Blanca Luz Brum, algo más (mucho más) que la mujer de Siqueiros

23/01/2016 - 12:00 am

“He nacido en esta ciudad sudamericana, he salido a cantar por todas las calles del universo, he llorado a gritos, he amado a gritos. He peleado y he regresado a esta ciudad sudamericana y todo estaba igual”, escribió Blanca Luz Brum (1905-1985) al regresar a su Montevideo natal, en una de esas tantas idas y vueltas por un continente que bullía en tiempos cuando importaban cosas como la cultura y el arte.

No es que todo tiempo pasado fuera mejor, pero a principios del siglo XX en México, como bien supo marcar Alain Paul-Mallard en la entrevista que le hiciera a propósito de su libro sobre Nahui Olin, editado por Turner, Nahui Olin vs.Atl, se conformaba la idea de una cultura nacional portentosa.

“Los ’20 fueron un momento en donde el país deja de importar los modelos de modernidad de Francia y los Estados Unidos. México se mira a sí mismo y se inventa la cultura nacional. Es una generación de hombres genio que forjaron la idea post-revolucionaria”, afirma el talentoso cineasta y escritor mexicano.

Como bien lo prueba su libro, no se trataba sólo de hombres. También había mujeres fascinantes como la mencionada Nahui (Carmen Mondragón), Frida Kahlo, Tina Modotti y menos influyente pero no por eso menos atractiva, la poeta y militante comunista Blanca Luz Brum.

Un personaje en blanco y negro, misterioso, de belleza insondable, de la cual nada y poco se conoce, más de su matrimonio con David Alfaro Siqueiros, con quien se casó cuando ella era una viuda y hermosa joven de apenas 20 años.

Blanca no fue una esposa fiel y engañó a nuestro insigne muralista (1898-1974) con el empresario periodístico argentino Natalio Botana (1888-1941), fundador del diario Crítica, hasta que él murió en un accidente automovilístico.

La historia cuenta que también tuvo algunos escarceos apasionados con el célebre poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), un episodio que narra la muy recomendable película El mural, dirigida por el argentino Héctor Olivera en 2010, aun cuando mucho después la mujer negó los hechos.

Fue la época en que Siqueiros realizó el famoso mural “Ejercicio Plástico”, una obra monumental de 200 metros, en el piso, paredes y techo en forma de bóveda del sótano de la quinta Los Granados, propiedad de Natalio Félix Botana, asistido por los pintores argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro.

Se juntaban así el amor por el arte entre uno que era agua y el otro que era aceite: por un lado un artista de ideas de izquierdas que creía en la pintura para las masas y por el otro un millonario capaz de abrir la cartera para consentirse el capricho de un mural privado en su lujosa mansión de campo.

La historia no podía terminar bien y no terminó bien. Al morir trágicamente Botana, la obra entró en litigio y fue uno de los tesoros que pelearon los herederos de Botana en un largo litigio por los bienes que no hizo más que deteriorar el mural, hasta que en 2003 el gobierno argentino encabezado por Néstor Kirchner (1950-2010) ordenó su recuperación, al declararlo un bien de interés histórico-artístico nacional.

Con la presencia del ex mandatario mexicano Felipe Calderón, en 2009 se inauguró el mural restaurado en Buenos Aires, donde hoy puede verse ese mundo submarino imaginario que representó para Siqueiros un trabajo importante.

Del mural se ha hablado y escrito mucho, pero poco se sabe de Blanca Luz Brum, quien murió el 7 de agosto de 1985 en Chile, víctima del cáncer de pulmón, llevándose muchos secretos a la tumba, algunos de los cuales devela el novelista y ensayista Hugo Achugar en el libro que en México editó Era con el título Falsas memorias.

“El camino vivido por Blanca Luz Brum la coloca sin exageraciones al lado de los grandes protagonistas de los movimientos políticos y artísticos de los años veinte y treinta. Estas memorias ficticias del novelista, ensayista y poeta Hugo Achugar, auténtico hallazgo para la historiografía de la cultura y las ideas en nuestro continente, rescatan su figura y empiezan a hacerle justicia”, reza la contraportada del libro.

La estudiosa francesa Fabienne Bradu, en una nota para Letras Libres publicada en 2001 pone en duda la importancia intelectual de Brum, entre otras cosas porque el personaje evolucionó para mal.

De ser una comunista convencida y militante, trabajar luego para el peronismo en Argentina, ayudar a escapar de la cárcel chilena disfrazado de monja al fascista argentino Guillermo Patricio Kelly (1922-2005) en 1958, hasta terminar sus días como una simpatizante apasionada del dictador tenebroso Augusto Pinochet (1915-2006).

“El itinerario carece de grandeza, semeja un lento pero seguro naufragio, y en esto tal vez los medros de Blanca Luz Brum se equiparen con el cejar de Frida Kahlo y los crímenes estalinistas de Tina Modotti. Me temo que nos quieran ofrecer otro mito de falso heroísmo, cuyo combustible fuera la nostalgia por una izquierda latinoamericana tan caricatural como caduca. Es curioso que la belleza física de mujeres como Blanca Luz Brum, Tina Modotti o Frida Kahlo sea capaz de encender las pasiones hasta el punto de opacar sus pecados políticos”, escribe la siempre lúcida Bradu.

Ser adscrita a Pinochet no tiene perdón. Se trata de un lobo disfrazado de lobo, paradigma del mal que sembró muerte y odio en el continente de una forma irreversible. Sin embargo, este hecho ignominioso no define totalmente a esta enigmática Blanca Luz Brum que permanece en las sombras de la historia latinoamericana y a la que Pablo Neruda describió como “una poetisa alta, rubia y vaporosa, que dirigió sus ojos verdes más a mí que a Federico (García Lorca) durante la comida”.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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