Amanecer de bicicletas cubiertas de espinas

16/04/2016 - 12:00 am
Una Postal Recurrente Es La De Celebridades Montadas a La Bicicleta Dando Cuenta De Una Afición En Alza Muchas Veces Opuesta Al Cliché De Los Excesos Y La Vida Nocturna Que Los Persigue Pocos De Todos Modos Se Han Tomado Tan En Serio Al Ciclismo Como El Actor Español Santi Millán Foto Instagram Santi Millán
Una Postal Recurrente Es La De Celebridades Montadas a La Bicicleta Dando Cuenta De Una Afición En Alza Muchas Veces Opuesta Al Cliché De Los Excesos Y La Vida Nocturna Que Los Persigue Pocos De Todos Modos Se Han Tomado Tan En Serio Al Ciclismo Como El Actor Español Santi Millán Foto Instagram Santi Millán

Una postal recurrente es la de celebridades montadas a la bicicleta, dando cuenta de una afición en alza, muchas veces opuesta al cliché de los excesos y la vida nocturna que los persigue.
Entre los primeros, la modelo alemana Heidi Klum, quien la usa para andar por las playas de Los Ángeles y mantenerse así en línea pasadas largamente las 40 primaveras.
Eva Longoria, una señora de las cuatro décadas, la utilizó para recuperar la figura que había perdido entre tantos romances iniciados y frustrados luego de la separación de su marido, el basquetbolista francés Tony Parker.

Pocos, de todos modos, se han tomado tan en serio al ciclismo como el actor español Santi Millán, quien su devoción por el deporte de las dos ruedas le permitió participar en la Titan Desert, considerada el Dakar del ciclismo.

Millán, de casi 50 años, siempre fue deportista, pero es en su madurez donde esa pasión ha alcanzado un punto máximo, convirtiéndose prácticamente en una adicción.

La edición española de Men’s Health lo describe como “el hombre capaz de pedalear 600 kilómetros por el desierto de Marruecos sin perder la sonrisa” y Santi, una figura muy popular en su país de origen, desmiente el lugar común que lo pone en el imaginario con una cerveza en la mano antes de ocupar tiempo en el pedaleo.

“Qué le vamos a hacer, chico. Mi mala fama me precede... De todas formas, creo que se pueden combinar ambas actividades perfectamente. Todavía no he probado a llenar el bidón de la bicicleta con cerveza, pero todo llegará… Ahora en serio. Hacer deporte no tiene por qué estar reñido con salir con los amigos o disfrutar de una fiestecita de vez en cuando”, ha dicho.
Aunque fue el esquí el deporte que lo dejó en coma, ha sido el ciclismo la verdadera pasión deportiva que demostró el piloto de Fórmula Uno Michael Schumacher fuera de las pistas de automovilismo.

Precisamente, fue el casco al que se acostumbró a usar en sus paseos en bicicleta lo que le salvó la vida en el complejo turístico de los Alpes suizos donde el 29 de diciembre de 2013 tuvo un grave accidente, al caer y golpear la cabeza contra una roca.

En marzo de 2012, “El Kaiser” había recibido un regalo muy especial por parte de la marca Smart: una bicicleta considerada inteligente, cuyo funcionamiento se basa en un motor eléctrico que se activa con el pedaleo del ciclista, produciendo un rendimiento mucho mayor que con una bicicleta convencional.

Schumacher y su compañero entonces en Mercedes, fueron los primeros en contar con uno de estos formidables vehículos, valuados en la nada despreciable suma de 3 mil euros, un costo que los aficionados consideran elevado. Al fin y al cabo, por más inteligente que sea, no deja de ser una bicicleta con manubrio y dos ruedas.

"Al igual que un coche de F1, la ebike inteligente se adapta perfectamente a las necesidades de sus usuarios. Todo nuestro equipo está muy contento y orgulloso de que tanto Michael Schumacher como Nico Rosberg utilicen nuestras ebikes inteligentes para desplazarse por el paddock y fuera de él", dijeron los responsables de la compañía Daimler, creadores de la Smart eBike.

