Rita Varela Mayorga
07/06/2016 - 12:00 am
Los Duarte: el costo de sostener a impresentables
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones Rivera y el propio Presidente Enrique Peña Nieto, son hoy, sin discusión alguna, los grandes perdedores de la elección del 5 de junio. Las razones son diversas y muchas de ellas, durante los últimos cuatro años, las hemos compartido en este espacio y con mayor tino aún […]
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones Rivera y el propio Presidente Enrique Peña Nieto, son hoy, sin discusión alguna, los grandes perdedores de la elección del 5 de junio.
Las razones son diversas y muchas de ellas, durante los últimos cuatro años, las hemos compartido en este espacio y con mayor tino aún lo han hecho mis colegas que, semana a semana, ocupan la sección de Opinión en SinEmbargo.
Pero sin duda hay cuatro razones que dominan la escena de un México que hoy, más pobre y excluido que nunca, también ha tenido que soportar a una generación de políticos francamente descarados en su actuar e imposibilitados intelectualmente para contribuir al bienestar de sus gobernados: la impunidad, como cimiento de todos los males; la corrupción de los funcionarios públicos en los gobiernos federal y local; el conflicto de interés desbordado; el desprecio al Estado de Derecho como una práctica cotidiana, y el no escuchar la voz de los ciudadanos y cerrar a los ojos a su devastadora realidad.
En este contexto hay dos personajes que contribuyeron significativamente al vapuleo que el PRI se llevó el domingo pasado: César Duarte Jáquez y Javier Duarte de Ochoa.
Ambos son símbolos de todo lo que el PRI, los gobiernos locales del tricolor y la Presidencia misma han hecho mal en los últimos años.
Sobre los dos priistas pesan innumerables acusaciones de sus propios gobernados y de organismos nacionales y extranjeros que llamaron, muy a tiempo, al Presidente a frenarlos, a detener su ambición, a jalarles las orejas con fuerza por el caos en que han mantenido a Chihuahua y a Veracruz, hasta dejar hoy sociedades que tendrán que emprender una reconstrucción profunda para darles viabilidad y un futuro coartado hoy por la codicia y el autoritarismo.
Duarte Jáquez y Duarte de Ochoa, los dos Duartes, son hoy también el símbolo del hartazgo ciudadano.
Si creyeron que comprándolo todo y asociándose con los peores –incluyendo a jueces, a las policías, al crimen organizado y hasta a los medios de comunicación– podían sostener sus virreinatos, hoy sabemos que esa fórmula ya no funciona, no al menos cuando los ciudadanos salen a las urnas y castigan con ese recurso democrático a los malos gobernantes.
Ahora el tema es que, además del voto de castigo, esos malos gobernantes que suman acusaciones graves de corrupción y peculado, sean investigados a fondo por sus presuntos abusos de poder.
Los dos dejan a Chihuahua y a Veracruz con deudas públicas históricas y ellos, afirman las denuncias, se van con fortunas personales extraordinarias.
Además, los dos dejan a esas sociedades con heridas profundas por la violencia: a cientos de padres y madres buscando a sus hijos desaparecidos, a cientos de hijos buscando a sus padres y hermanos, a miles y miles de jóvenes arrojados a las manos del crimen por carecer de otras opciones para siquiera comer.
Y aquí es donde entran los candidatos que ganaron el domingo y que, como bandera de campaña, prometieron investigar a los Duartes y a sus redes de protección, incluyendo a sus colaboradores más cercanos y sus propias familias.
Los dos, tanto el panista Javier Corral Jurado en Chihuahua, como el ex priista y ahora neopanista Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz, deben honrar su palabra y no quedarse en la celebración de arrebatarle al PRI esos estados: poner en el lugar que merecen ambos gobernadores fue también el mandato ciudadano en las urnas.
El PRI, Manlio y Peña Nieto supieron a tiempo lo que hacían y deshacían los Duarte. Sabían a la perfección que eran unos impresentables. Pero no hicieron nada. Hoy esos dos son el símbolo de la derrota de esta generación de políticos del tricolor y un augurio de lo que pasará en 2018 si, como hasta ahora, también la administración federal insiste en ignorar las demandas de sus gobernados.
¡Buena semana, y nos vemos el próximo martes!
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