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Sandra Lorenzano

03/07/2016 - 12:00 am

El botón de nácar

¿Cuántas cosas, cuanto conocimiento, cuántas experiencias, perdemos como humanidad con la desaparición de los kawésqar?

Para mi familia chilena:

Lucy, David, Ricardo y el Ale, y Javi y Karencita.

Por la memoria compartida.

 

“Se dice que el agua tiene memoria. Yo creo que también tiene voz”. ¿Cuáles son las historias que esa voz nos cuenta? Me dejo llevar por la mirada amorosa de Patricio Guzmán: del universo contemplado con los grandes telescopios del desierto de Atacama, a los caminos de agua del sur del continente. Dice el realizador de “La batalla de Chile” y de “Nostalgia de la luz” entre otros excepcionales documentales, “Mirando las estrellas empecé a pensar en el agua”. En la memoria del agua. Tres historias se cruzan en este recorrido y se van trenzando a lo largo de los minutos.

La primera de ellas tiene que ver con los kawésqar, palabra que significa “persona” o “ser humano”. Los kawésqar son los miembros de un pueblo nómade, amantes del mar, que durante siglos se desplazaron en canoa por los canales cercanos al estrecho de Magallanes. Hoy, aquellos que vivían “en comunión con el cosmos” prácticamente han desaparecido. Guzmán entrevista a los últimos y sus palabras suenan ya a elegía. No puedo dejar de recordar aquella frase que, haciendo referencia a pueblos tradicionales, en los que no hay escritura, dice “Cada vez que muere un anciano es como si desapareciera una biblioteca”. ¿Cuántas cosas, cuanto conocimiento, cuántas experiencias, perdemos como humanidad con la desaparición de los kawésqar? A veces se nos olvida mirar de esta manera; a veces se nos olvida que todos nos empobrecemos con estas ausencias.

Quizás el miembro más conocido de este pueblo sea uno a quien no recordamos más que con un nombre ajeno: Jemmy Button, un adolescente “recogido” por Darwin en el viaje del Beagle y llevado a Inglaterra. Según el naturalista “era muy alegre, reía casi siempre y bastaba ver sus facciones para adivinar su excelente carácter”.[1]  Fitz Roy se hizo cargo de la educación de Jemmy y de sus dos compañeros, los presentó a los reyes, y con rudimentos de inglés y vestidos como británicos, los regresó a su lugar de origen para que difundieran la palabra de la Biblia en aquellos australes parajes. Como era de esperarse ninguno de los tres pudo readaptarse a su cultura. Imagino las saudades permanentes en su miradas. Por Jemmy habían pagado a sus padres un botón de nácar.

Un botón casi idéntico a aquel es el que apareció en un riel rescatado del fondo del mar. Porque el agua tiene memoria. Porque los kawésqar no son los únicos desaparecidos de Chile. Y ésta es la segunda historia que cuenta el documental: ese botón pegado a un riel es casi lo único que queda de una mujer tirada al mar desde un avión por la dictadura de Pinochet. Como otras miles de personas. El mar es también un cementerio.

Allí, en el extremo sur de las 2670 millas de costa del país, junto a la belleza de los glaciares, están las huellas de la ignominia: la isla Dawson, usada como campo de concentración durante el siglo XIX para el exterminio de los pueblos originarios, y durante el siglo XX para el de muchos colaboradores de Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular.

La memoria del agua es también la memoria personal, íntima de Patricio Guzmán. Y ésta es la tercera historia que cuenta en “El botón de nácar”: la de su propio desaparecido, la del compañerito de la infancia que murió arrastrado por las olas y cuyo cuerpo nunca fue hallado.

La belleza y el dolor se mezclan y confunden en el documental. Los paisajes estremecedores y las heridas históricas. Todo está allí: grabado en la memoria del agua.

 

[1] http://blogs.elpais.com/viajero-astuto/2014/12/la-historia-de-jemmy-button-el-salvaje-que-viajo-con-darwin-.html

 

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Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
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Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
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