Tomás Calvillo Unna
27/01/2016 - 12:02 am
La carta de Francisco, el Papa
La reciente encíclica LAUDATO SI’ (“Alabado seas”) del Papa Francisco requiere mayor atención por parte de los medios de comunicación, las universidades, los centros de cultura, y no estaría nada mal que también de los partidos políticos
La reciente encíclica LAUDATO SI’ (“Alabado seas”) del Papa Francisco requiere mayor atención por parte de los medios de comunicación, las universidades, los centros de cultura, y no estaría nada mal que también de los partidos políticos, independientemente de la tradiciones de las que provengan (que por lo que se aprecia ya las han olvidado). Es necesario analizar esta circular de Francisco para entender al Papa que visitará México.
Sin duda, es una buena síntesis del pensamiento crítico de los últimos cuarenta años, donde se advierte con claridad lo que en un tiempo se denominó “Ecología Profunda”. En sus páginas palpitan diversas corrientes de conocimiento que cuestionan seriamente el devenir de la civilización contemporánea; desde quienes han asumido la “No Violencia” como camino político, hasta los científicos de la Física Cuántica que han advertido de los nexos entre la espiritualidad de oriente y la ciencia de occidente; lo que diría con otras palabras el Papa Francisco: entre la Fe y la Razón.
Sin ahondar en ello, cabe advertir que es el primer cuerpo de pensamiento en estos últimos años que desde un lugar de poder ejerce una profunda autocrítica a la conducta colectiva de la sociedad contemporánea. Porque la iglesia católica no escapa a ello, sino al contrario, ha sido uno de los pilares constituyentes del mundo presente.
La referencia a Francisco de Asís como punto de partida de su reflexión ecológica, también es la evidencia de los vasos comunicantes de las tradiciones espirituales donde se vinculan el misticismo musulmán, mejor conocido como sufismo, y el misticismo cristiano que tiene en la figura del santo de Asís, el mejor ejemplo de la experiencia de la interioridad que descubre el entramado donde el ser humano, su sociedad, la tierra y el cosmos son la expresión de un mismo misterio.
Sólo cinco fragmentos transcritos, (como podrían ser muchos otros), nos muestran la ruptura que implica el discurso del Papa; a pesar de sus constantes referencias a su tradición católica y a los Papas que lo antecedieron, para mostrarnos que él se asume como parte de una tradición viva. En términos poéticos, recordemos aquel título de la antología de poesía mexicana que Octavio Paz nombró La Tradición de la Ruptura.
18. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación2. Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.
48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre…»
54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos. En esta línea, el Documento de Aparecida reclama que «en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida». La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos. Así sólo podrían esperarse algunas declamaciones superficiales, acciones filantrópicas aisladas, y aun esfuerzos por mostrar sensibilidad hacia el medio ambiente, cuando en la realidad cualquier intento de las organizaciones sociales por modificar las cosas será visto como una molestia provocada por ilusos románticos o como un obstáculo a sortear.
63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad. Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia Católica está abierta al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón. En lo que respecta a las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia, que está llamada a enriquecerse cada vez más a partir de los nuevos desafíos.
149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio. 117
[117. Algunos autores han mostrado los valores que suelen vivirse, por ejemplo, en las « villas », chabolas o favelas de América Latina: cf. Juan Carlos Scannone, S.J., « La irrupción del pobre y la lógica de la gratuidad », en Juan Carlos Scannone y Marcelo Perine (eds.), Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad, Buenos Aires 1993, 225-230.]
178. El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar al nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos. Se olvida así que « el tiempo es superior al espacio », que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder. La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación.
Papa Francisco, Carta encíclica LAUDATO SI’. Sobre el cuidado de la casa común.
Más allá del anclaje político que toda visita papal tiene se observan en su itinerario lugares emblemáticos de la historia reciente de México que pueden ser considerados como heridas abiertas; San Cristóbal de las Casas, donde los vientos de la Teología de la Liberación han estado presentes y una iglesia indígena viva reconstruye su llamado tejido social y resiste a esa avalancha de un capitalismo salvaje que pretende destruir sus territorios; Ciudad Juárez, donde la violencia extrema convirtió a mujeres en sus principales víctimas, evidenciando el fracaso de un sistema económico donde las familias jóvenes fueron devoradas por los ritmos de las maquiladoras, sin contar con el mínimo acompañamiento de un Estado ausente; Morelia, capital de una región donde el catolicismo ha sido fundamento de su sociedad históricamente, misma región donde Los Templarios expresaron una de las mayores degradaciones de conducta usando símbolos religiosos y violencia por igual.
Agradezco a Enrique A. Ron por su colaboración para la elaboración del presente texto.
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