La de Veracruz será la madre de todas las batallas electorales del próximo 5 de junio. Lo que ahí suceda no solo afectará a Veracruz (que vistos los candidatos puede darse por damnificado desde ahora y comenzar su trámite en el fondo nacional de desastres) sino a la política de todo el país.

Por principio hay que destacar que hay siete candidatos a la gubernatura del Estado, y eso que hay dos coaliciones; la que postula a Héctor Yunes encabezada por el PRI al que se le suman cuatro rémoras (Verde, Panal y dos locales, Alternativa Veracruzana y el Partido Cardenista) y la de su primo Miguel Ángel Yunes, con PAN y PRD. Hay un candidato de Morena que se ha metido en la pelea, Cuitláhuac García de Morena, un independiente que nadie pela, Juan Bueno Torio y tres más totalmente prescindibles. El fenómeno a observar es que la fragmentación del voto hará que el candidato triunfador se lleve la gubernatura con alrededor de 30 por ciento de la votación, algo muy similar a lo que puede pasar en la presidencial de 2018.

El PRI está poniendo a prueba que no importa lo malo que haya sido el gobierno saliente (el de Javier Duarte es con mucho el peor de las últimas décadas, y vaya que hay profesionales en eso de hacer mal gobierno) se puede operar la elección si hay tres condiciones: mucho dinero, muchos candidatos e inteligencia electoral.

El triunfo de Migue Ángel Yunes le daría un respiro temporal al PAN y PRD que sacarían la casta, como hace seis años, gracias a los priistas resentidos. Pero para el PAN el triunfo de Yunes es también un cambio en el equilibrio de fuerzas internas. Ganar en Veracruz significa el afianzamiento del grupo de la maestra Elba Esther Gordillo al interior del blanquiazul. Para muchos panistas eso es lo más perecido a su peor pesadilla, pero todo se paga: el pacto con la maestra en 2006 para llevar a Calderón a la presidencia no fue gratuito. Si el grupo del SNTE panista se queda con las gubernaturas de Puebla y Veracruz se convertirán el un factor de decisión no solo para el 2018 sino para el futuro del PAN.

Finalmente, si, merced de los escándalos de los primos Yunes, el candidato de Morena, Cuitláhuac García, se cuela en la recta final y gana, el escenario nacional cambia radicalmente: si hoy Andrés Manuel López Obrador es ya el candidato a vencer, teniendo la gubernatura de Veracruz se va a las nubes. El Peje ha demostrado que nadie como él para derrotar a Andrés Manuel, que más allá de los complots y las guerras sucias su capacidad de auto-sabotaje es considerable y lo puede volver a hacer. Pero, desde donde se vea, el crecimiento de Morena es hoy el fenómeno electoral más importante del país.

En Veracruz se juega más que una elección local; lo que ahí suceda marcará el futuro del país.

Diego Petersen Farah

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