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Greenpeace

16/05/2016 - 12:00 am

Plaguicidas, el placebo del campo

Hoy Greenpeace publicó el informe “La huella de los plaguicidas en México”, resultado de una investigación que se hizo en Sinaloa y la Península de Yucatán de la mano con científicos de la Facultad de Ciencias de la UNAM y el Instituto de Ecología, Pesquerías y Oceanografía de la Universidad Autónoma de Campeche, para detectar el impacto de plaguicidas que han sido aplicados en el campo pero no se quedan ahí, están llegando al agua de ríos y drenes que descargan en lagunas costeras y al mar, teniendo implicaciones en la salud de las personas.

Greenpeace Pide a Bimbo Empresa Mexicana Que Se Encuentra En El Por Ciento De Los Hogares Del País Que Asuma Su Responsabilidad Y Se Comprometa Públicamente Con La Gente Y El Medio Ambiente a Transitar Hacia Un Modelo De Agricultura Ecológica a Lo Largo De Sus Cadenas De Producción E Impulse Este Modelo De Agricultura Foto Flickr
Greenpeace Pide a Bimbo Que Se Comprometa a Transitar Hacia Un Modelo De Agricultura Ecológica a Lo Largo De Sus Cadenas De Producción E Impulse Este Modelo De Agricultura Foto Flickr

Por Sandra Laso

Imagina que una persona se siente mal, un poco de fiebre y dolor de cabeza. Para sentirse mejor consume una pastilla, pero de vez en cuando el malestar regresa y cada que esto sucede, la persona vuelve a tomar esa pastilla porque cree le ayudará a salir de la enfermedad. Con el tiempo, las causas del padecimiento evolucionan y los síntomas aumentan, generando que la persona comience a utilizar otras pastillas y jarabes para sentirse mejor.

Por qué una persona continuaría tomando pastillas sin ningún control, supervisión o incluso sin información sobre sus efectos, si eso lleva implicaciones graves para la salud. La misma pregunta debemos aplicarla en el caso de los campos mexicanos, por qué si los plaguicidas han demostrado que traen otros males, seguimos usándolos.

Hoy Greenpeace publicó el informe “La huella de los plaguicidas en México”, resultado de una investigación que se hizo en Sinaloa y la Península de Yucatán de la mano con científicos de la Facultad de Ciencias de la UNAM y el Instituto de Ecología, Pesquerías y Oceanografía de la Universidad Autónoma de Campeche, para detectar el impacto de plaguicidas que han sido aplicados en el campo pero no se quedan ahí, están llegando al agua de ríos y drenes que descargan en lagunas costeras y al mar, teniendo implicaciones en la salud de las personas[1].

En estados como Sinaloa, uno de los principales productores de alimentos en el país y granero de México donde impera el modelo de agricultura industrial y la Península de Yucatán en la que se busca extender este modelo, estas sustancias son esa pastilla paliativa que se aplica sin medidas de regulación.

Resultados del estudio

Como resultado de la investigación encontramos 4 plaguicidas que han sido prohibidos en otros países por sus niveles de toxicidad para las personas y el medio ambiente y que se siguen empleando en el país. Además, encontramos Endrín, plaguicida que está prohibido en México y 12 sustancias de las cuales 7 son altamente persistentes en el ambiente y 5 son altamente tóxicas.

El uso excesivo de plaguicidas es consecuencia de políticas gubernamentales deficientes y malas prácticas de la industria de alimentos, que están enfocadas a fines mercantilistas y no a satisfacer las necesidades de la población. Tan solo el catálogo oficial de plaguicidas que registra estas sustancias, no ha sido actualizado en más de una década, y por lo tanto no ha integrado información reciente sobre los impactos de estas sustancias.

Esto es alarmante, sobre todo cuando encontramos sustancias como el glifosato, herbicida probable cancerígeno, en todos los sitios analizados. Por si fuera poco, organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomiendan que el registro sea actualizado una vez por mes[2].

Las consecuencias: un campo enfermo y sedado con paliativos que generan una dependencia al uso de estas sustancias, ya que con el paso del tiempo los plaguicidas, al igual que si tomáramos la misma medicina por meses, causan resistencias por las malezas y los insectos generando las denominadas súper plagas; lo que a su vez lleva a que se apliquen mezclas de plaguicidas en mayores cantidades, en un ciclo sin fin, beneficiando el bolsillo de unas cuantas empresas que controlan el mercado de los agrotóxicos que implican riesgos a la salud de las personas y del medio ambiente.

Estos plaguicidas están relacionados a enfermedades endócrinas, disrupciones hormonales, malformaciones, la aparición de cáncer, y se han encontrado hasta en la leche materna de algunas mujeres que habitan cerca de los campos de cultivo, además de llegar aun a consumidores por los alimentos que provienen de este modelo. También contaminan recursos naturales como el agua, la tierra y acaba con más especies además de las denominadas plagas, entre ellas, los polinizadores como las abejas y las mariposas monarca.

Estos paliativos son obsoletos, considerando además que en el país hay prácticas agroecológicas desde Sinaloa y hasta la Península de Yucatán, que hacen un manejo integrado de plagas, y técnicas ecológicas protegen los cultivos y la biodiversidad, con ejemplos claros como la milpa, garantizando la producción sana de alimentos para las personas y el medio ambiente.

Según estudios científicos, la mejor protección contra las “plagas” es la biodiversidad, pero nuestras políticas, como el paquete tecnológico que incluye un listado de agrotóxicos, lo único que hacen es fortalecer este sistema roto de alimentación. Por el contrario, la agricultura ecológica, produce con base en la biodiversidad a través de la diversificación de cultivos, que nutre a la tierra generando cultivos fuertes y protegiéndolos de las denominadas plagas.

Las y los consumidores, que somos el último eslabón en esta historia: recibimos alimentos con una huella ecológica sumamente grande que impacta enormemente nuestra salud sin saberlo, en parte por la falta de transparencia en las formas de producción. La industria alimentaria tiene una gran responsabilidad en este sistema, para garantizar alimentos de calidad en nuestros hogares. Es por ello, que le estamos pidiendo a Bimbo, empresa mexicana que se encuentra en el 99 por ciento de los hogares del país, que asuma su responsabilidad y se comprometa públicamente con la gente y el medio ambiente a transitar hacia un modelo de agricultura ecológica a lo largo de sus cadenas de producción e impulse este modelo de agricultura en el campo mexicano.

Súmate a las voces de agricultores y consumidores que hacemos este llamado, y firma en: www.greenpeace.mx/sembremosjuntos

*Sandra Laso es responsable de la campaña Comida Sana, Tierra Sana de Greenpeace México

[1] La huella de los plaguicidas en México. Disponible en: http://www.greenpeace.org/mexico/Global/mexico/Graficos/2016/comida-sana/Plaguicidas_en_agua_ok_EM.pdf

[2]Código internacional de conducta sobre la distribución y utilización de plaguicidas Directrices para el registro de plaguicidas. Disponible en: http://www.fao.org/fileadmin/templates/agphome/documents/Pests_Pesticides/Code/Registration_2010_SP.pdf

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