Greenpeace
18/04/2016 - 12:07 pm
Salvar la vaquita marina demanda acción, no sólo intención
Las autoridades se han concentrado en hacer ruido y medir la efectividad del Programa de conservación de la vaquita marina en torno a las embarcaciones aseguradas, los decomisos hechos en tierra y la cantidad incautada de buches de totoaba -cuya pesca, cabe destacar, tampoco está permitida-. Más no hablan sobre el fondo: se sigue llevando a cabo captura de peces con los métodos prohibidos en la zona de exclusión, sin que la autoridad tenga la más mínima oportunidad de combatirla y con ello combatir efectivamente la principal causa de extinción de la vaquita marina, su captura incidental.
Por Miguel Rivas*
El 16 de abril de 2015 el Presidente Enrique Peña Nieto anunció el arranque de la estrategia que pretendía salvar a la vaquita marina de su inminente extinción. Atendiendo el reporte del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), que hacía un llamado urgente a la autoridad de preservar los pocos ejemplares del cetáceo mexicano, el Gobierno decidió aumentar el área de protección y prohibir las artes de pesca con las que capturaban incidentalmente a este animal.
De esta forma chinchorros, cimbras y palangres usados en embarcaciones menores quedaron prohibidas y el Gobierno destinó 525 millones de pesos al año para pagar y compensar a los pescadores que tuvieron que dejar de lado la principal actividad de sustento de sus familias y el motor de la economía de las localidades de San Felipe (BC) y Santa Clara (SON).
El Gobierno mexicano no tenía opción, debía tomar medidas pues la amenaza de embargo pesquero por parte de los Estados Unidos era inminente ante la cada vez más cercana extinción de la vaquita. Así que sin importar si fue por necesidad o por convicción, el esfuerzo por proteger a la vaquita, también llamada el panda del mar terminó siendo reconocido incluso por la Sociedad de Mamíferos en diciembre pasado.
Pero más allá de los reconocimientos, de la letra, de las medidas propuestas, de las medidas anunciadas, el Gobierno tendría que preguntarse ¿qué resultados han obtenido? ¿los recursos destinados han producido los efectos esperados en la recuperación de población de vaquita marina?.
Nos atrevemos a afirmar que no. En noviembre de 2015, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) junto con científicos del CIRVA abordaron el Oceans Stars y recorrieron el Alto Golfo de California. Realizaron 28 avistamientos de vaquitas marinas durante 64 días de expedición, lo cual se encuentra muy por debajo de los 122 realizados por el mismo organismo en el 2008, 70 por ciento menos.
Las autoridades se han concentrado en hacer ruido y medir la efectividad del Programa de conservación de la vaquita marina en torno a las embarcaciones aseguradas, los decomisos hechos en tierra y la cantidad incautada de buches de totoaba -cuya pesca, cabe destacar, tampoco está permitida-. Más no hablan sobre el fondo: se sigue llevando a cabo captura de peces con los métodos prohibidos en la zona de exclusión, sin que la autoridad tenga la más mínima oportunidad de combatirla y con ello combatir efectivamente la principal causa de extinción de la vaquita marina, su captura incidental.
Más allá de las intenciones de proteger a esta marsopa, el hecho es que en el último mes han muerto tres vaquitas. Si consideramos los 28 avistamientos de vaquita, perder 3 en un mes significa que en sólo un mes perdimos el 11 por ciento de los ejemplares vistos, si esta tendencia se mantiene, en un año no habría vaquitas que contar.
De acuerdo al informe de Profepa, los tres ejemplares encontrados muertos presentan lesiones similares a las causadas por redes de pesca, las mismas que hoy celebramos están prohibidas en el hábitat de la vaquita.
Hoy más que nunca es necesario que la autoridad busque, financie y promueva las alternativas que ayuden a los pescadores a realizar su actividad sin que esto tenga graves efectos en el ambiente, con artes de pesca selectivas que eviten la mortandad de las vaquitas en el mar de Cortés. Y que se asegure que la pesca de la totoaba deje de ocurrir en la zona. El gobierno mexicano debe pasar de la intención a la acción eficaz, de esta forma evitaremos que el próximo anuncio de la autoridad sea sobre la conmemoración de la extinción del único cetáceo endémico de México.
*Miguel es Campañista de Océanos de Greenpeace y candidato a Doctor en Ciencias Biológicas por el Instituto de Ecología de la UNAM
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