agustín Basave.
El PRI se dio cuenta de que estaba en un agujero negro y que no podía continuar así porque lo único que haría, como lo fue, sería aumentar el hartazgo social ante un partido que se dice a la vanguardia pero que en realidad no ha dejado de estar a la zaga de las exigencias ciudadanas.
Vino, entonces, la esperada renuncia de Manlio Fabio Beltrones y, con ella, se aproxima este mismo martes la unción de un nuevo líder del priismo nacional, que han decidido recaiga en Enrique Ochoa Reza. Con toda la previsibilidad posible, los priistas han enfatizado de Ochoa Reza su juventud y preparación tecnocrática, mérito que consideran le dará un nuevo rostro y rumbo al PRI y podrá hacer frente a la juventud y liderazgo del mismo Ricardo Anaya, quien, con todo, es todavía siete años menor.
Pero más allá del tributo de la juventud, están los defectos del sin duda próximo líder del PRI: que es un dudoso priista con poca o nula militancia dentro del partido y que está ligado a Luis Videgaray y Aurelio Nuño, pquienes seguramente serán sus riendas en las elecciones de 2018, donde Videgaray y el propio Nuño aspiran a la presidencial.
Si el fondo es la renovación del priismo nacional, el fondo entonces está torcido pues Ochoa Reza está siendo impuesto al más puro estilo priista: por dedazo presidencial. Sin realmente un consenso de la militancia nueva y añeja, quienes no quieren a un oficiante político sin carrera y sin realmente el liderazgo suficiente para enderezar el barco priista que se hunde, la gestión de Ochoa Reza trae más malos augurios que positivas certezas políticas.
Si a esto agregamos que Peña Nieto fracasó en todo lo que prometió (tasa de crecimiento, reforma energética y educativa, transparencia, disminución de pobreza, etcétera), ¿podemos hablar de un nuevo PRI, entones?
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