Francisco Ortiz Pinchetti
05/02/2016 - 12:00 am
Francisco en Chiapas: el reencuentro
Estoy convencido de que la visita del papa Francisco a México, que se inicia dentro de una semana, va a marcar a nuestro país.
Estoy convencido de que la visita del Papa Francisco a México, que se inicia dentro de una semana, va a marcar a nuestro país. Contra lo que piensan los escépticos, la presencia del Pontífice argentino, primer jesuita y primer latinoamericano en ocupar el trono de San Pedro, va a tener un impacto inusitado en el ánimo popular por la humildad de su trato, la llaneza de su mensaje y lo peculiar de su carisma. Nos va a sorprender.
Personalmente, el acontecimiento me provoca una gran expectativa. Pienso que el mensaje central de su visita va a significar un vuelco para la Iglesia, particularmente en cuanto a la evangelización a partir de una opción preferencial por los pobres. Desde que se anunció la agenda de su viaje a México me llamó la atención su interés por ir a Chiapas, particularmente a San Cristóbal de las Casas, para reunirse con las comunidades indígenas. Y sobre todo cuando el propio Papa confirmó en una entrevista que esa escala de su visita en especial la había decidido personalmente.
Pocos saben que Jorge Mario Bergoglio, entonces un joven de 33 años de edad, estuvo en los altos de Chiapas a principios de los años setenta, poco después de haberse ordenado sacerdote (1969) y antes de ser nombrado Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina (1973-1979). Visitó la misión jesuita de Bachajón, una comunidad tzotzil-tzeltal de los Altos de Chiapas, fundada en 1958. Sus correligionarios, que iniciaron esa misión como una obra meramente caritativa, asistencial, habían transitado irremediablemente hacia un compromiso con la Teología de la Liberación a partir de la llegada de Samuel Ruiz García a la diócesis de San Cristóbal. Cada vez más activamente participaban con los sacerdotes y catequistas diocesanos y maristas en la concientización de las comunidades indígenas que llevó primero a la realización del Primer Congreso Indígena “Fray Bartolomé de las Casas” en esa antigua Ciudad Real, en octubre de 1974, y que 20 años después sería levadura del levantamiento armado del 1 de enero de 1994.
El padre Bergoglio compartía la preferencia pastoral por los pobres. Entre 1967 y 1970 cursó sus estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José, en la ciudad argentina de San Miguel. Allí fue discípulo destacado nada menos que del teólogo jesuita Juan Carlos Scannone, fundador de la Filosofía de la liberación y de la teología del Pueblo (corriente autónoma argentina de la Teología de la Liberación), que influirían profundamente en su pensamiento.
Aunque no hay un registro detallado al respecto, durante su breve estancia en Chiapas, el hoy Papa habrá conocido de manera directa la dramática realidad de los pueblos tzotzil, tzeltal, chol y tojolabal sumidos en la pobreza extrema y víctimas de la injusticia, la segregación, el despojo y la discriminación. Tal vez convivió con sacerdotes como el también jesuita Mardonio Morales, entregados por entero a la promoción social y la defensa de los derechos indígenas. Es un hecho que aquella experiencia lo marcó.
Sin embargo, cuando el Papa Francisco inició su pontificado en marzo de 2013, sectores católicos conservadores festinaron su supuesta oposición a la teología emancipadora de los más humildes. Recordaron la reunión episcopal de 2007 en el santuario mariano de Aparecida, en Brasil, donde el entonces arzobispo de Buenos Aires, encargado de las conclusiones del cónclave, habría infligido una “derrota contundente” a los teólogos latinoamericanos comprometidos con la línea liberadora.
No fue tal. Monseñor Bergoglio criticó en efecto la “ideologización” de la pastoral social en que parecía caer un sector de la Iglesia latinoamericana y rechazó la validez del análisis marxista de la realidad de nuestras naciones; pero fiel a sus convicciones fundamentales, inscritas en la corriente argentina de la teología del pueblo, mantuvo inalterada su opción preferencial por los pobres. De ello hay suficientes evidencias.
El propio teólogo brasileño Leonardo Boff, fundador junto con el peruano Gustavo Gutiérrez de la Teología de la Liberación, precisó en un artículo reciente la que a su juicio es la posición actual del Pontífice a ese respecto. “Muchos se han preguntado –escribió– si el actual Papa Francisco, como proviene de América Latina, es un seguidor de la Teología de la Liberación. Esta pregunta es irrelevante. Lo importante no es ser de la teología de la liberación sino de la liberación de los oprimidos, de los pobres y de los que sufren injusticia. Y eso lo es (Francisco) con claridad indudable”.
Boff, quien fue suspendido como sacerdote durante el pontificado de Juan Pablo II, anotó asimismo que el Papa Francisco hizo efectivamente esta opción por los pobres, vivió y vive pobremente en solidaridad con ellos y dijo claramente en una de sus primeras intervenciones: «¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!». En este sentido, el Papa Francisco “está llevando a cabo la intuición primordial de la Teología de la Liberación y secundando su marca registrada: la opción preferencial por los pobres, contra la pobreza y a favor de la vida y la justicia”.
Otro dato elocuente fue la beatificación el pasado 23 de mayo por parte de monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado en plena misa en 1980 por su compromiso con los más desposeídos. El Papa jesuita elevó a los altares precisamente a un mártir de la Teología de la Liberación.
El próximo lunes 15 de febrero Francisco se reunirá en una misa multitudinaria con unos 100 mil indígenas chiapanecos en el campo de beisbol de San Cristóbal las Casas. Más tarde almorzará con el Obispo actual de esa diócesis, Felipe Arizmendi, así como con ocho representantes de diversas etnias: un sacerdote, una religiosa, un seminarista, una joven, un catequista con su esposa y un diácono permanente con su esposa. En un acto altamente significativo visitará la tumba del obispo Samuel Ruiz García en la Catedral. Estoy cierto que ese día será ocasión de una trascendente definición. Y de un histórico reencuentro. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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