Esta bicicleta inteligente y ecológica cuenta con una batería que dura cinco horas pero que se recarga con cada pedaleo. Los frenos y la cadena son de carbono y quien sin quererlo se ha convertido en un flamante dueño del artilugio es nada más ni nada menos que el Papa Francisco.

Así es. En julio de 2014, la máxima autoridad eclesiástica recibió de Mercedes Benz no sólo las llaves del papamóvil al que no es muy afecto, como sabemos, sino también una hermosa eBike blanca, para apoyar la movilidad sostenible.

La smart e-bike considerada un “Pedelec” (Pedal Electric Cycle), es una bicicleta híbrida. El motor eléctrico BionX está exento de mantenimiento, no lleva escobillas y está integrado en el cubo de la rueda trasera. Se supone que será la bicicleta del futuro, todo eso si bajan el precio, claro está.
Pero no sólo de rubias modelos y de campeones de automovilismo vive el ciclismo. También los escritores, los seres más sedentarios del mundo, han despuntado el vicio del pedaleo sin dejar de leer o escribir, por supuesto.

El ruso León Tolstoi, autor de Anna Karenina y Guerra y Paz, aprendió a andar en bicicleta a los 67 años y Julio Cortázar le dedicó a nuestro vehículo favorito un cuento en De Cronopios y de Famas. Pienso en todo esto de las bicicletas, no sólo añorando mi trabajo regular en el hermoso proyecto de Juan Pablo Ramos Monzón, Cletofilia (donde se publicó originalmente esta columna), sino también en cómo tendremos que comenzar a mirar con otros ojos esos amables bípedos de metal coloreado, si queremos sobrevivir a tanta ignominia del aire contaminado en nuestras magnas ciudades mecánicas.

LA BICICLETA

En los bancos y casa de comercio de este mundo a nadie le importa un pito que alguien entre con un repollo bajo el brazo o con un tucán o soltando de la boca como un piolincito las canciones que me enseñó mi madre o llevando de la mano un chimpancé con tricota a rayas, pero apenas una persona entra con una bicicleta se produce un revuelo excesivo y el vehículo es expulsado con violencia a la calle, mientras su propietario recibe admoniciones vehementes de los empleados de la casa.

Para una bicicleta, entre dócil y de conducta modesta, constituye una humillación y una befa la presencia de carteles que la detienen altaneros delante de las bellas puertas de cristal de la ciudad. Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de remediar su triste condición social, pero en absolutamente todos los países de esta tierra está prohibido entrar con bicicletas. Algunos agregan: (y perros), lo cual duplica en las bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad. Un gato, una liebre, una tortuga, pueden en principio entrar en Bunge & Born o en los estudios de abogados de la calle San Martín sin ocasionar más que sorpresa, gran encanto entre telefonistas ansiosas o, a lo sumo, una orden al portero para que arroje a los susodichos animales a la calle. Esto último puede suceder, pero no es humillante, primero porque sólo constituye una posibilidad entre muchas y luego porque nace como efecto de una causa y no de una fría maquinación preestablecida, horrendamente impresa en chapas de bronce o de esmalte, tablas de la ley inexorables que aplastan la sencilla espontaneidad de las bicicletas, seres inocentes.

De todas maneras, ¡Cuidado, gerentes! También las rosas son ingenuas y dulces, pero quizá sepáis que en una guerra de dos rosas murieron príncipes que eran como rayos negros, cegados por pétalos de sangre. No ocurra que las bicicletas amanezcan un día cubiertas de espinas, que las astas de sus manubrios crezcan y embistan, que acorazadas de furor arremetan en legión contra los cristales de las compañías de seguros y que el día luctuoso se cierre con baja general de acciones, con luto en veinticuatro horas, con duelos despedidos por tarjeta. (Julio Cortázar, en De cronopios y de famas)

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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