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Alma Delia Murillo

28/05/2016 - 12:03 am

Del mazo cavernario al pito posmoderno

La estupidez de los políticos mexicanos es inédita, siempre sorprenden con alguna bufonada nunca vista.

Cuidado No Vaya a Resultar Que Las Sofisticadas Estrategias Subsecuentes Deban Componerse De Hondas Lanzas Piedras Y Garrotes Con El Logo De La Ciudad De México Foto Especial
Cuidado No Vaya a Resultar Que Las Sofisticadas Estrategias Subsecuentes Deban Componerse De Hondas Lanzas Piedras Y Garrotes Con El Logo De La Ciudad De México Foto Especial

La estupidez de los políticos mexicanos es inédita, siempre sorprenden con alguna bufonada nunca vista.
Tal es el caso de la propuesta que ha hecho el señor Jefe de Gobierno.Consiste en que las mujeres que vivimos en la Ciudad de México, recibamos un silbato rosa y le soplemos muy duro si algún acosador intenta tocarnos o agredirnos sexualmente. Y cuando suene el pitazo… ¿qué ocurrirá? ¿llegará, desde un cuartel secreto, un súper policía que, en cuestión de segundos, lo arreglará todo?, ¿se aparecerá,descendiendo en picada desde el cielo, el Hombre Araña, Superman o Hancock?, ¿o espera Miguel Ángel Mancera y su brillante equipo de asesores que el sonido congregue a los testigos para que defiendan a la víctima?

Se necesita una confusión mental rayana en el delirio para pensar que repartir silbatos entre las mujeres es una acción digna de llamarse “estrategia” y que, además, ayudará a prevenir el acoso sexual.
Estamos perdidos si estos son los niveles piteros (nunca mejor dicho) de propuestas para construir un espacio público más evolucionado. A pitazos. ¿Es, de verdad, la mejor y más acabada “estrategia” que se les ocurrió? Plop y recontraplop.

Me gustaría compartirles, Mancera y lumbreras de su equipo, que su “estrategia”consistente en hacer ruido, hace siglos que la practicamos: podemos gritar fuerte y pedir ayuda, la cosa es que, pocas veces, los testigos de un acto violento se arriesgan a intervenir. Miles de mujeres hemos vivido episodios en la calle o en el transporte público que rematan de esta manera: y cuando pedí auxilio, nadie me ayudó, se quedaron mirándome como si estuviera loca.

Es desolador pero es así, somos un colectivo poco dispuesto a meter el hombro por el otro.
Pero supongamos, en todo caso, que el silbato provoca que los testigos decidan ayudar, ¿cómo lo harán?, ¿hablando con el agresor sobre su conducta negativa?, ¿haciendo gala de una elegante táctica ninja para someterle limpiamente?, ¿qué situación imaginan? ¿En su análisis de posibles escenarios no proyectaron que el pitazo podría generar caos y una escalada de violencia? Cuidado, no vaya a resultar que las sofisticadas estrategias subsecuentes, deban componerse de hondas, lanzas, piedras y garrotes con el logo de la Ciudad de México.

Ahora bien, pensemos que su propuesta, aunque bronca y cerril, es de buena voluntad y no se relaciona con la búsqueda de aprobación popular para ganar votos en las elecciones venideras; confiemos también en que no aprovecharán el asunto para sacar un presupuesto exprés y desgajar una jugosa partida que, bajo el concepto de Pitos Protectores, registrará un egreso de millones de pesos por la compra de millones de silbatos.

Una vez superada la mala voluntad y el recelo innecesario, asumimos que quieren hacer el bien.Entonces, me pregunto ¿por qué todos los mensajes y tareas son para que los ejecutemos las mujeres? ¿por qué somos nosotras las depositarias de la acción —tocar el silbato—y las encargadas de que funcione? ¿Por qué no una propuesta que recaiga sobre el acosador y no sobre las víctimas?

Desde que podemos recordar, las mujeres hemos escuchado “no provoques”, “no te vistas así”, “no salgas a la calle”, “no seas puta”; es decir, hemos escuchado que somos las generadoras de la violencia sexual.
Por eso parece normal que seamos también las mujeres las responsables de resolverlo y que los llamados sigan dirigiéndose a nosotras:“denuncia”, “no te calles”, “defiéndete”, “silba”. Es tremendo lo que entraña porque evidencia un acuerdo de asunciones en el que, ambos géneros, somos reducidos a salvajes animales: nosotras como hembras manipuladoras de la provocación y ellos como irremediables machos de deseos ingobernables.

Hay quienes dicen que no ven el propósito de convocar a los hombres a no ser acosadores pero yo insisto en que es urgente hacerlo porque creo que, sin importar cuánto tiempo tome, el poder de las palabras tiene más peso en las sociedades de lo que imaginamos. Construimos países y culturas milenarias a partir de las frases que repetimos. ¿Por qué no una campaña dirigida a ellos? “no toques un cuerpo que no es tuyo”, “no agredas”, “elige no ser parte de la violencia”, “tu masculinidad no se reafirma acosando”

En fin, que no podemos seguir pensando en armas para defendernos como única salida posible, no en pleno 2016, carajo. Es que nadie en su sano juicio llamaría al garrote una estrategia, y lo del pito está muy cerca del mazo de las cavernas. Algunas veces me imagino a la evolución como una señora deprimida, ansiosa y tan desencantada, que busca cada día la manera de suicidarse. Pero la pobre no puede porque lleva en su sino, como Sísifo, la repetición eterna, y por siempre tendrá que soportarnos a los seres humanos que, ciegos ante nuestras distintas modalidades de barbarie, nos empeñamos en creer que desarrollamos civilizaciones.

@AlmaDeliaMC

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