Rita Varela Mayorga
22/03/2016 - 12:00 am
De vacaciones y con dinero… ¿Y la austeridad apá?
Una investigación publicada recientemente por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reporta que, al menos en las ciudades de México, Puebla y Oaxaca, el ingreso mensual promedio per cápita de los hogares es de 876 pesos, y esto significa que están por debajo de la línea de la pobreza del Consejo Nacional de […]
Una investigación publicada recientemente por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reporta que, al menos en las ciudades de México, Puebla y Oaxaca, el ingreso mensual promedio per cápita de los hogares es de 876 pesos, y esto significa que están por debajo de la línea de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que es de 887 pesos al mes.
De acuerdo con el estudio “Los Diarios Financieros en México”, de los 185 hogares incluidos en una muestra que abarca a esas tres entidades, 112 o 61 por ciento se encuentran por debajo de la línea de pobreza.
La investigación plantea también que los hogares son pobres pero no de manera uniforme pues hay grandes variaciones en sus ingresos; los hogares dependen de múltiples fuentes para allegarse recursos, pero enfrentan numerosas bajas en los mismos, y encima, en el caso de las mujeres, una parte importante de sus ingresos de las mujeres proviene de transferencias (como Prospera) y las remesas.
Como parte del segmento que influye en esas grandes variaciones de ingresos y prestaciones está el de los funcionarios públicos, particularmente los de mayor nivel en el Gobierno federal, quienes, pese a la emergencia económica en el país y la supuesta austeridad que aplicaría esta administración entre sus filas, son los que sirven con la cuchara más grande que encuentran.
En estos días de vacaciones, por ejemplo, reflexionemos sobre este asunto.
Un trabajador que cobra salario mínimo en México, 73.04 pesos diarios, y que forma parte del grueso de la población recibe 547 pesos por prima vacacional al año; esto es un monto que se le entrega una sola vez cada 365 días si esa persona tiene la fortuna de estar en una empresa que aún otorga prestaciones.
Pero hay que ver que los funcionarios públicos suelen cobrar no sólo una sino hasta dos primas anuales de vacaciones, de 10 días cada una, y también una gratificación de fin de año y el aguinaldo.
Además, mes con mes, reciben dinero extra por bonos, vales para despensa y gasolina, seguros médicos, gastos de representación y demás “estímulos” que les llaman.
Si esta semana, por ejemplo, los secretarios de Gobernación o de Educación Pública optaran por demandar una de sus primas vacacionales recibirían 102 mil 561 pesos, producto de un sueldo mensual de 205 mil 122 pesos al mes… y usted puede concluir que es una renta justa por el tamaño de las responsabilidades que esos funcionarios tienen, que es un premio por su eficiencia y la entrega de buenos resultados.
Pero no, no esa la cuestión. En realidad el punto es la enorme brecha que este sistema ha abierto entre los beneficios que reciben unos cuantos servidores públicos de alto nivel y los de la mayoría de los trabajadores, que son también los más desfavorecidos del país.
Esto habla otra vez de la inequidad y la falta de coherencia de quienes gobiernan en un país que tiene ya más de tres años estancado por la falta de crecimiento y desarrollo, una situación que ha repercutido en el aumento de la pobreza y el rezago de oportunidades para todos, especialmente para los niños y jóvenes.
En estos primeros tres meses de 2016 se ha hablado insistentemente de crisis económica, de recortes presupuestales, de freno a la inversión, de emergencia por menores ingresos petroleros. Pero en la práctica eso no se refleja en los gastos de la élite del Gobierno federal, donde los privilegios no se limitan y menos aún si de vacaciones se trata… faltaba más.
¡Buena semana, y nos vemos el próximo martes!
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